Houston Chronicle

¿ES EL FINAL DEL ‘TIKI TAKA’?

El Mundial de Rusia sirvió de parteaguas en cuanto al estilo de juego predominan­te

- GERMÁN F. MOORES

El Mundial de Rusia parece haber marcado el final del “tiki taka” en pro de un estilo de juego que quizás sea para algunos menos vistoso, pero más vertical, y por cierto más efectivo, en su forma de buscar y llegar al arco rival.

El estilo que encumbró al Barcelona en la última década y que a nivel de seleccione­s llevó a España a la conquista de su primer título mundial hace ocho años en Sudáfrica resultó infructuos­o en Rusia. Y los que siguieron apostando a él se fueron indefectib­lemente mordiendo el polvo.

Equipos poderosos y llenos de estrellas como la ahora ex monarca Alemania en la fase de grupos, Argentina y España en los octavos de final y Brasil en cuartos terminaron eliminados y chocando contra otros con los recursos suficiente­s como para frustrarlo­s.

Al fin y al cabo, de nada les sirvió a esos equipos irse del torneo con las estadístic­as de mayor posesión del balón si no contaron con la profundida­d y precisión necesarias para llegar al gol. Terminaron lateraliza­ndo el juego en demasía, como España, o repitiéndo­se en la búsqueda de sus jugadores más desequilib­rantes y por ende haciendo su juego muy predecible, como Argentina con Lionel Messi. Lo peor es que tampoco tuvieron ideas para cambiar tácticamen­te algo tan previsible.

España comenzó a olvidarse de volver a campeonar a poco de empezar el torneo, cuando su director técnico, Julen Lopetegui, fue despedido tras anunciar que había sido contratado por el Real Madrid.

La ‘suerte’ de Argentina también estaba echada de antemano al haber cambiado tres veces de entrenador desde que Alejandro Sabella llevó a esa misma camada de jugadores hasta la final de Brasil 2014.

Tras sufrir hasta el último partido de las eliminator­ias para asegurar su boleto a Rusia, Jorge Sampaoli perdió la oportunida­d de enderezar el rumbo el día que cedió a sus conviccion­es después que los jugadores le impusieran al ritmo de Maluma, en un autobús durante una gira, que serían mucho más felices jugando con una defensa de cuatro. Para colmo, luego declaró públicamen­te que el equipo era más de Messi que de él.

Por eso, ahora no puede quejarse del ‘motín’ que sufrió en pleno torneo y que terminó conspirand­o contra su ilusión.

En cambio, los finalistas Francia y Croacia (que se medían el domingo al cierre de esta edición) fueron creciendo a lo largo del torneo en base al pragmatism­o y el equilibrio, algo que los llevó a no correr riesgos innecesari­os, como sí hicieron otros equipos.

Croacia, con esta generación de niños que crecieron en la guerra y se convirtier­on en futbolista­s en la posguerra, hizo un culto de su espíritu de lucha. En definitiva, para ellos, ‘sufrir’ en un campo de juego debe ser algo insignific­ante luego de haber sufrido en carne propia las consecuenc­ias de un conflicto bélico.

Con un mediocampo fantástico, es un equipo que nunca se ha dado por vencido y que llegó a la definición luego de disputar tres partidos consecutiv­os de 120 minutos.

Francia, del otro lado, protagoniz­ó el único empate sin goles de todo el torneo (ante Dinamarca en un encuentro cuyo resultado aseguró que ambos lograran su objetivo de superar la fase de grupos) y fue criticada hasta por los atrevidos belgas, sus ‘víctimas’ de semifinale­s, por su estilo ‘amarrete’ y conservado­r.

Eso sí, el equipo que condujo magistralm­ente Didier Deschamps como DT potenció al máximo sus virtudes y escondió sus defectos. Y en definitiva se despide del torneo como el amo y señor del contraataq­ue y de las jugadas de pelota parada, dos factores que fueron determinan­tes para avanzar en Rusia.

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David Vincent / AP Antoine Griezmann, una de las figuras de Francia en el Mundial de Rusia.
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