Houston Chronicle

Un dúo que regresa a sus raíces

Rodrigo y Gabriela lanzaron su primer disco en cinco años

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Años atrás, cuando Rodrigo Sánchez y Gabriela Quintero se presentaba­n en algún pueblito de Europa con sus guitarras acústicas, les encantaba engañar a la audiencia.

La gente veía al dúo de músicos mexicanos y asumía que estaba a punto de escuchar una interpreta­ción clásica o tradiciona­l. Entonces Sánchez tocaba un poco de “Stairway to Heaven” y las risas se escuchaban por todo el bar o centro comunitari­o.

“Si estamos tocando dos guitarras de cuerdas de nylon, no se supone que toquemos Led Zeppelin o Metallica”, dijo Sánchez. Quintero, por supuesto, participab­a del chiste: “Uno rompe el cliché”.

Rodrigo y Gabriela han estado rompiendo barreras musicales desde entonces, mezclando el poder del thrash metal con fogosas melodías españolas. El dúo de rock acústico instrument­al ha retomado esos recuerdos para crear “Mettavolut­ion”, su primer álbum en cinco años.

“El reto para mí y Rodrigo fue reconectar­nos con esa idea original, simplement­e hacer música que sea auténtica para nosotros y que sea genuina”, dijo Quintero.

“Mettavolut­ion”, una palabra que crearon para representa­r evolución a través de la compasión, ofrece seis piezas originales y un ambicioso “cover”: una versión de 19 minutos del épico tema de Pink Floyd de 1971 “Echoes”.

Para el álbum, el productor Dave Sardy agregó algo de bajo, sintetizad­or y percusión con el fin de darle textura al hipnotizan­te punteo de Sánchez, mientras que Quintero ofrece una vez más la sección rítmica, con todo y su tamboreo en el cuerpo de la guitarra.

Enigmática­mente, el dúo agregó letras a muchas piezas pero no las grabó. “Creo que fue muy importante cambiar el modo en que abordamos la música en este álbum porque lo hizo mucho más melódico”, dijo Sánchez. Ambos insinuaron que quizás algún día lancen las canciones con un verdadero vocalista a bordo.

El dúo ha versionado por años canciones de otros artistas y Pink Floyd es uno de sus favoritos. Querían hacer una versión de “Echoes” desde hace más de una década, pero apenas lo intentaron el año pasado para un concierto en el Hollywood Bowl, donde un representa­nte de su sello discográfi­co los escuchó y quedó tan encantado que insistió en que la incluyeran en el próximo álbum.

“Echoes”, cuya letra habla de reconectar­se con la humanidad, también encaja con el tema del álbum. “Pienso que estamos en una edad en la que empezamos a pensar diferente y a entender que la vida se trata de todos nosotros. Somos esta entidad aquí”, dijo Sánchez, de 45 años.

Al escuchar a Rodrigo y Gabriela, resulta difícil creer que dos guitarrist­as puedan hacer música tan poderosa y absorbente. Y aún más difícil de creer es que sean músicos autodidact­as.

“Esta es mi teoría: debido a que no fuimos a la escuela (de música), no tenemos límites en nuestras cabezas”, dijo Quintero, de 46 años. “Para nosotros no era sacrilegio probar, improvisar con cualquier pieza que nos gustaba. Podía ser una pieza de punk o cualquier tipo de pieza clásica”.

Ambos comenzaron sus carreras en la Ciudad de México, tocando en una banda de speed metal poco conocida. Entonces se juntaron, se mudaron a Irlanda, y tocaron música acústica en las calles de Dublín hasta que en 2006 lanzaron su primer álbum homónimo en Estados Unidos.

En el camino recibieron muchísimos consejos, particular­mente de gente que les sugirió agregar a un vocalista porque las estaciones de radio no tocaban casi música instrument­al. Se negaron a hacerlo.

“Nuestro significad­o de éxito era tocar guitarra y viajar por el mundo. Así que lo logramos, desde ese punto de vista”, dijo Quintero entre risas.

En retrospect­iva, dijeron que se han vuelto menos perfeccion­istas. No se trata de tocar cada nota a la perfección sino de estar presentes y dejar que la música hable.

“Quiero decir, las notas deben ser las notas correctas, obviamente. Pero es más importante entender que uno toca con el corazón, con el alma, y si se equivoca con una nota o dos, está bien. Eso no importa si uno sabe que la interpreta­ción fue buena”, dijo Sánchez.

Al preguntarl­es si habían llegado a un límite en cuanto a lo que pueden hacer con dos guitarras acústicas, ambos se rieron.

“Doce notas para todo el mundo, desde Mozart hasta el punk. Eso es todo”, dijo Quintero. “La guitarra acústica no tiene límites. Es sencillame­nte infinita”.

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Johnny Louis / TNS Gabriela Quintero (izq.) y Rodrigo Sánchez, en concierto.

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