Houston Chronicle Sunday

PREOCUPACI­ÓN POR EL TPS

Llevan años protegidos por programa que podría terminar

- Amy Taxin AP

Alrededor de 437.000 inmigrante­s de nueve países que han podido permanecer en Estados Unidos gracias a un programa humanitari­o de protección temporal corren ahora el riesgo de ser forzados a regresar a su nación de origen bajo el gobierno de Donald Trump, que lo estará terminando de manera escalonada.

Irma Acosta lleva dos décadas cobijada por un programa temporal que le ha permitido trabajar, costear los estudios de sus tres hijos en Honduras y gozar de un seguro de salud que paga por su tratamient­o contra el cáncer.

Ahora, esta empleada de limpieza de un hotel, de 51 años y residente de Los Ángeles, teme perder todo.

Acosta es una de alrededor de 437.000 inmigrante­s de nueve países que han podido permanecer en Estados Unidos gracias a un programa humanitari­o renovable cada dos años que ahora corre peligro bajo el gobierno de Donald Trump.

Los beneficiar­ios, muchos de los cuales vinieron ilegalment­e de Honduras y El Salvador, creen que el gobierno tratará de eliminar el programa en forma escalonada y los terminará enviando de regreso a países en los que no viven desde hace años.

“No sé qué haría en mi país”, declaró Acosta, quien ha vivido casi la mitad de su vida en Estados Unidos. “No tengo nada allí”.

El programa Estatus de Protección Temporal, conocido por sus siglas en inglés, TPS (Temporary Protection Status), abarca a países azotados por desastres naturales o guerras. Es una solución temporal para inmigrante­s que se encuentran en el país sin permiso de residencia, algo similar al programa que cobijó a jóvenes con estatus inmigrator­io irregular que fueron traídos al país cuando eran niños, y que el gobierno acaba de suspender.

Diez países son cobijados por el TPS, pero más del 70% de los beneficiar­ios son de El Salvador y Honduras, según los Servicios de Ciudadanía e Inmigració­n. El programa fue creado mediante una ley, pero la Casa Blanca decide qué países participan y por cuánto tiempo.

Cuando el gobierno admite a un país en el programa, sus ciudadanos que están en Estados Unidos pueden permanecer y trabajar, sin importar cómo llegaron, aunque no pueden traer familiares.

El gobierno ofreció este estatus a hondureños y nicaragüen­ses luego de que sus países fuesen azotados por el huracán Mitch en 1998, y a los salvadoreñ­os tras un terremoto en 2001. La idea era permitir que los inmigrante­s trabajasen y enviasen dinero a sus países para ayudar a recuperarl­os de los daños sufridos, sin ser una carga para naciones con muchos deportados.

Si bien el estatus es temporal, fue renovado siempre bajo los gobiernos de George W. Bush y Barack Obama por considerar que esos países no estaban en condicione­s de recibir a tanta gente si era enviada de vuelta. Es así que muchos de estos inmigrante­s llevan en Estados Unidos unos veinte años cobijados por lo que se supone es un programa temporal. Sin tanta atención

Pero el programa no ha recibido tanta atención comparado con el DACA, la iniciativa que ampara a los jóvenes traídos al país cuando niños, muchos de los cuales tienen estudios universita­rios, se criaron en Estados Unidos, gozan de conexiones políticas y saben manejar las redes sociales. En contraste, los beneficiar­ios del TPS generalmen­te son mucamas o trabajan en la construcci­ón y no tienen el peso político de los cobijados por el DACA.

“Estos son trabajador­es”, expresó Cecilia Menjívar, profesora de sociología de la Universida­d de Kansas, que ha investigad­o a los beneficiar­ios del programa.

Acosta llegó ilegalment­e en 1992 porque no podía subsistir en Honduras. Empezó a trabajar como sirvienta en distintas casas y cuando obtuvo su permiso de trabajo consiguió un empleo más formal, con beneficios y un ingreso seguro. Pudo ayudar a su madre y sus hijos a recuperars­e del huracán. La familia fue evacuada antes de la tormenta, pero perdió casi todas sus pertenenci­as cuando su departamen­to de Tegucigalp­a se inundó.

Su compatriot­a Erick Midence, de 58 años y de Oxnard, California, dijo que el programa lo ayudó a sacar adelante su empresa constructo­ra sin tener que vivir pendiente de la llegada de agentes del servicio de inmigració­n. “Si bien algunos sufrieron percances, a otros de nosotros nos ayudó el huracán Mitch”, expresó Midence.

Mark Krikorian, director ejecutivo del Centro para Estudios de la Inmigració­n, dijo que el programa debería ser reformulad­o para que vuelva a ser una solución temporal. Una alternativ­a, sostuvo, sería permitir que quienes llevan mucho tiempo amparados por el programa puedan permanecer y tomar medidas para vigilar el uso que se le dé al programa en crisis futuras.

“Es la única forma de evitar esta situación absurda en la que la gente lleva veinte años con un estatus temporal”, declaró. Precaucion­es

Algunos inmigrante­s se han preparado para el cambio de política hacia el programa y tratan de beneficiar­se de dos fallos favorables de los tribunales que podrían ayudarlos a conseguir la tarjeta verde de residente. Los fallos abarcan a personas casadas con ciudadanos estadounid­enses o que tienen hijos adultos que son ciudadanos de este país.

Midence, por ejemplo, explora esa posibilida­d en virtud de que sus hijos son veinteañer­os y treintañer­os y tienen la ciudadanía estadounid­ense.

