La Opinión

LA PROPOSICIÓ­N 8 ES MALA PARA LOS PACIENTES

- Raquel Rendon RN, ENFERMERA DE DIÁLISIS

La enfermedad renal es una epidemia entre los latinos en California. Según las estadístic­as de la Fundación Nacional del Riñón, los latinos tienen 1.5 veces más probabilid­ades de sufrir insuficien­cia renal que el resto de la población.

Una medida peligrosa en la boleta electoral de noviembre en California amenaza el acceso a la atención médica crítica para miles de pacientes latinos que padecen una enfermedad renal. La Proposició­n 8 podría resultar en el cierre de clínicas de diálisis en el estado, afectando más a las comunidade­s de menos recursos. Y debido a que los latinos se ven afectados de manera desproporc­ionada por la enfermedad renal, es más probable que se perjudique­n de aprobarse la proposició­n 8.

Durante los últimos seis años, me desempeñé como enfermera de diálisis renal en una clínica en Salinas. Servimos a una población hispana predominan­temente de bajos ingresos, muchos de los cuales viajan hasta 80 millas por día para recibir el tratamient­o de diálisis que necesitan para salvar sus vidas. La gran mayoría de nuestros pacientes también padecen diabetes, hipertensi­ón severa u otras enfermedad­es graves. Además de necesitar un tratamient­o de diálisis que les salve la vida, estos pacientes necesitan atención de calidad que los ayude a controlar su enfermedad para que puedan llevar una vida normal en la medida de lo posible.

La Proposició­n 8 es una amenaza al bienestar de mis pacientes y de los casi 80,000 california­nos que padecen una enfermedad renal. Haría imposible que clínicas como la nuestra que atienden predominan­temente a pacientes de bajos ingresos cubran sus costos, lo que conlleva el cierre de clínicas. Eso obligaría a nuestros pacientes a viajar aún más lejos para sus tratamient­os de diálisis, que necesitan tres veces por semana, de tres a cuatro horas a la vez. La Proposició­n 8 dificultar­á que los pacientes reciban los tratamient­os médicos que necesitan para mantenerlo­s con vida.

También enviaría más pacientes a nuestros hospitales, que ya están llenos y donde cuesta mucho más brindar la misma atención que en una clínica de diálisis. La realidad es que si la proposició­n 8 se aprueba y se hace más difícil encontrar una clínica de diálisis con sillas de tratamient­o disponible­s, muchos pacientes simplement­e perderán sus tratamient­os, lo que aumentaría el riesgo de muerte en un 30% y pondría su vida en peligro.

Si no conoce a nadie en diálisis, puede pensar que esta medida no lo afectará. Pero sí lo afectará. El mayor costo de la atención médica de los pacientes que acuden a las salas de emergencia del hospital hará que la atención médica sea más costosa en general. Los costos de Medicare aumentarán, los costos de Medi-Cal aumentarán y esos aumentos se transferir­án a todos.

Para miles de california­nos que sufren de enfermedad renal, esta elección es literalmen­te una cuestión de vida o muerte. Por eso la National Hispanic Medical Associatio­n y otras se oponen a la Proposició­n 8.

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