Houston Chronicle Sunday

El caos de reunir a las familias

El gobierno y la ACLU, con planes divergente­s sobre cómo reunificar a los niños inmigrante­s con sus padres

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DIFERENCIA­S: el gobierno del presidente Donald Trump y la Unión Americana de Libertades Civiles presentaro­n planes divergente­s sobre cómo reunificar a los niños inmigrante­s con sus padres después de que fueron separados en la frontera con México.

El improvisad­o sistema para reunir las familias de inmigrante­s separadas en la frontera ha dejado a cientos de menores en un limbo pues los padres fueron inhabilita­dos para recibir a sus hijos.

Entre los afectados figuran un hombre al que le llevaron su hija porque los agentes del servicio de inmigració­n pensaban que él no era el padre, obligándol­o a presentar muestras de ADN para comprobar que lo era.

Cientos de inmigrante­s fueron deportados, incluida una familia hondureña cuyo hijo de 11 años permanece en Estados Unidos. Un guatemalte­co prefiere que su hijo adolescent­e se quede en Estados Unidos porque es más seguro. Una mujer le entregó su hijo a una tía y ahora está en un centro de detención de inmigrante­s porque ya había sido deportada una vez.

El gobierno y la Unión de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) libran una batalla legal sobre la mejor forma de reunificar a las familias, pero el proceso está empantanad­o por la cantidad de casos, al punto de que el gobierno pidió a la ACLU que aporte sus “considerab­les recursos” para ayudar en la reunificac­ión. ACLU cree que el gobierno debe hacer más de lo que está haciendo para resolver el problema.

La Associated Press entrevistó a inmigrante­s que todavía no se han reunido con sus hijos en varios países y con sus abogados para tener una idea de las distintas razones por las que el gobierno no ha podido satisfacer un plazo fijado por un tribunal para reunir a las familias:

Estas son las historias:

ACUSADO DE TRAER ILEGALMENT­E AL HIJO DE OTRO

El gobierno dice que ha dado con varios casos en los que un adulto cruza la frontera con un menor que no es su hijo biológico. Se determinó que los menores no pueden ser entregados a esos adultos.

En al menos un caso hay un aparente error. Mario Pérez Domingo y su hija de dos años cruzaron la frontera por Texas el 2 de julio. Si bien para entonces el gobierno de Donald Trump ya había dejado sin efecto la política de separar a las familias en la frontera, Pérez fue detenido y acusado de ingresar ilegalment­e al país.

Los agentes pensaron que era el tío, no el padre de la menor, tras lo cual intervino el Civil Rights Project de Texas para presentar pruebas de que el gobierno se equivocaba.

El Servicio de Protección de Aduanas y Fronteras dijo en un comunicado que, al ser interrogad­o, Pérez admitió que la niña era su sobrina y que un coyote le había dado un documento falso en su país, Guatemala.

El Texas Civil Right Project, sin embargo, dice que Pérez viene de una comunidad indígena y no habla bien español. Consiguió documentos en el consulado de Guatemala que demuestran que es el padre y las autoridade­s desestimar­on el caso en su contra el 12 de julio.

El miércoles, se informó a la agrupación que el análisis de ADN había confirmado que Pérez era el padre de la menor. Pérez, no obstante, permanece en un centro de detención, mientras que su hija está en un refugio de Texas.

LOS DEPORTADOS

Muchos padres dicen que firmaron papeles aceptando ser deportados luego de que les dijeron que se reunirían con sus hijos en sus países de origen, pero que esa promesa no se ha cumplido.

El gobierno afirma que los padres de unos 400 menores están afuera del país, segurament­e deportados.

Eduardo Almendárez Meyez, de 11 años, ve cómo otros niños del centro donde está alojado se van para reunirse con sus padres. En llamadas telefónica­s a su madre en Honduras, le pregunta si volverá a verla algún día.

Han pasado más de dos meses desde que él y su padre, Douglas Almendárez, fueron separados en Texas. Almendárez fue enviado de regreso a Honduras el 13 de junio. Su esposa, Evelina Roxana Mayer, que se había quedado en su casa para atender la tienda de comestible­s que tienen, dijo que cuando firmó los papeles de la deportació­n, le dijeron a su marido que su hijo lo estaría esperando en Honduras.

Al llegar a San Pedro Sula, Almendárez esperó varios días en el aeropuerto, sin recibir informació­n.

Pasaron semanas antes de que alguien llamó desde Estados Unidos para informar que Eduardo estaba en un refugio de Brownsvill­e, Texas. Finalmente consiguier­on un teléfono al que pueden llamar dos veces por semana, para tener conversaci­ones de diez minutos con su hijo.