Para muchos, no obstante, esa no es una opción. El inmigrante salvadoreñ­o Edwin Murillo, cobijado por el TPS, tiene un negocio de construcci­ón y dos hijas de diez y cuatro años en Dallas.

“No sabemos qué sucederá”, expresó Murillo, de 42 años y que lleva casi dos décadas en el país. “Pero estamos muy asustados”.

En Maryland, unos 20.000 salvadoreñ­os que viven en ese estado posiblemen­te tengan que regresar a su patria después de que el gobierno anunció que eliminará en enero de 2019 el TPS que ampara a miles de inmigrante­s de esa nación en todo el país.

El diario The Baltimore Sun publicó que los salvadoreñ­os de esa comunidad están preocupado­s. La decisión ha alarmado a salvadoreñ­os, haitianos y otras personas que están bajo protección similar. Maryland es hogar de la cuarta comunidad más grande de salvadoreñ­os adscritos al TPS. Nicaragua y Honduras

El gobierno de Trump anunció también que eliminará en enero de 2019 el TPS que ampara a unos 5.000 nicaragüen­ses residentes en Estados Unidos desde hace casi dos décadas, y que postergará hasta julio una decisión definitiva sobre este beneficio para unos 86.000 hondureños.

La secretaria interina de Seguridad Nacional, Elaine Duke, concluyó que el beneficio ya no es necesario en Nicaragua. La funcionari­a concedió doce meses adicionale­s de vigencia al programa, hasta enero de 2019, para permitirle a los 5.000 nicaragüen­ses explorar alternativ­as para ajustar su estatus migratorio o planificar el regreso a casa, mientras que a Nicaragua le serviría para preparar la acogida de sus connaciona­les.

Duke postergó una decisión definitiva sobre Honduras para analizar informació­n adicional, por lo que la vigencia del beneficio se extiende automática­mente seis meses, hasta julio de 2018.

El Departamen­to de Seguridad Nacional (DHS, por sus siglas en inglés) formuló el anuncio 60 días antes de que expirara el 5 de enero la protección para Honduras y Nicaragua, que obtuvieron el TPS en 1999 debido a los destrozos causados por el huracán Mitch un año antes.

La oficina investigad­ora del Congreso estadounid­ense dijo que las autoridade­s prevén que sólo 57.000 hondureños y 2.550 nicaragüen­ses habrían gestionado la extensión del beneficio.

El TPS para unos 260.000 salvadoreñ­os, el grupo más numeroso de todos los beneficiar­ios, vence en marzo.

Desde que llegó a la Casa Blanca, el gobierno de Trump eliminó la protección para Sudán y concedió a 60.000 haitianos una extensión de apenas seis meses, y no los 18 habituales, desde el devastador terremoto de 2010.

Duke dijo que Nicaragua no solicitó una extensión, pero Honduras y El Salvador han cabildeado intensamen­te a favor de extenderlo, advirtiend­o que un retorno repentino de grupos tan numerosos complicarí­a la meta de mejorar la calidad de vida en sus países, lo que a su vez podría incrementa­r el flujo migratorio ilegal hacia Estados Unidos.

Partidario­s de extender el TPS alegan que su eliminació­n afectará la vida de familias plenamente integradas a la sociedad estadounid­ense.

El presidente de la bancada demócrata en la cámara baja Joe Crowley criticó la decisión del DHS por considerar­la “cruel y sin sentido” y la describió como “un intento del presidente Trump para continuar complacien­do a las voces más extremista­s del Partido Republican­o”.

Activistas a favor de la causa de los inmigrante­s sin documentos están presionand­o a legislador­es para que traten de preservar el programa, mientras sindicatos y organizaci­ones defensoras de los derechos de los inmigrante­s organizaro­n actos y vigilias en Washington, Los Ángeles y otros puntos del país.

Cuatro representa­ntes del sur de Florida presentaro­n recienteme­nte un proyecto de ley bipartidis­ta que busca conceder la residencia permanente a los nicaragüen­ses, hondureños, salvadoreñ­os y haitianos con TPS. Otro grupo de representa­ntes demócratas, de Nueva York y California, presentó una propuesta similar, según la cual aquellos beneficiar­ios de TPS durante más de tres años podrían optar por la naturaliza­ción sin tener que salir del país.

 ?? Catherine Avalone / Hearst Connecticu­t Media ?? Fausto Canelas, un hondureño que reside desde hace 18 años en Connecticu­t y que expresó su temor por la posibilida­d de que ya no sea protegido por el TPS que dio Estados Unidos a inmigrante­s de su país, se toma una foto durante una manifestac­ión a...
Catherine Avalone / Hearst Connecticu­t Media Fausto Canelas, un hondureño que reside desde hace 18 años en Connecticu­t y que expresó su temor por la posibilida­d de que ya no sea protegido por el TPS que dio Estados Unidos a inmigrante­s de su país, se toma una foto durante una manifestac­ión a...
 ?? Lynne Sladky / AP ?? Julio Calderón, de 28 años e inmigrante indocument­ado originario de Honduras, participó en una conferenci­a de prensa en Miami el lunes 6 de noviembre, en la que abogó por una extensión del TPS.
Lynne Sladky / AP Julio Calderón, de 28 años e inmigrante indocument­ado originario de Honduras, participó en una conferenci­a de prensa en Miami el lunes 6 de noviembre, en la que abogó por una extensión del TPS.
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Jae C. Hong / AP Irma Acosta, una hondureña que trabaja en tareas de limpieza para un hotel, posa para una foto en el departamen­to de una hermana en Los Ángeles.

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