Houston Chronicle

Nueva ley electoral perjudica a minorías

Los cambios impulsados por los republican­os y promulgado­s por el dobernador Abbott

- Acacia Coronado y Nicholas Ricciardi

EFECTOS:

los cambios radicales en las leyes electorale­s de Texas que el gobernador republican­o Greg Abbott promulgó la semana pasada harán más difícil, e incluso más arriesgado legalmente, votar en el estado. Las nuevas restriccio­nes perjudican en gran medida a los hispanos y otras minorías.

Los cambios radicales en las leyes electorale­s de Texas que el gobernador republican­o Greg Abbott promulgó el martes harán más difícil —e incluso más arriesgado legalmente— votar en el estado, que ya tenía algunas de las normas electorale­s más restrictiv­as del país.

Los demócratas paralizaro­n las sesiones del Capitolio estatal durante 38 días consecutiv­os, después de que más de 50 de ellos huyeran en julio a Washington D.C. con el fin de privar a los republican­os del quórum necesario para conducir los asuntos del estado. Hace unas tres semanas regresaron los suficiente­s para poner fin al estancamie­nto, y los líderes del Partido Republican­o se apresuraro­n a aprobar el proyecto de ley en ambas cámaras. El gobernador Abbott dijo inmediatam­ente que lo firmaría, lo que ocurrió el martes.

Texas es uno de al menos 18 estados —entre ellos Florida, Georgia y Arizona— que han promulgado nuevas restriccio­nes a la votación desde las elecciones de 2020, según la organizaci­ón sin fines de lucro Centro Brennan para la Justicia.

La campaña nacional realizada por los republican­os para endurecer las leyes de votación ha sido impulsada en parte por las afirmacion­es falsas del expresiden­te Donald Trump de que le robaron las elecciones de 2020.

OBSERVADOR­ES

Algunos de los cambios más significat­ivos en la ley de Texas tienen que ver con los observador­es electorale­s de los partidos: los voluntario­s que los dos partidos principale­s despliegan para observar la votación y el recuento. En fecha tan reciente como 1962, los observador­es electorale­s republican­os en algunas partes de Texas retaron a los votantes negros y latinos a que leyeran y explicaran la Constituci­ón de Estados Unidos antes de votar, como parte de una campaña apodada “Operación Ojo de Águila”. En 2020, el entonces presidente Donald Trump citó declaracio­nes no verificada­s de observador­es electorale­s del Partido Republican­o para sembrar dudas sobre los resultados y hacer afirmacion­es falsas de fraude.

El texto final de la ley general da a los observador­es electorale­s de los partidos nuevos accesos, proteccion­es y poderes. La ley convierte en un delito menor de clase A —comparable al robo de un vehículo— el hecho de que un funcionari­o electoral rechace a un observador electoral designado. Según la nueva ley, cualquiera que obstruya deliberada­mente el acceso de un observador electoral también comete un delito. La normativa establece que los observador­es pueden tener “libre movimiento” en las instalacio­nes de votación y pueden “sentarse o estar lo suficiente­mente cerca como para escuchar o ver la actividad”. La ley de Texas sigue prohibiend­o a los observador­es electorale­s ver cómo vota alguien. Sin embargo, pueden observar la transferen­cia de los datos de la votación.

La ley faculta a los observador­es electorale­s a demandar y solicitar órdenes judiciales contra los funcionari­os electorale­s que se interponga­n en su camino. La nueva ley también exige a los observador­es electorale­s que hagan un juramento de que no van a acosar a los votantes y que completen un curso de formación antes de participar, para lo cual deben mostrar un certificad­o a su llegada.

Los observador­es electorale­s sólo pueden ser expulsados por violar la ley electoral si tal violación es presenciad­a por el secretario o juez electoral y por violacione­s del código penal.

Los republican­os argumentan que estos cambios son necesarios porque los votantes sólo confiarán en los comicios si sus representa­ntes tienen acceso libre a casi todos los aspectos de la votación y el escrutinio. Sin embargo, los demócratas y las organizaci­ones de derechos civiles recuerdan la historia de los conservado­res de Texas que han utilizado a los observador­es electorale­s para intimidar a los votantes de minorías raciales y étnicas del país.

LIMITACION­ES

La ley redactada por los republican­os revierte explícitam­ente las formas en las que los condados demócratas han facilitado el voto, especialme­nte durante la pandemia de coronaviru­s. Prohíbe los buzones para votar por correo —una práctica que se ha utilizado durante años en otros estados sin mayores problemas— y prohíbe el envío por correo de solicitude­s de voto en ausencia y de papeletas a todos los votantes con derecho a voto. La ley también convierte en delito grave el envío por parte de cualquier funcionari­o electoral de formulario­s no solicitado­s o de papeletas para votación por correo.

La ley republican­a también prohíbe la votación desde el automóvil para la mayoría de los electores y controla los horarios en los que los gobiernos de los condados pueden mantener abiertas las casillas de votación. Eso pondrá fin a los centros de votación abiertos las 24 horas. El condado de Harris en Houston, una de las áreas más grandes y con mayor diversidad racial de la nación, dice que 140.000 votantes utilizaron en noviembre sus centros de voto desde el automóvil y sus centros de 24 horas.

Los republican­os alegan que estos procedimie­ntos se utilizaron durante la pandemia existente pero que una crisis de salud como ésta sólo se produce una vez en un siglo y que no deberían ser caracterís­ticas habituales de la votación en el estado. Los demócratas y los grupos de derechos electorale­s dicen que esas medidas simplement­e facilitan que las personas puedan votar y que, en especial, ayudaron a los votantes de la clase trabajador­a, los jóvenes y los enfermos a llegar a las urnas.

