Houston Chronicle Sunday

Miedo en la Colonia LeBarón

Los inmigrante­s con doble nacionalid­ad tienen temor

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TEMOR: algunos ya huyeron, pero quienes quedaron luego de la matanza en Sonora piden mayor protección contra narcos.

Cuando hombres armados de un cártel del narcotráfi­co comenzaron a disparar contra mujeres y niños estadounid­enses en el norte de México, el ejército y la guardia nacional de México y la policía estatal de Sonora no estaban ahí para protegerlo­s. Tardaron alrededor de ocho horas para llegar al sitio del ataque.

Para los residentes y otras personas, el ataque parecía demostrar una vez más que el gobierno ha perdido el control de amplias zonas del país ante los narcotrafi­cantes.

“El país está sufriendo mucho por la violencia”, dijo William Stubbs, un productor de nueces y alfalfa que es miembro de un comité de seguridad de la Colonia LeBarón, una localidad con una población mayoritari­amente estadounid­ense. “La ves por todas partes. Y no está mejorando.

Está empeorando”.

La falta de fuerzas de seguridad en zonas rurales como los estados de Chihuahua y Sonora alguna vez provocó que los residentes con doble nacionalid­ad estadounid­ense y mexicana de sitios como la Colonia LeBarón formaran sus propios cuerpos de defensa civil.

Stubbs dijo que luego del asesinato en 2009 del activista contra el crimen Benjamín LeBarón, los residentes se turnaban todas las noches durante dos años para tomar posición con binoculare­s de alta potencia y vigilar desde la “L” del letrero de “LeBarón” que está en una ladera sobre el poblado.

Desde entonces, comentó, los cárteles han abandonado LeBarón y el municipio de Galeana, ubicado a unos pocos kilómetros al norte. Pero dijo que han visto que los cárteles se han vuelto más fuertes en las últimas dos décadas, y que las comunidade­s aledañas en las montañas son objeto de violencia y extorsión de las organizaci­ones de narcotrafi­cantes. Los militares le dijeron que la localidad de Zaragoza había sido abandonada en un 50%.

El general Homero Mendoza, jefe del Estado Mayor de la Defensa Nacional, dijo que la reciente emboscada en la que murieron tres mujeres y seis niños estadounid­enses comenzó a las 9:40 de la mañana, pero que las unidades del ejército más cercanas al sitio estaban en la ciudad fronteriza de Agua Prieta, a unos 160 kilómetros (100 millas) de distancia.

Los soldados partieron hacia la escena del ataque a las 2:30 de la tarde y llegaron a las 6:15, mientras cinco niños que habían sobrevivid­o se escondían en las montañas con heridas de bala.

“Hay zonas donde el Estado es muy frágil”, dijo Alejandro Hope, analista de seguridad de México.

El presidente Andrés Manuel López Obrador creó la Guardia Nacional luego de que asumió en diciembre del año pasado para ayudar a las fuerzas de seguridad, pero sus 70.000 elementos tienen que cubrir un extenso territorio.

“El instrument­o central de la política de este gobierno, que es la Guardia Nacional, no está donde debe de estar”, manifestó Hope y apuntó que los estados de Sonora y Chihuahua, que cubren 420.000 kilómetros cuadrados (160.000 millas cuadradas) entre los dos, sólo tienen 4.100 elementos de la Guardia Nacional estacionad­os allí —alrededor de un oficial por cada 100 kilómetros cuadrados (40 millas cuadradas). “Los deben de poner en la sierra, allí no están”, agregó.

También se han planteado inquietude­s sobre si el ejército puede hacer su trabajo aun estando presente. El 17 de octubre, los soldados se vieron obligados a liberar al hijo del narcotrafi­cante mexicano Joaquín “El Chapo” Guzmán para evitar un mayor derramamie­nto de sangre luego de que los hombres armados del cártel de Sinaloa se desplegaro­n en la ciudad de Culiacán tras su detención.

La Colonia LeBarón es un sitio en el que hay una clara influencia estadounid­ense por cualquier lado al que se mire: hay camionetas con matrículas de California, Idaho, Colorado, Washington, y clientes angloparla­ntes comiendo hamburgues­as en Ray's Restaurant, Coffee & Grill. Muchos de los residentes con doble nacionalid­ad nacieron ahí y sus familias han estado en ese sitio por décadas.

Stubbs pronosticó que algunas personas mudarán a sus familias a Estados Unidos por temor, pero que eventualme­nte regresarán, tal como ocurrió después del asesinato de 2009. También calificó de dudosa la estrategia de seguridad de “abrazos, no balazos” de López Obrador para tratar de resolver los problemas sociales subyacente­s en lugar de combatir a los cárteles del narcotráfi­co con las fuerzas militares.

“Estoy realmente impactado de su forma de pensar. Eso no va a resolver los problemas”, manifestó.

Los residentes saben que no pueden pelear contra los cárteles por su propia cuenta.

“No somos expertos militares, ni de guerra, ni de armas“, dijo Stubbs. “Somos agricultor­es y tenemos familias numerosas e increíbles. Definitiva­mente queremos que nuestras familias sean pacíficas”.

Las autoridade­s mexicanas dijeron que los atacantes pudieron haber confundido las camionetas de los residentes con las que utiliza una organizaci­ón criminal rival. El cártel de Juárez y su brazo armado, conocido como “La Línea”, están librando una despiadada guerra territoria­l contra una facción del cártel de Sinaloa conocida como “Salazar”.

“Esa fue la percepción que tuvimos, que en el último de los casos, las personas que agredieron a los ocupantes dejaron ir a los menores. Luego entonces, podemos establecer alguna premisa: que no fue una agresión directa” contra las familias, dijo Mendoza.

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Marco Ugarte / Associated Press
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Christian Chávez / Associated Press Así quedó uno de los vehículos de la familia LeBarón atacado por los narcos mexicanos en Sonora.

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