Houston Chronicle

AJ Hinch, firme con los Astros

BÉISBOL: el piloto de Houston rechazó acusacione­s de robo de señas en la final de la Liga Americana frente a los Yanquis.

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Hinch se irritó durante la reciente visita de su equipo a Nueva York por todo el ruido en torno al robo de señas y de pitchers que revelan su próximo lanzamient­o. El manager de los Astros está harto que se deduzca que los bateadores de Houston se pasan de la raya para descifrar lo que viene hacia el plato.

Hinch debatió con gusto sobre un tema reiterativ­o esta postempora­da. Al preguntárs­ele previo a la victoria en el cuarto juego de la Serie de Campeonato de la Liga Americana por las sospechas de los Yanquis de Nueva York que los Astros silbaban desde la cueva para comunicar la selección de pitcheos a sus bateadores.

Las Grandes Ligas investigó y concluyó que Houston no quebrantó ninguna regla, según una fuente mencionada por Associated Press que, según la agencia, pidió no ser identifica­da al no estar autorizada para hablar públicamen­te del tema.

“Me gusta que me hagas esa preguntas, y me imaginaba que saldría a relucir”, dijo Hinch en una rueda de prensa en el Yankee Stadium. “En realidad, es un chiste. Pero las Grandes Ligas se esfuerzan en asegurar la legitimida­d del juego. Hay gente en todas partes. Si pasas por las cuevas, camerinos y pasillos, hay demasiada gente por todas partes”.

“Y cuando me contactaro­n para hacerme algunas preguntas sobre silbidos, eso me hizo reír porque es una ridiculez. Y si hubiera sabido que algo así iba a provocar a los Yanquis u otro equipo, lo hubiéramos ensayado en los entrenamie­ntos de primavera”, añadió. “Parece que funciona, incluso cuando no se da”.

Hinch entiende que se trata de “astucia” y “crearte una narrativa”. Pero le irritan las acusacione­s anónimas.

El año pasado, Houston generó titulares por las sospechas de robar señales de manera ilegal cuando un individuo vinculado con los Astros fue pillado apuntando un teléfono móvil a las cuevas de los rivales.

“Yo entiendo lo que suscita la paranoia. Nosotros la tenemos. Yo la tengo”, dijo el as de los Astros Justin Verlander, previsto para abrir el quinto la noche del viernes (al cierre de esta edición) en Nueva York.

El manager de los Yanquis, Aaron Boone, declinó referirse a las acusacione­s de silbidos, pero reconoció que todos los equipos buscan sacar ventaja, y ellos buscan exasperar a los oponentes.

“Es parte del juego”, dijo Boone, cuyo equipo quedó al borde de la eliminació­n después de que Houston quedó a una victoria de avanzar a la Serie Mundial tras quedar 3-1 en la serie al mejor de siete partidos.

Una gran noche

En la casa de los Bombardero­s del Bronx, fueron los Astros los que desplegaro­n la artillería pesada. Carlos Correa y George Springer despacharo­n sendos jonrones de tres carreras y los Astros vencieron el jueves 8-3 a los Yanquis. Su tercera victoria seguida tiene a Houston a un paso de su segunda Serie Mundial en tres años.

Con el mismo núcleo de jugadores que se consagró campeón en 2017, los Astros están a un paso de una pulseada contra los Nacionales de Washington.

Los Yanquis debían vencer (al cierre de esta edición) a Verlander y Gerrit Cole, los dos ases de Houston, para tratar de forzar un séptimo juego. Verlander era el abridor del quinto duelo la noche del viernes, midiéndose al zurdo James Paxton.

Con su jonrón en el sexto inning, Correa se convirtió en el jugador más joven en la historia en llegar a los diez en la postempora­da.

A sus 25 años y 25 días de edad el jueves, el torpedero puertorriq­ueño superó a Albert Pujols, el dominicano que llegó a los diez tres meses antes de cumplir los 26 años.

“Significa mucho, de verdad que es algo bien especial poder ser el más joven en llegar a los 10 jonrones en la postempora­da”, comentó Correa. “Es el momento en el que el béisbol se pone más interesant­e y tu equipo te necesita más”.

Nueva York tuvo al abridor Zack Greinke contra las cuerdas en el primer inning, de la misA.J. ma que lo hicieron ante Cole en el tercer juego. Pero el hit oportuno nunca llegó. Muchos fanáticos se habían marchado del Yankee Stadium para cuando el juego terminó, pasadas las 12:30 de la madrugada.

El gramado del estadio estaba seco la noche después que la lluvia impidió realizar el encuentro en la fecha programada del miércoles.

Bajo advertenci­as de no lanzar objetos al terreno, los fanáticos de Nueva York trataron de sacar de quicio a Greinke, el abridor de los Astros. Corearon “¡Donald! ¡Donald!”, su primer nombre, desde antes de su primer lanzamient­o, y el ganador de un premio Cy Young de 2009 comenzó titubeante, transfirie­ndo con cuatro bolas seguidas a DJ LeMahieu.

Peleado con el control de su recta, Greinke empleó 28 lanzamient­os en el primer acto y expidió tres boletos. Pero la sacó barata: sólo pudieron hacerle una carrera, producto de un boleto a Brett Gardner con las bases llenas. Minimizó el daño cuando ponchó con tres pitcheos a Gary Sánchez, el siguiente bateador, para el tercer out.

Masahiro Tanaka, por su parte, navegó sin sobresalto­s las primeras dos entradas, insinuando el dominio de su salida de seis innings en la victoria 7-0 de Nueva York en el primer juego.

Pero los Astros le tenían guardada una emboscada en el tercero, iniciada cuando el derecho japonés le dio el boleto con cuatro malas seguidas a Robinson Chirinos — teóricamen­te el bateador más débil en el orden ofensivo de Houston — y luego recibió un sencillo de Josh Reddick.

Springer no perdonó cuando vio un splitter —la carta de presentaci­ón de Tanaka —colgado en el medio del plato, haciéndolo desaparece­r por encima del muro del jardín izquierdo-central.

Tres innings después y sin Tanaka en el montículo, Correa bateó un mísil prácticame­nte hacia el mismo sector en donde aterrizó el obús de Springer para poner a los Astros arriba 6-1. Tras sentenciar la victoria en el segundo juego con un jonrón en el 11mo episodio, Correa trituró una recta de 96.2 mph de Chad Greene. El toletero boricua se tapó el oído con la mano derecha al recorrer las bases.

Springer se convirtió en líder de jonrones de la franquicia en postempora­da al llegar a los 13, rompiendo un empate con José Altuve. Correa, por su parte, se afianzó como su líder histórico de impulsadas con un total de 30, cuatro más que el segundo Lance Berkman.

No fue una cuestión de falta de oportunida­des para los Yanquis: tuvieron dos situacione­s con bases llenas que no supieron capitaliza­r.

En el quinto, Ryan Pressly relevó a Greinke y ponchó a Gleyber Torres y Edwin Encarnació­n, ambos haciéndole swing, el primero sin poder contener el bate a un lanzamient­o de piconazo.

“Nuestro bullpen ha estado tremendo para complement­ar nuestra excelente rotación abridora”, dijo Hinch.

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 ?? Brett Coomer / Houston Chronicle ?? A.J. Hinch (izq.) y Gerrit Cole observan el jueves el cuarto juego de la serie entre Astros y Yanquis.
Brett Coomer / Houston Chronicle A.J. Hinch (izq.) y Gerrit Cole observan el jueves el cuarto juego de la serie entre Astros y Yanquis.

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