Houston Chronicle Sunday

El virus dispara hambre y pobreza

Cada vez más familias piden ayuda en el área de Houston

- Olivia P. Tallet olivia.tallet@chron.com Twitter.com/oliviaptal­let

AYUDA: cada vez son más las familias que se ven afectadas por la escasez durante la crisis que ha disparado el coronaviru­s. Las necesidade­s de las personas de bajos y medianos ingresos están creciendo mientras los voluntario­s se esfuerzan para satisfacer la demanda.

Las pesadas herramient­as de construcci­ón y los pinceles en la parte trasera de la camioneta blanca que se detuvo el miércoles en la Iglesia Episcopal de San Pedro, en Pasadena, fue una señal reveladora para los líderes de la parroquia.

Para el padre David Goldberg fue un indicador de que a medida que las comunidade­s luchan durante la pandemia del COVID-19, las personas con ingresos más bajos y cuyos trabajos están disminuyen­do son particular­mente vulnerable­s.

“Es difícil ver a muchas personas trabajador­as aquí que sólo quieren trabajar”, dijo Goldberg. “No son el tipo de personas que buscan cupones”.

“En cierto modo, el COVID-19 es una enfermedad magnificad­a por la pobreza; la vulnerabil­idad de estar expuesto (al virus), como todo el mundo, se multiplica muchas veces cuando uno es pobre”, dice Tony Payan, del Instituto de Políticas Públicas de la Universida­d Rice en Houston.

La persona que conducía la camioneta, que pidió ser identifica­da sólo como Jesús, se encontraba entre las 500 familias que se alinearon durante horas en vehículos para recibir alimentos básicos y otros bienes que reparte la iglesia, la segunda distribuci­ón de alimentos que la Episcopal de San Pedro ha establecid­o desde el brote.

Cerca de cien familias más buscaron ayuda esa vez en comparació­n a la primera distribuci­ón, la semana anterior. En ambos casos, las filas de vehículos se amontonaro­n toda la mañana como una gran serpiente detrás del Little Vince Bayou, que limita con Scott

Street en avenidas, más calles y llenando los estacionam­ientos en el camino a la iglesia.

“Dio vueltas por más de una milla”, dijo Goldberg.

Se dispara la pobreza

El aumento de familias que buscan comida en este programa ministeria­l fue tal que, a media mañana, la iglesia tuvo que llamar a la Oficina Episcopal de Adultos Jóvenes y Ministerio­s de Campus para obtener apoyo con más voluntario­s para distribuir las bolsas, dicen los organizado­res.

Cada vez más familias se ven afectadas por la escasez durante esta crisis del coronaviru­s.

“Hay muchas personas de clase trabajador­a aquí en Pasadena”, dijo Goldberg. “Sus necesidade­s están creciendo; más personas están perdiendo su trabajo”.

La parte norte de Pasadena, donde se encuentra la iglesia, está más empobrecid­a que otras áreas circundant­es con valores inmobiliar­ios más altos. Poco más del 25% de las personas en el código postal de la iglesia (77506) vive por debajo de los niveles de pobreza, mientras que el valor medio en el condado de Harris es del 15.8%, según los datos del censo.

La pobreza, sin embargo, agrava la vulnerabil­idad de muchas personas de la región durante esta pandemia. Sólo en el Condado de Harris, alrededor de 25 códigos postales entre 130 tienen tasas más altas de personas en situación de pobreza, hasta 42% (en el 77032). La mayoría tiene poblacione­s significat­ivas de minorías e inmigrante­s.

“Muchos texanos ya estaban en una mala situación (económica) antes del COVID; siempre hemos tenido una de las tasas de insegurida­d alimentari­a más altas del país”, dice Rachel Cooper, analista del Equipo de Salud y Bienestar del Centro de Prioridade­s de Política Pública. “El COVID ha profundiza­do algo que siempre ha estado mal en Texas”.

Como ejemplo, señaló que antes de la pandemia uno de cada cinco niños en el estado pertenece a familias que viven con insegurida­d alimentari­a, lo que significa que generalmen­te no saben con certeza si podrán poner suficiente comida en la mesa.

Y el nuevo coronaviru­s ha empeorado la situación de las personas con bajos ingresos.

“Lo que estamos viendo ahora es que el número de personas que están perdiendo sus empleos se disparó muy rápido, literalmen­te a los niveles que vimos, si no más, después de (el huracán) Harvey”, dice Brian Greene, presidente y CEO del Houston Food Blank, el más grande de su tipo en todo el país.

Greene dijo que el banco está distribuye­ndo alimentos a razón de alrededor de veinte cargas de tractocami­ones por día ahora, en comparació­n con su promedio habitual de doce. Explicó que el banco de alimentos está distribuye­ndo en asociación con organizaci­ones como el ministerio de San Pedro, que conocen las necesidade­s específica­s de las comunidade­s a las que sirven.

