Houston Chronicle Sunday

Una Navidad un poco diferente

Como consecuenc­ia de la pandemia, a mucha gente le resulta una opción atractiva

- Leanne Italie

EN CASA: muchos temen que la gente ignore las restriccio­nes por el coronaviru­s en la Navidad y el Año Nuevo. Al mismo tiempo, sin embargo, están también los que ven con buenos ojos la idea de pasar las fiestas en casa, sin gastos, dramas familiares ni dolores de cabeza cuando viajan.

Corritta Lewis tiene una familia grande. Su madre es una de 12 hermanas y hermanos. Generalmen­te, durante las fiestas ella, su esposa y su hijo de dos años le escapan al sol del sur de California y pasan unos días caóticos y divertidos en el frío de Ohio. Este año eso no va a suceder.

“Nos alegra el que vamos a ahorrar dinero y pasaremos más tiempo juntos. Serán unas fiestas con menos estrés”, comentó Lewis, analista del departamen­to de recursos humanos de una firma, de 31 años y residente en Oceanside. “No tendremos que lidiar con multitudes en los aeropuerto­s, en los negocios y con todo el loquero asociado con las fiestas. Las pasaremos en pijamas, viendo películas todo el día”.

Muchos temen que la gente ignore las restriccio­nes derivadas del coronaviru­s en la Navidad y el Año Nuevo. Al mismo tiempo, sin embargo, están también los que ven con buenos ojos la idea de pasar las fiestas en casa, sin gastos, dramas familiares ni dolores de cabeza cuando viajan.

Algunos planean usar el dinero ahorrado para comprar cosas para la gente necesitada en esta época de pandemia, muertes, hospitaliz­aciones y desempleo.

“A mucha gente le encantó pasar el día de Acción de Gracias con reuniones pequeñas”, expresó Maryanna Klatt, profesora de medicina familiar del Centro MédicoWexn­er de la Univiersid­ad Estatal de

Ohio. “Pensaron que echarían de menos la posibilida­d de viajar y las reuniones grandes, y no fue así”.

Sus alumnos dijeron que evitaron la ansiedad de las reuniones grandes con familiares y amigos, y que tuvieron conversaci­ones más profundas con las pocas pesonas con las que se vieron.

“El COVID-19 y sus daños colaterale­s pueden terminar dictando comportami­entos futuros, no necesariam­ente de una forma negativa. Tenemos que abrir los ojos a esta sorpresiva novedad”, dijo Klatt.

En Fort Lauderdale, Florida, Shannon O'Reilly, de 33 años, generalmen­te visita a su familia en Nueva Jersey para la Navidad, “y nunca te sientes como si estuvieses de vacaciones”, según cuenta. Tanto ella como su marido tienen familias grandes y tratar de visitar a todos no les deja tiempo para nada.

“Estamos todo el tiempo yendo de casa en casa, sin descansar. Para ser sincera, apenas aterrizamo­s en (el aeropuerto de) Newark, nos miramos y nos preguntamo­s: ‘¿para qué venimos?’”.

Este año, pasarán las fiestas solos, “sin ninguna obligación familiar”.

Los Centros de Control y Prevención de Enfermedad­es recomienda­n no viajar para las fiestas de fin de año en medio de un rebrote de la pandemia. Y a quienes lo hagan, les piden que se hagan pruebas de COVID-19 antes de partir, para evitar propagar el virus si están contagiado­s.

Rosalin Siv, de 38 años, de Manhattan, dice que no se alegra de no tener que viajar al sur de California con su esposo y su hijo de cuatro años para visitar a sus padres, hermanos y demás familiares y amigos. Pero se siente aliviada.

“Estoy embarazada y la idea de lidiar con mi trabajo y con viajes y reuniones familiares es más estresante que de costumbre”, expresó Siv, fundadora de una empresa que vende productos de panadería por la internet. “No voy a extrañar toda la logística”.

Para empezar, está el viaje de cinco o seis horas en avión, durante el cual hay que buscar formas de calmar a su hijo y luchar

con el tráfico.

En otros rincones del mundo la gente también expresa alivio de no tener reuniones grandes.

Ben Taylor, de 43 años, residente en Kent, al sudeste de Inglaterra, con su esposa y dos hijos, de seis y dos años, dice que en épocas normales la Navidad es “un viaje loco, mágico y misterioso” que dura una semana. Generalmen­te viajan en auto, unas cuatro horas, para visitar a parientes y amigos en Norfolk.

“Siempre me pongo un poco nervioso porque es como visitar casa tras casa donde la gente descansa, sin que nosotros podamos descansar”, dijo Taylor. “¡Ahora nos toca a nosotros!”.

Si bien las vacunas contra el COVID-19 están en camino, todavía no están disponible­s para gran parte de la población en general y los expertos afirman que no se puede bajar la guardia.

Nicoletta Barbata es una italiana que vive en la isla griega de Santorini desde hace casi cuatro años. La Navidad es la única vez que visita a su familia en Milán todos los años.

“Generalmen­te me quedo de cuatro a seis semanas”, dijo Barbata, de 39 años y soltera. “Cuando voy a Milán me reencuentr­o con mi familia y mis amigos, paso tiempo con mis padres y visito gente en toda Italia que no he visto por meses”.

Si bien echará de menos su viaje este año, se alegra de poder pasar las fiestas con las amistades que hizo en Grecia.

“Soy el tipo de persona que siempre trata de ver el lado positivo de las

cosas”, dijo Barbata.

Para Holly Nordenberg, de Madison, Wisconsin, las fiestas estarán teñidas de tristeza.

“Mi abuelo falleció del COVID el mes pasado”, dijo Nordenberg, de 36 años y quien tiene dos hijos de tres y cinco años.

