‘La monja’ arrasa en la taquilla
Interpreta al padre Burke en la nueva película de terror
CINE: la película de terror, en la que brilla el actor mexicano Demián Bichir, es la sensación del momento.
Demián Bichir dice que personificar al padre Burke en la película de terror “La monja” (“The Nun”) lo transportó a la infancia al lado de su abuela, pero no porque ésta fuera terrorífica, sino porque es con quien solía ir a la iglesia.
“Ella me enseñó a persignarme y las primeras cosas que aprendí sobre rezar y todo eso”, dijo el actor mexicano de 55 años, protagonista de la nueva cinta derivada de “El conjuro” (“The Conjuring”), que se estrenó el viernes.
Es la segunda vez que Bichir interpreta a un sacerdote — en 2010 encarnó al cura Miguel Hidalgo, libertador de México, en la cinta “Hidalgo, la historia jamás contada” de Antonio Serrano — y dice que esto ayudó a ampliar su visión respecto a las personas de fe.
“Es muy notable cómo estas personas se convierten en soldados al igual que en cualquier ejército”, señaló. “No importa si tienes miedos, si tienes dudas, si tienes tus propios demonios para explorar. Cuando te llaman, cuando se te requiere, tienes que levantarte y actuar”.
“La monja”, dirigida por el cineasta británico Corin Hardy, explora un rincón oscuro del universo de “El conjuro” y comienza con una joven monja que se quita la vida en un remoto monasterio en Rumania. El Vaticano envía al padre Burke y la hermana Irene, interpretada por la actriz estadounidense Taissa Farmiga, a investigar el caso. Juntos descubrirán el impío secreto de la orden.
Bichir asegura que muchos seguidores de la saga no sólo se divertirán y se llevarán un buen susto, sino que la cinta también les dejará un mensaje.
“Recordarán que la fe es mucho más necesaria ahora que nunca”, dijo. “Fe en la humanidad. Eso es lo que nos mantiene de pie con tanta estupidez sucediendo en todos lados”.
Él, confesó, no es fan de las películas de terror.
“No me gusta sentarme en un lugar y asustarme, no me gusta esa sensación, no me gusta pagar para que me asusten”, dijo entre risas.
Su participación en “La monja” lo hizo enfrentarse a un reto atemorizante en una escena en la que su personaje queda atrapado en un ataúd y las manos de “La monja” salen de la nada y le tocan la cara.
“La filmamos tres veces, en tres días diferentes, en dos países diferentes”, recordó. “Ese fue mi castigo”.
Bichir, nominado a un premio Oscar por “Una vida mejor” (“A Better Life”, 2011), tiene una trayectoria cinematográfica que abarca más de 40 películas. Sus créditos también incluyen “Los 8 más odiados” (“The Hateful Eight”) de Quentin Tarantino, “Machete Kills” de Robert Rodríguez y “Salvajes” (“Savages”) de Oliver Stone.
Viejos recursos
Así de terrorífica como es, “La monja” no alcanza el nivel de horror que sacude hoy en la vida real a la Iglesia católica.
Mientras una nueva generación de cineastas has infundido nueva vida al género del terror al incrustarlo con comentarios sociales aterradores y prominentes, la franquicia “El conjuro” (“The Conjuring”) - de la cual deriva “La monja” como quinta entrega de la serie - no aborda un tema real. Se trata de exhumar los arquetipos clásicos del terror - casas viejas decrépitas, muñecas viejas espeluznantes - con efectos de la vieja escuela. ¿Y qué representa mejor la vieja escuela que una monja malvada?
Ubicada en 1952, “La monja” muestra los orígenes de Valak (Bonnie Aarons), una monja demoniaca que apareció por primera vez en “El conjuro 2” durante una búsqueda de la experta en fenómenos paranormales interpretada por Farmiga. Esta vez, nuestra protagonista es la hermana Irene (interpretada por la hermana menor de Vera, Taissa Farmiga), una novicia que, justo antes de sus votos, es despachada por el Vaticano con el padre Burke (Bichir), un experto en fenómenos inexplicables (o como él dice, “cazador de milagros”), a un remoto monasterio rumano donde una joven monja acaba de ahorcarse.
La abadía putrefacta y descuidada y su convento adyacente son adecuadamente escalofriantes. El lugar, muy bien creado por la diseñadora de producción Jennifer Spence, tiene el aspecto de un plató de una cinta de terror, con todo y un cementerio neblinoso, y la acción que sigue tiene el patrón de sorpresas y sustos más reconfortantes que pueda esperarse. Entrar al mundo gótico de “La monja”, construido sólidamente sobre los clichés de las cintas de terror, es ir a un reino oscuramente fantástico que es prácticamente acogedor y familiar.
Las criptas se convertirán en trampas, las apariciones titilarán en los espejos y el antiguo dogma cristiano será usado con todo su poder siniestro. Ciertamente, cualquiera que vaya en cualquier momento a cualquier lugar con una linterna se meterá en problemas.
Pero lo que distingue a “La monja” son sus presencias sedosas y suntuosas. Dirigida por el cineasta británico Corin Hardy (“The Hallows”) y fotografiada por Maxime Alexander (quien también estuvo a cargo de la cinematografía de la cinta derivada de “El conjuro” “Annabelle 2: la creación”), “La monja” está envuelta en una oscuridad tal que por momentos parece al borde de convertirse en una abstracción catastrófica. Uno casi le pierde el hilo a la acción mientras la hermana Irene cae en un abismo laberíntico.
El hechizo, por supuesto, se rompe al volver las exigencias de la trama y la saga. Y “La monja” tiene poco que ofrecer más allá de un cuidado con las espeluznantes abadías rumanas, aunque por un momento cuelga suspendida en una melancolía suntuosa, del tipo que por estos días pasa por un escape bienvenido.