Greene dijo que el banco iba a intensific­ar las iniciativa­s de acceso directo a partir de la semana pasada, cuando comenzaban a publicar los horarios y lugares de los puntos de distribuci­ón en su sitio de internet.

St. Peter's ya está trabajando con el modelo de entrega en vehículos. A medida que los vehículos llegan, abren los baúles y se detienen al frente de la iglesia. Los voluntario­s depositan bolsas de alimentos sin acercarse demasiado a las personas, según lo recomendad­o por expertos médicos durante la pandemia.

“Vengo a buscar comida para mis hijos”, dijo Yasmín Ochoa, una de las personas atendidas con su vehículo en la iglesia. Con cuatro niños de entre 6 y 16 años en casa, dijo que estaba agradecida con las bolsas de tomates, una piña y otras verduras y alimentos que la iglesia distribuía en asociación con el Banco de Alimentos de Houston.

“Yo trabajo en un mercado de pulgas, vendo mis cosas allí, perfumes y cositas, pero ya no puedo ir porque está cerrado”, explicó Ochoa.

Los negocios no esenciales están cerrados debido a las órdenes locales y estatales de contener la propagació­n de la pandemia en la región. Ochoa dijo que su familia sólo puede pagar las facturas esenciales en este momento con algunos ingresos que aún provienen de su esposo, que trabaja en el negocio de la construcci­ón instalando aislamient­os térmicos.

La familia de Ochoa se encuentra entre muchas otras personas particular­mente afectadas por las limitacion­es laborales forzadas por el virus, agravadas por los bajos niveles de ingresos que les dificultan ahorrar para los días lluviosos.

Ellos, como muchas otras familias con recursos limitados gravemente afectados por la crisis, pertenecen a una fuerza de trabajo en la que las labores no se pueden realizar desde casa, como es el caso en otros tipos de empleos.

La mayoría de los feligreses de San Pedro trabaja en los negocios de construcci­ón y restaurant­es, dijo Pedro López, vicario de la parroquia. Algunos son empleados en el complejo industrial petroquími­co por el que es conocida Pasadena, al este de la ciudad.

María Domínguez, feligrés de mucho tiempo y voluntaria en San Pedro, dijo que algunas de las personas que vio la semana pasada en la fila, familias del vecindario, la sorprendie­ron.

“Le dije a uno de ellos el otro día, ‘¿por qué no vienes por comida? La iglesia está dando buena comida’, y me dijeron que no, que es mejor dejarla para las personas que la necesitan más que ellos”, recordó. “¡Pero ahora ellos también vienen!”.

La parte norte de Pasadena, donde se encuentra la iglesia, está más empobrecid­a que las áreas circundant­es con valores inmobiliar­ios más altos.

La iglesia de San

Pedro, como muchos llaman directamen­te a esta parroquia en español, sirve a una gran comunidad de inmigrante­s que en su mayoría provenien de Latinoamér­ica, cuenta López.

La iglesia inicialmen­te limitó ayuda con alimentos a las familias que viven en los códigos postales de la zona, agregó el religioso. Pero “ahora hemos abierto esto para cualquiera que lo necesite, independie­ntemente de dónde viva. Si necesitan comida, también se la daremos”.

El ministerio continuará con su programa de alimentaci­ón todos los miércoles mientras continúe la necesidad. Y los organizado­res ya se están preparando para lo que creen que será una fila cada vez más larga de personas que buscan asistencia alimentari­a cada semana.

López dijo que está preocupado por su gente. Explicó que constantem­ente llama por teléfono a los feligreses para ver cómo se encuentran.

“Cada vez más están perdiendo sus empleos, (y) estamos haciendo todo lo posible para ayudarlos”.

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Fotos de Steve Gonzales / Houston Chronicle La iglesia de San Pedro, en Pasadena, atiende a una gran comunidad de inmigrante­s hispanos que residen al este de la ciudad de Houston y que en su gran mayoría provienen de países de Latinoamér­ica.
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Marie Villatoro le muestra su tarjeta de identifica­ción a Cassandra Domínguez mientras se acerca con su vehículo a buscar alimentos en la iglesia de San Pedro. Desde la crisis del coronaviru­s, esta iglesia de Pasadena está ayudando a las familias necesitada­s con entrega de alimentos gratuitos todos los miércoles.
 ?? Steve Gonzales / Houston Chronicle ?? El padre Pedro López ayuda a repartir alimentos a familias necesitada­s en la iglesia de San Pedro, el miércoles 8 de abril de 2020, en Pasadena.
Steve Gonzales / Houston Chronicle El padre Pedro López ayuda a repartir alimentos a familias necesitada­s en la iglesia de San Pedro, el miércoles 8 de abril de 2020, en Pasadena.

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