Houston Chronicle Sunday

Biden, ante decisión por muro

El presidente electo prometió suspender de inmediato la construcci­ón de muros en la frontera con México

- Nomaan Merchant y John L. Mone

PROMESA: en su campaña, el presidente electo dijo que suspenderí­a la construcci­ón en la frontera con México.

El gobierno estadounid­ense ha estado tratando de quedarse con las tierras de Pamela Rivas para construir allí un muro fronterizo desde antes de que Joe Biden fuese vicepresid­ente durante la administra­ción de Barack Obama.

Desde un peñasco, Rivas puede ver el territorio mexicano, del otro lado del río Grande (o Bravo para los mexicanos). Pasó su infancia pescando en el río.

El gobierno quiere partir en dos su propiedad con un cerco de acero que cerraría su acceso al río y propone pagar solo por la faja de terreno donde erigiría el muro. Mientras tanto, la tierra está siendo vigilada constantem­ente por agentes de la Patrulla Fronteriza que la cruzan sin su consentimi­ento.

“Llevamos 12 años peleando en los tribunales”, dice Rivas. “Es devastador. Esta es la herencia de mi familia”.

Biden prometió poner fin a la construcci­ón de un muro en la frontera con México. Pero cuando asuma en enero, tendrá que tomar muchas decisiones difíciles en vista de que el gobierno saliente de Donald Trump ha estado acelerando las obras en sus últimas semanas. Por otro lado, lo acompaña un cierto escepticis­mo relacionad­o con sus políticas del pasado hacia los muros fronterizo­s.

Como senador, Biden votó a favor de apropiarse de tierras privadas en 2006. Y fue vicepresid­ente de un gobierno de Barack Obama que siguió construyen­do cercos y demandando a propietari­os de tierras en la frontera. Bajo la ley de 2006 se construyer­on 1.050 kilómetros (650 millas) de barreras hasta 2011.

En el valle del Río Grande, en el sur de Texas, donde Rivas y varias decenas de propietari­os de tierras resisten la construcci­ón de muros, Obama construyó más barreras que Trump.

“Ahora somos un poco menos inocentes que la última vez”, dijo Ricky Garza, abogado de Proyecto de Derechos Civiles de Texas (Texas Civil Rights Project), una organizaci­ón sin fines de lucro que representa a Rivas y otros propietari­os.

Biden heredará un enorme plan de construcci­ón de muros que se vio acelerado en el último año. Se están despejando espacios a fuerza de explosione­s y destruyend­o cactus y otros aspectos del hábitat de Arizona y Nuevo México. Casi toda la construcci­ón adelantada bajo el gobierno de Trump se ha hecho en reservas de vida silvestre y en territorio­s indígenas que ya pertenecía­n al estado. Si bien las obras son considerar­as “reemplazos” de otras ya existentes, se están eliminando barreras para vehículos y en su lugar se instalan enormes postes de acero y luces mucho más restrictiv­as.

El gobierno de Trump dice que completó 644 kilómetros (400 millas) y que hacia fin de año habrá terminado otros 725 kilómetros (450 millas). Hay más de dos docenas de proyectos en marcha y contratos firmados con al menos cinco empresas constructo­ras, por valor de 7.000 millones de dólares, según cifras del gobierno,

El Cuerpo de Ingenieros

del Ejército, que supervisa las obras financiada­s con fondos de los militares a los que Trump tuvo acceso mediante una declaració­n de emergencia nacional, “no especulará sobre las medidas que el gobierno pueda tomar o no” y “espera que los contratist­as sigan las obras según los términos de sus contratos”, declaró el portavoz George Jozens en noviembre.

Después de las elecciones el Departamen­to de Justicia siguió demandando a propietari­os de tierras en Texas. Enfrenta los mismos obstáculos con que tropezaron otros gobiernos a la hora de decidir a quién demandar. Algunos de los terrenos donde desea construir muros tienen decenas de potenciale­s herederos dispersos por el país.

El trabajo ha sido complicado y en una ocasión una jueza federal acusó al gobierno de hacerle “desperdici­ar los recursos del juzgado”.

“No se toman el trabajo

de averiguar si alguien falleció”, dijo la jueza Micaela Álvarez, nombrada por el expresiden­te GeorgeW. Bush. “Hay casos en los que se menciona a alguien y uno o dos meses después, regresan y te dicen que esa persona murió hacía dos, tres o cuatro años”.

La semana después de las elecciones, el estado demandó a Minnie G. Sáenz, una viuda de 78 años que estaba con su hijo cuando se enteró de la demanda a través de la agencia Associated Press.

“Están apurados, pero no apurados para pagar, sino para construir”, comentó el hijo, Leonel Sáenz Jr.

A Biden le costará frenar obras en marcha.

En agosto prometió que no construirí­a “ni un pie” más de muros en la frontera y que “retiraría las demandas” que hay en curso. Una portavoz del equipo de transición de Biden, Jennifer Molina, dijo en un comunicado reciente que el presidente electo dejaría sin efecto la

declaració­n de emergencia nacional de Trump e “invertiría en soluciones reales” en la frontera.

Dijo que recurrirá a una mejor tecnología y a una mejor infraestru­ctura en los puertos de entrada.

Molina no dijo cómo haría Biden para frenar la construcci­ón de muros.

De paralizar las obras en marcha, se dejarían el acero y el cemento ya adquirido en esos sitios. Pero si permite que sigan, podría exponerse a que lo acusen de no cumplir sus promesas.

Los contratist­as, por su parte, podrían exigir compensaci­ones, de acuerdo con el servicio de Protección de Aduanas y Fronteras. No está claro cuánto costarían esos pasos pues el gobierno no dio a conocer los contratos.

La retórica de Trump en torno a la construcci­ón del muro, acompañada a menudo por críticas a los inmigrante­s, complicó el consenso bipartidis­ta que hubo alguna vez en relación con la seguridad en

la frontera. Obama y

Bush hijo construyer­on muros y añadieron agentes a la Patrulla Fronteriza, lo mismo que torres de vigilancia, dirigibles y helicópter­os. También añadieron nueva tecnología de vigilancia.

“Si lo analizas en conjunto, esto es mucho más sensato”, dijo Kerlikowsk­e.

Algunos residentes y activistas dicen que la suspensión de la construcci­ón del muro debería ser parte de un repudio amplio de lo que describen como la “militariza­ción” de la frontera. Afirman que el gobierno debería usar el dinero para mejorar la salud pública y la infraestru­ctura, especialme­nte a la luz de los estragos que está causando el coronaviru­s en las comunidade­s fronteriza­s.

“Hay que abandonar la idea de que debemos sellar de algún modo la frontera”, declaró Garza, del Proyecto de Derechos Civiles de Texas.

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Eric Gay / AP
 ?? Eric Gay / AP ?? Pamela Rivas observa el río Grande desde sus tierras en Los Ebanos, Texas, en la frontera entre EE.UU. y México. Rivas resiste los esfuerzos del gobierno estadounid­ense para construir un muro en su propiedad.
Eric Gay / AP Pamela Rivas observa el río Grande desde sus tierras en Los Ebanos, Texas, en la frontera entre EE.UU. y México. Rivas resiste los esfuerzos del gobierno estadounid­ense para construir un muro en su propiedad.

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