LA FIESTA DEL MUNDIAL DE RUSIA
De momento, por lo menos por un instante, hagamos a un lado la política, los problemas del Estado, los racistas que apoyan a Donald Trump, la polarización que agobia a nuestra sociedad, la nuclearización o desnuclearización de Corea del Norte o Irán, etc. etc.
Ocupémonos del fútbol, de la cosa más divina del planeta, de las gambetas de Lionel Messi, la pulga argentina; el quiebre endiablado de la cintura del colombiano Juan Guillermo Cuadrado, de la velocidad de Cristiano Ronaldo; de los dientes de ratón del uruguayo Luís Suárez, quien, de vez en cuando pierde los estribos y muerde a sus compañeros de trabajo en vez de meter goles.
Señores y señoras, el fútbol, a diferencia de otras cosas que hay en el mundo, nos ha unido, nos ha hermanado, nos ha hecho sentir que somos iguales a pesar de la pigmentación de nuestra tez; nos ha hecho pensar que la pobreza o la riqueza no importa en el momento de patear una pelota.
A pesar de que mis dos seleccionados preferidos –Bolivia y Estados Unidos— no van a estar presentes en este Mundial de Rusia, yo le apuesto a la selección de quién es mi compañera de vida, mi esposa colombiana. reo que esta vez Colombia va a llegar a las semifinales. Y si es que la suerte le acompaña, estará jugando el último partido del Mundial.
También estaré haciendo “conejitos” por el seleccionado mexicano, a cuyo país debo mucho. México me ha dado muchos amigos, me ha permitido
Catender a esa fabulosa universidad que me ha acogido y me ha generado tanto conocimiento. Soy un feliz egresado de la UNAM, del programa de doctorado en Estudios Latinoamericanos de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. or supuesto que voy a apoyar a Perú, el cual durante tanto tiempo fue, junto con el la mayoría del territorio de Bolivia y parte norte de Chile, cuna de una de las más legendarias, hospitalarias y milenarias culturas de América Latina: la Aymara.
También estaré haciendo “cachitos” por Panamá, un país pequeño que por primera vez asiste a un mundial de futbol. Los brasileños son el equipo preferido de la mayoría latinoamericana; yo también los apoyo.
Finalmente, a pesar de que de vez en cuando uno se choca con un argentino que no es tan simpático como la mayoría de su gente, yo también me uno a la hinchada argentina. Un gran amigo argentino, Carlos M. Vilas, una de las mentes más reconocidas en el mundo académico fue mi mentor en la UNAM y hoy vive en Buenos Aires. Estaré haciendo porras por todos los equipos latinoamericanos.
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