OPINIÓN: EL REY DE LA SELVA
El mundo del deporte, unido ante muerte de George Floyd
“Hasta Tarzán, el rey de la selva de África, es blanco”, dijo indignado una vez Muhammad Ali durante una entrevista con la cadena BBC en 1971.
El fallecido astro estadounidense, para muchos el mejor boxeador de todos los tiempos pero considerado también antipatriota por algunos en este país por su oposición a la guerra de Vietnam y hasta por convertirse en musulmán, era un hombre de convicciones tan fuertes como su pegada. Ya entonces criticaba abiertamente el racismo.
Ahora, el mundo del deporte, como el resto de la sociedad estadounidense, condenó con la misma fuerza la muerte de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis hace un par de semanas.
Stephen Jackson, campeón de la NBA con los Spurs de San Antonio y amigo cercano de Floyd, hizo un llamado pidiendo la pena de muerte para Derek Chauvin, el oficial blanco detenido y acusado de homicidio culposo por asfixiar hasta provocarle la muerte a Floyd, de raza negra, reteniéndolo contra el piso en la calle con una de sus rodillas sobre el cuello por casi nueve minutos.
“Es la única manera en la que pueden dejar de matarnos, si ven a uno de los suyos, sentado en la silla (eléctrica) y lo fríen por algo que hicieron, sabiendo que podrían ser ellos”, dijo Jackson, indignado y lleno de ira, en el programa The Breakfast Club.
El miércoles, los fiscales del caso en Minnesota también presentaron cargos contra otros tres agentes que estuvieron junto a Chauvin en el momento de la detención de Floyd, según documentos judiciales y como se puede apreciar en las imágenes de video del incidente.
Lo cierto es que de no haber sido por una jovencita de 17 años que grabó con su teléfono celular todo lo que ocurrió y el video que dio la vuelta al mundo con semejante injusticia hubiese sido difícil que el caso llegara a estas intancias, después que el incidente provocó la ira de la población con manifestaciones multitudinarias en plena epidemia del nuevo coronavirus. Marchas que en su gran mayoría han sido pacíficas, pero que también llevaron a la violencia, los incendios, los saqueos y al caos en varias ciudades del país.
Será muy difícil para la defensa de Chauvin demostrar que él o sus compañeros estaban en peligro durante la detención como para justificar el uso de la fuerza. Como han dicho por ahí ¿quién mete sus manos en los bolsillos si se siente en una situación de peligro? Así se ve a Chauvin en las elocuentes imágenes del video, como así también se escuchan las voces de los testigos pidiendo que dejara de sofocarlo y la del propio Floyd repitiendo tres palabras que ya resuenan en la conciencia colectiva del país: 'I can't breath' (No puedo respirar).
El ex tenista de raza negra James Blake, por su parte, recordó con tristeza un incidente que tuvo con un policía que lo confundió con un sospechoso y lo atacó sin razón en la vía pública. Ahora es el director del torneo de Miami y tiene hijas pequeñas, a las que, dijo, nunca les mostró el video de esa agresión que sufrió hace unos cuatro años.
“Me fui a la cama muy triste, muy deprimido, veía esto una y otra vez. Me desperté a mitad de la noche sin que pudiera dejar de pensar sobre los sucesos ocurridos ahí y los que me sucedieron en 2015”, recordó Blake en declaraciones a la prensa desde su casa en San Diego. “Me entristece ver que ese tipo de acciones de la policía continúan, ese tipo de brutalidad, en particular que afecte específicamente a la comunidad afroamericana y personas de tez morena”.
Y también se escucharon voces de otros famosos deportistas de raza negra que ante ciertos temas políticos y sociales no siempre han sido muy activos en la lucha por los derechos de su comunidad y que habitualmente han preferido mantener un perfil bajo, como la del ex astro del básquetbol Michael Jordan o la del golfista Tiger Woods, por ejemplo.
Jordan, quien acaparó la atención en las últimas semanas con un documental espectacular sobre su vida que batió récord de audiencia en la TV, hizo eco del “dolor, la indignación y la frustración de todos”.
Woods, cercano al presidente Donald Trump por su afición al golf, dijo que esta vez la policía “cruzó la línea” en el uso de la fuerza, y también condenó la violencia de algunas manifestaciones. El reaparecido astro del golf es recordado por un extraño incidente que sufrió en Florida antes de divorciarse de la ex modelo sueca Erin Nordegren en 2010.
Mientras tanto, el ex boxeador Floyd Mayweather tuvo un gran gesto y se ofreció a pagar los gastos del funeral de Floyd en Houston, donde creció y brilló jugando al football americano y al baloncesto para la escuela preparatoria Yates High School.
Más allá de todas estas expresiones de solidaridad, viene ahora también a la mente el fresco recuerdo de las protestas que realizaba el entonces mariscal de campo de los 49ers de San Francisco Colin Kaepernick con una rodilla en el piso y la cabeza gacha durante la ejecución del himno nacional antes de los partidos de la NFL. Tan sólo intentaba llamar la atención de este problema latente en nuestra sociedad como los abusos de las autoridades contra las minorías, y finalmente terminó yéndose de la liga como si fuese un paria.
Ciertamente no ayuda para sanar las heridas abiertas en la sociedad el uso de la fuerza militar frente a demostraciones pacíficas de gente que expresa su derecho de manifestarse ni los videos que han circulado en la web con uniformados bajando de sus patrullas ladrillos para dejarlos a escondidas en callejones antes de los toque de queda en algunas ciudades. Tampoco ayudan a pacificar los grupos de supremacistas blancos haciéndose pasar en las redes sociales por miembros de la organización antifa, catalogada por Tump como 'terrorista', e instigando a la violencia, como ocurrió con una cuenta falsa que tuvo que retirar Twitter.
Si en lugar de condenar aquella manifestación de Kaepernick, quien no ha vuelto a jugar en la NFL desde 2016, algunos en el poder hubiesen prestado entonces un poco más de atención a ese problema, quizás hoy no estaríamos lamentando la muerte de Floyd o las manifestaciones de violencia que alimentan algunos extremistas agitados desde la profunda grieta que divide a la sociedad. Una sociedad que sigue viendo blanco al rey de la selva en África.