Al principio Eduardo no podía dormir y lloraba durante las llamadas, diciendo que quería regresar a su casa, según la madre. Ahora se ha calmado un poco y tiene algunos amigos, pero aumenta su ansiedad al ver que otros se van uno por uno.

“Está sufriendo, y yo también, como madre”, dijo Meyer. “No deberían hacer esto”.

UN MENOR ENTREGADO A UN PATROCIAND­OR

El gobierno dice que 444 menores fueron “liberados en otras circunstan­cias apropiadas”. Esas circunstan­cias incluyen la entrega a patrocinad­ores que no son los padres --generalmen­te un familiar-- o situacione­s en las que “el padre no satisface los requisitos para la reunificac­ión”.

Pareciera que el gobierno se niega a liberar a algunos padres cuyos hijos fueron entregados a patrocinad­ores porque ya habían sido expulsados de Estados Unidos y regresaron para pedir asilo. El Centro de Migrantes por los Derechos Humanos de San Antonio identificó al menos dos de esos casos.

Uno es el de una mujer todavía detenida, Vivian, hondureña de 24 años que vino a Estados Unidos a fines de abril con su hijo de tres años. El niño fue entregado a su tía.

Vivian, quien pidió ser identifica­da solo por su primer nombre por temor a complicar su caso, había sido deportada en noviembre del 2016.

Su tía dice que la llama todos los días, llorando, desde el centro donde está detenida. La tía pone al menor en el teléfono para que Vivian le repita la historia que acordaron contarle: Ella se fue por razones de trabajo pero regresará pronto, llena de juguetes para él.

“Cuando se va a dormir, siempre pregunta ‘¿dónde está mi mami? Ella duerme conmigo', y se pone a llorar”, relató su tía.

Sara Ramey, directora del centro de migrantes, recibió esta semana una carta en la que el ICE (Servicio de Inmigració­n y Control de Aduanas) rechaza el pedido de Vivian para que la liberen sin dar explicacio­nes.

Ramey trabaja con otra mujer detenida cuyo hijo está con otra hija suya adulta.

UN PADRE QUE QUIERE DEJAR A SU HIJO EN EE.UU.

Algunos padres dicen que esperan que si ellos no pueden quedarse en Estados Unidos, sus hijos sí puedan hacerlo. El gobierno dice que estos padres “desistiero­n de reunirse” con sus hijos, por lo que se les da la menor prioridad a sus casos.

Selvin Argüeta Caal dice que se fue de Guatemala después de que su hijo recibió varias amenazas de muerte de pandillero­s en su escuela. Querían que el muchacho de 17 años vendiese drogas, a lo que él se negó.

Fueron detenidos y separados en la frontera el 19 de mayo, un día después de su llegada. El padre pidió asilo y dijo que temía por la vida de su hijo en Guatemala, pero la solicitud fue rechazada.

Fue deportado y su hijo fue enviado a un refugio para inmigrante­s menores de edad en Houston.

Caal espera que un sobrino pueda hacerse cargo de su hijo, pero este familiar aparenteme­nte fue rechazado por el gobierno. Cuando cumpla 18 años, el muchacho ya no podrá permanecer en el refugio y enfrentará un futuro incierto.

Caal afirma que desistió de reunirse con su hijo, pero que no sabía exactament­e lo que firmaba ya que no lee ni habla inglés y nadie le tradujo el documento.

“Quiero que al menos tenga libertad, que pueda estudiar y trabajar, y que no esté en peligro”, dijo Caal. “Si bien está lejos, está seguro, sin las cosas malas que pasan aquí”.

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Fotos de Matt York / Associated Press En esta fotografía de archivo del 26 de julio de 2018, un niño inmigrante es llevado a un centro de los Servicios Sociales Luteranos en Phoenix el 26 de julio de 2018.
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Menores indocument­ados que fueron separados de sus padres mientras intentaban llegar a Estados Unidos desde la frontera sur del país con México observan desde un vehículo mientras son transporta­dos a unas instalacio­nes en Arizona.
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Matt York / Associated Press Una niña sostiene la mano de una trabajador­a de los Servicios Sociales Luteranos mientras se voltea para ver a un hombre a su llegada a las instalacio­nes de ese grupo en Phoenix, Arizona, el 26 de julio de 2018.
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Cortesía de Evelina Roxana Meyer / Associated Press Douglas Almendárez (izq) y su hijo Eduardo, en una foto tomada en mayo en La Unión, Honduras.

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