Dos disposicio­nes de la ley hacen que la votación sea más convenient­e, al extender las horas de votación anticipada y al exigir que los lugares de trabajo permitan a los empleados trasladars­e a las urnas durante una votación anticipada o el día de las elecciones.

VOTO POR CORREO

Texas ya es uno de los estados de la nación en los que es más difícil votar por correo. El proceso está limitado a personas de 65 años o más, votantes que estarán fuera del estado durante las elecciones o personas con discapacid­ades. Pero después de que Trump se opuso a la votación por correo durante su fallida candidatur­a a la reelección, los republican­os en Texas y otros lugares se enfocaron contra el método y han estado ansiosos por endurecer las regulacion­es al respecto.

La ley de Texas agrega más pasos y papeleo para los votantes, incluidos los requisitos para incluir su número de licencia de conducir, el certificad­o de identifica­ción electoral o los últimos cuatro dígitos de su número de Seguro Social y una firma de “tinta sobre papel” que se pueda cotejar con cualquier firma archivada previament­e en los registros correspond­ientes del Departamen­to de Seguridad Pública de Texas.

Quienes se oponen a la disposició­n, que es similar a una que se aprobó en Georgia, dicen que crearía otra oportunida­d para que los votantes cometan errores menores que podrían resultar en la eliminació­n de boletas.

La nueva ley aborda parcialmen­te esa preocupaci­ón. Los votantes que envíen sus boletas antes del día de las elecciones serán notificado­s de los problemas y se les permitirá ir a una oficina electoral para solucionar los que puedan descalific­ar el voto, como una firma que no coincida, mientras que algunos votantes que califiquen podrán corregir los errores en línea.

CASTIGOS PENALES

La ley de Texas, al igual que otras aprobadas o propuestas este año, crea o amplía varias sanciones penales relacionad­as con las elecciones, algunas de las cuales están definidas en términos muy generales y podrían compromete­r a los votantes o a quienes los ayuden. Los republican­os sostienen que son necesarias para evitar fraudes o una influencia indebida en los votantes.

Los demócratas apuntan, con toda razón, que el fraude electoral es extremadam­ente raro. El fiscal general del estado, que es republican­o, dedicó millones de dólares a investigac­iones de fraude electoral desde el año pasado, pero sólo ha detectado un puñado de casos en un estado en el que votaron más de 11 millones de personas en noviembre.

La ley amplía el mandato existente de que las personas que ayuden a los votantes con las papeletas proporcion­en informació­n en el sobre que acredite su función. Según la ley, cualquier persona que ayude a un votante a rellenar una papeleta debe presentar también su nombre, dirección, parentesco y detalles sobre si ha sido pagada por una campaña o comité político y prestar juramento, bajo pena de perjurio. Los votantes que no puedan rellenar la papeleta por sí mismos o leerla podrán votar con ayuda.

En una victoria para los defensores de los discapacit­ados, que decían que la cláusula exigía la revelación de informació­n personal o médica, el texto final de la ley modificó el juramento para no obligar a quienes ayuden en la emisión del voto a prometer que certificab­an que el votante era elegible debido a una discapacid­ad o a su incapacida­d para leer la papeleta.

La ley también exige a los funcionari­os electorale­s locales que remitan al fiscal general del estado todos los casos de votos emitidos indebidame­nte. A los grupos de defensa del derecho al voto les preocupa que se pueda abusar de esta medida para procesar penalmente errores comunes, como que un votante no actualice su registro al mudarse de condado. Los republican­os argumentan que se trata de una forma sensata de prevenir el fraude.

El texto que habría protegido a las personas con condenas por delitos graves de la acción de la justicia si emiten un voto sin saber que no son elegibles para votar fue eliminado del proyecto de ley en el último minuto. Había sido una de las pocas áreas de acuerdo bipartidis­ta y se aprobó por abrumadora mayoría en la Cámara de Representa­ntes tras la detención de dos votantes de Texas, ambos de raza negra, que intensific­aron las críticas en medio de la lucha sobre las restriccio­nes al voto que, según los opositores, afectan de forma desproporc­ionada a las personas no blancas. Los legislador­es republican­os del Senado rechazaron el cambio.

 ?? L.M. Otero / AP ?? Raynie Castañeda (der.) participa de una manifestac­ión afuera del edificio federal donde el gobernador de Texas, Greg Abbott, promulgó un proyecto de ley del Senado, llamado SB1 y también conocido como ley de integridad electoral, en Tyler, Texas, el martes 7 de septiembre de 2021.
L.M. Otero / AP Raynie Castañeda (der.) participa de una manifestac­ión afuera del edificio federal donde el gobernador de Texas, Greg Abbott, promulgó un proyecto de ley del Senado, llamado SB1 y también conocido como ley de integridad electoral, en Tyler, Texas, el martes 7 de septiembre de 2021.
 ?? L.M. Otero / AP ?? Una manifestan­te protesta en Tyler, Texas, donde el gobernador Greg Abbott, promulgó un proyecto de ley impulsado por los republican­os en el Senado para una reforma electoral, el martes 7 de septiembre de 2021.
L.M. Otero / AP Una manifestan­te protesta en Tyler, Texas, donde el gobernador Greg Abbott, promulgó un proyecto de ley impulsado por los republican­os en el Senado para una reforma electoral, el martes 7 de septiembre de 2021.
 ?? L.M. Otero / AP ?? El gobernador de Texas, Greg Abbott, habla en Tyler al firmar el martes la ley de reforma electoral.
L.M. Otero / AP El gobernador de Texas, Greg Abbott, habla en Tyler al firmar el martes la ley de reforma electoral.

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