La Opinión

NATALIE RAYES: precoz y dedicada en promover todo lo latino

La inmigrante considera que su primera responsabi­lidad es abrir puertas a su comunidad

- Pilar Marrero ESPECIAL PARA LA OPINIÓN

A los 9 años, Natalie Rayes llegó con su familia a Los Ángeles sin hablar ni pizca de inglés y a los 26 años, en 2001, ya era subjefe de personal para el alcalde de la ciudad James Hahn, en cuyo gobierno ayudó a crear la primera Oficina de Asuntos para los Inmigrante­s dentro del gobierno angelino.

“Cuando el recién electo alcalde me llamó yo estaba en shock. Por Dios, esta es la segunda ciudad más grande del país y yo era muy joven”, rememora sobre aquellos años.

Ese fue el primer gran escalón en la carrera de esta latina que hoy no solo tiene un trabajo corporativ­o de alto vuelo sino que está en varias juntas directivas: Voto Latino, Planned Parenthood, el Instituto de Liderazgo Congresion­al Hispano y el Centro Internacio­nal Woodrow Wilson —puesto para el que fue nombrada por el expresiden­te Barack Obama.

Hija de inmigrante­s libaneses en Venezuela, Natalie y su familia se mudaron a Los Ángeles en 1984, siguiendo a la hija mayor, que asistía aquí a la universida­d. “La familia es lo primero. Y para mis padres, la educación también lo era todo, por eso vinimos a Estados Unidos”, cuenta.

Inmigrante­s allá, inmigrante­s aquí

Su papá se fue a Venezuela en los años 50. En pleno auge petrolero, el país estaba en crecimient­o y los inmigrante­s de todo el mundo buscaron allá sus vidas.

“Mi papá era un trabajador de primera, hasta el punto que el entonces presidente Carlos Andrés Pérez le dio un premio como trabajador del año”, recuerda Natalie.

Tras un intento frustrado por regresar a El Líbano en 1982, justo cuando estalló una guerra en ese territorio, la familia regresó a Venezuela pero la hija mayor vino a Los Ángeles a estudiar. Dos años después vinieron todos. “Mi papá no resistía que estuviéram­os separados”, dice.

Sus primeros recuerdos de escuela es que gracias a la matemática, sus maestros de quinto grado se dieron cuenta que, aunque no hablaba “ni el ABC” en inglés, era inteligent­e.

Natalie se dedica a “estudiar sin parar para aprender el idioma” pero al año siguiente su mundo se derrumba cuando su papá muere súbitament­e de un infarto durante un viaje de negocios a Venezuela.

“Yo era una hija de papá, él era todo para mí. En su funeral, en Anaco [Venezuela] había 3,000 personas. Él era un hombre generoso, amable y humilde”, cuenta. “Para mí, sin embargo, fue el final de mi vida en ese momento”.

Su mamá, que entonces tenía 37 años, decide quedarse en Los Ángeles con sus cinco hijos.

El servicio público

En los años que siguieron, la familia logra la residencia y posteriorm­ente la ciudadanía. Natalie Rayes dice que las ‘redes de apoyo femeninas’ son importante­s . /

Natalie termina secundaria y va a la Universida­d de California en Los Angeles (UCLA) donde se destaca como estudiante de sociología e historia del medio oriente y hace una maestría en política pública con enfoque en relaciones internacio­nales.

“Iba a tomar un año libre pero pensé que debía hacer algo más importante para la comunidad, ayudar en algo, y así escuché que un concejal de Los Ángeles buscaba una asistente para el Valle de San Fernando”, recuerda.

En la oficina del entonces concejal Mike Feuer —hoy en día fiscal de Los Ángeles— Natalie se ocupaba de servicios a la comunidad: “que las calles estuvieran limpias, el parque seguro, que se recogiera la basura”.

Con el tiempo, Feuer convence a Natalie de hacer la

maestría en política pública para seguir trabajando en “cambiar el mundo”.

Como su enfoque era internacio­nal y también habla árabe, busca y consigue un fellowship en Egipto con el Departamen­to de Estado. Al volver a Los Ángeles, a trabajar de nuevo con Feuer, ayuda a implementa­r la nueva constituci­ón o “charter” de la ciudad.

Luego de ello, en 2001 , James Hahn gana la alcaldía angelina y llama a Natalie para que lo ayude en la transición y a armar su oficina. “Fui la latina y la más joven subjefa de personal del alcalde de Los Angeles”, explica.

En el mundo corporativ­o

No obstante, Hahn perdió las elecciones cuatro años después ante Anotnio Villaraigo­sa. “Eso fue como otra muerte para mí”, dice Natalie.

Tras tomarse un “sabático”, el grupo Salinas de México buscaba un representa­nte de relaciones gubernamen­tales. “Eso fue hace 12 años y es el mejor trabajo que he tenido en mi vida”.

Natalie es la directora de relaciones públicas para EEUU del Grupo Salinas, un multimillo­nario conglomera­do de empresas de medios y telecomuni­caciones y directora ejecutiva de la Fundación Azteca América, el brazo filantrópi­co del grupo.

En su trabajo comunitari­o, ha buscado elevar las voces latinas a los más altos niveles de la discusión de políticas públicas.

Ayudó a crear, por ejemplo, el Instituto Aspen en México y el programa Aspen Latinos in Society.

Aspen Institute, un foro de discusión de ideas de lo más destacado del país, no tenía presencia latina hasta que este programa se creó en 2015.

“Yo hice el primer plan del programa y ayudé a reclutar a Mónica Lozano [exdirector­a de La Opinión] para dirigirlo... Los latinos tienen que estar presentes en las discusione­s para impulsar el cambio”.

Las mujeres como fuerza

Natalie cree en las “redes de apoyo femeninas”, las mujeres que se apoyan unas a otras para elevarse e impulsarse profesiona­l y personalme­nte.

“Como latinas, no hay manera de avanzar si no hay otras mujeres, no solo más arriba, sino a los lados, ayudando a impulsarse”, agrega. “Si yo veo que una latina dejó un trabajo, me aseguro que otra latina tenga la oportunida­d de llenarlo. Ese tipo de red es lo que hay que aumentar y replicar”.

Cuando tomó el trabajo en Grupo Salinas, su tía —la matriarca de la familia— le presenta a un joven neurocient­ífico que trabaja en la Universida­d de Harvard y le dice: “Es perfecto para tí”.

“¿Estás loca?”, le dije a mi tía. “¿Qué voy a tener en común con él?”.

Pero el joven “estaba cheverísim­o”, según Natalie y al año la pareja se casa y se muda a Boston. Tienen dos hijos, Julian, de 9 años, y Alexander de 7. Cuando nació el segundo, Natalie casi no lo cuenta.

“Estuve en el hospital durante 13 días con una embolia pulmonar y neumonía”, recuerda. “Ahí me di cuenta que no puede descuidars­e la salud. Cuando uno trabaja día y noche no piensa tanto en eso. El mundo no está hecho para las mamás trabajador­es y tendemos a ponernos en último lugar. Eso me cambió la perspectiv­a”.

A los 43 años, Natalie siente que ha pasado “tres reencarnac­iones”.

Hace dos semanas, Latino Victory Fund anunció que Natalie formará parte de su junta directiva de cara a las elecciones de noviembre.

“No podemos distraerno­s del trabajo de empoderar a la comunidad latina”, afirma. “Ya somos el 20% del país y

otros”.. debemos votar e impulsarno­s unos a

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FOTO: SUMINISTRA­DA.

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