Agregó que, al irse el patriarca, es posible que las reuniones habituales de hasta 40 personas no se hagan este año en Rock Island, Illinois, de donde es ella.

Hay muchas razones por las que eso no le molesta tanto.

“No quería saber nada de la reunión de Navidad este año por el clima político y lo polarizada que está mi familia”, expresó.

Acotó que ella, su marido y sus hijos pasarán unas fiestas enfocadas en la “gratitud y cocinando” en casa.

“Honestamen­te, quiero unas fiestas tranquilas”, dijo Nordenberg. “Ya hicimos las decoracion­es,

tengo de todo en la alacena y encontramo­s formas de apreciar lo afortunado­s que somos”.

Duras consecuenc­ias

Muchos estadounid­enses están pagando ahora el precio por lo que hicieron en el feriado de Acción de Gracias y enfermándo­se de COVID-19, y las autoridade­s de salud les advierten — incluso les ruegan — que no cometan los mismos errores durante la temporada navideña y el Año Nuevo.

“Es un pico adicional al actual”, dijo Ali Mokdad, profesor de ciencias de la salud en la Universida­d deWashingt­on en Seattle. “Honestamen­te, es una advertenci­a para todos”.

En todo el país, los rastreador­es de contactos y médicos de salas de emergencia están escuchando reiteradam­ente de pacientes con coronaviru­s que socializar­on durante el feriado con personas que no vivían con ellos, pese a las enfáticas advertenci­as de las autoridade­s de salud.

El virus estaba diseminánd­ose rápidament­e por la nación incluso antes del feriado de Acción de Gracias, pero estaba mostrando indicios de estabiliza­ción. Desde entonces se ha disparado, con nuevos casos que rebasan los 200.000 por día.

El funesto panorama se produce cuando Estados Unidos está tratando de implementa­r una vasta campaña de vacunación contra el virus, que ha matado a más de 300.000 personas e infectado a unos 16 millones en el

país.

Las muertes han subido a un promedio diario para siete días de casi 2.260, similar al pico registrado a mediados de abril cuando el área de Nueva York era el eje del brote. Los nuevos casos están aproximada­mente en 200.000 diarios, basado en un promedio para dos semanas, un incremento de 16% respecto a la víspera de Acción de Gracias.

En el estado deWashingt­on, los rastreador­es de contactos contaron al menos 336 personas que dieron positivo y dijeron que asistieron a reuniones o volaron durante el feriado. Se esperan más.

El virus pudiera seguir en incubación en alguien que haya sido expuesto cuando regresaba a casa el domingo tras el feriado. El fin de ese período de incubación de dos semanas es este domingo.

La nueva ronda de festividad­es pudiera generar aún más casos. Feriados consecutiv­os comenzaron con Hanukkah, seguido por la Navidad, Kwanza y la víspera de Año Nuevo.

“No es el momento para invitar a los vecinos a una cena No es el momento para estar celebrando fiestas en grupos”, dijo el doctor Joshua LaBader, de la Universida­d Estatal de Arizona en Phoenix.

Mientras tanto, hospitales en todo el país comenzaron a acelerar la inmunizaci­ón con la vacuna de Pfizer y BioNTech, aprobada por la FDA la semana pasada.

 ?? Go Nakamura / Getty Images ?? Kirbie Standley, Gabriel Cervera Rodríguez, Diana Escalante, Quantavia Love y Ladarious Styles, desde la izq., bailan al ritmo de canciones navideñas mientras trabajan en una unidad de cuidados intensivos para pacientes con COVID-19 en el United Memorial Medical Center de Houston, el 10 de diciembre de 2020.
Go Nakamura / Getty Images Kirbie Standley, Gabriel Cervera Rodríguez, Diana Escalante, Quantavia Love y Ladarious Styles, desde la izq., bailan al ritmo de canciones navideñas mientras trabajan en una unidad de cuidados intensivos para pacientes con COVID-19 en el United Memorial Medical Center de Houston, el 10 de diciembre de 2020.
 ?? Jason Fochtman / Houston Chronicle ?? Además de cubrir el rostro de Santa Claus y sus ayudantes con una máscara de plástico, la gente debe mantener distanciam­iento social para saludarlo con los niños en esta Navidad en TheWoodlan­ds Mall.
Jason Fochtman / Houston Chronicle Además de cubrir el rostro de Santa Claus y sus ayudantes con una máscara de plástico, la gente debe mantener distanciam­iento social para saludarlo con los niños en esta Navidad en TheWoodlan­ds Mall.
 ?? Cortesía de Corritta Lewis vía AP ?? Corritta Lewis (centro) y su esposa Mea posan con su hijo Caleb, de dos años, en Oceanside, California. Lewis dice que pasarán las fiestas en casa en lugar de viajar a Ohio, donde tienen muchos familiares.
Cortesía de Corritta Lewis vía AP Corritta Lewis (centro) y su esposa Mea posan con su hijo Caleb, de dos años, en Oceanside, California. Lewis dice que pasarán las fiestas en casa en lugar de viajar a Ohio, donde tienen muchos familiares.
 ?? Cortesía de Holly Nordenberg vía AP ?? Holly Nordenberg (izq), su esposo Ross Nordenberg y sus hijos Gia y Gwen (der) en una granja de Oregon, Wisconsin. El abuelo de Holly falleció por COVID-19 y a ella le gusta la idea de no hacer reuniones familiares grandes a fin de año.
Cortesía de Holly Nordenberg vía AP Holly Nordenberg (izq), su esposo Ross Nordenberg y sus hijos Gia y Gwen (der) en una granja de Oregon, Wisconsin. El abuelo de Holly falleció por COVID-19 y a ella le gusta la idea de no hacer reuniones familiares grandes a fin de año.

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