Amor duradero
Un matrimonio de más de 70 años que traspasa las fronteras “Cuando ella caminaba por la pensión donde yo vivía, yo le lanzaba piropos. Ella era muy seria. No me contestaba nada y se seguía de paso.” “Siempre va a ver problemas en una relación, pero eso y
Cuca y Mauro Castañeda llevan 70 años casados y los que les faltan…
Mauro se enamoró de Cuca cuando la veía pasar todos los días llevando bajo el brazo sus útiles escolares. Ella tenía 17 años. Él 20.
“Vivíamos a una cuadra de distancia en Gómez Palacios, Durango, en México. Yo trabajaba de telegrafista en el ferrocarril. Cuca iba a la academia comercial”, recuerda Mauro como si hubiera pasado ayer.
“Cuando ella caminaba por la pensión donde yo vivía, yo le lanzaba piropos. Ella era muy seria. No me contestaba nada y se seguía de paso. Hasta que un día aceptó que caminara a su lado. A las dos semanas, nos hicimos novios. A los cinco meses, le propuse matrimonio y aceptó”, dice sonriente.
En una boda sencilla, la pareja se casó el 26 de enero de 1948. Ella tenía 18 años, él casi 21.
Cuca dice que le impresionó de Mauro que para su corta edad pareciera un hombre de mundo.
“Sabía bastante de la vida. Y es que Mauro no era de Gómez Palacios sino de Zacatecas y había vivido en la capital mexicana”, cuenta.
La vida en Estados Unidos
Muy pronto, la pareja se embarazó y tuvo su primer hijo, Jesús; a los dos años llegó Marcos.
En 1953, decidieron emigrar a Estados Unidos.
Cuca había nacido en el área de Yosemite, California, cuando su padre trabajaba en los aserraderos de esa zona. Pero su familia regresó a México cuando ella tenía dos años.
Sin embargo, como la madre de Cuca y su hermano habían vuelto a California, la pareja decidió seguirlos trayendo a sus dos hijos.
Instalados en Los Ángeles, Mauro cambió el oficio de telegrafista - un trabajo de oficina - por la rudeza de la construcción y la labor en las fundiciones.
Y la familia creció. Tuvieron dos hijos más: Hugo y César para hacer un total de cuatro varones. Tal y como lo planearon al casarse.
Aunque se quedaron con las ganas de una hija que nunca llegó. “Cuando nació el hijo menor, pensábamos que iba a ser niña. Y hasta ya le teníamos el nombre, Teresita. ¡Oh sorpresa! ¡otro niño! De broma, sus hermanos, le decían Teresito”, cuenta riendo Cuca.
En 1964, los Castañeda compraron su actual casa en el Este de Los Ángeles. “Una casa de tres recámaras que nos costó 9,000 dólares. En esa época yo ganaba 2,500 dólares al año si mucho, 1.53 dólares por hora”, confía.
A pesar de lo limitado del presupuesto, se las arreglaron para mandar a sus cuatro hijos a escuelas católicas privadas. “Mi esposa salió muy buena para la costura. Les hacía la ropa a los muchachos y confeccionaba vestidos de graduación y bodas. Era mucho ahorro para mí, y de ahí salía para las colegiaturas. Yo me encargaba del resto de los gastos”, dice Mauro.
Las claves del amor
Ambos coinciden en que la clave para un matrimonio duradero es el amor, la paciencia y la fe. “Siempre va a haber problemas en una relación, pero eso y no enojarse al mismo tiempo es lo que nos ha sacado adelante”.
Aunque más importante todavía es el fuerte amor por sus hijos.
“Eso nos hizo superar to- dos los problemas. En un divorcio, los más afectados son los hijos. Muchas parejas no están dispuestas a sacrificar nada por mantener su matrimonio”, se lamenta Mauro.