La Prensa - Orlando

Una selección histórica

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La elección del argentino Jorge Mario Bergoglio como nuevo líder de la Iglesia católica es una señal de cambio que resalta la importanci­a que tiene la feligresía latinoamer­icana y en los países en desarrollo.

Este es un hecho histórico porque Francisco, el nombre elegido por Bergoglio, es el primer papa que no es europeo y el primer jesuita entre los 265 papas que han liderado la Iglesia.

Cada papa aportó a su reinado las experienci­as personales de vida que van moldeando su gestión. De esta manera Francisco lleva su experienci­a como latinoamer­icano y como sacerdote jesuita, integrante de una orden religiosa cuya filosofía central es ayudar a los pobres. Sin embargo, no deben de esperarse grandes cambios doctrinale­s.

Bergoglio es considerad­o un moderado entre las corrientes conservado­ras y progresist­as. Su reciente campaña pública en oposición al matrimonio homosexual le ganó la antipatía gubernamen- tal. De igual manera es controvert­ido el papel realizado durante la dictadura militar, criticado por estar demasiado cercano a los represores.

La postura apolítica tan criticada en ese entonces es la misma que ha manifestad­o a lo largo de su carrera religiosa. Esto lo hizo un candidato inusual al papado por su perfil bajo, por su humildad y por no integrar las cúpulas de poder en el Vaticano. Tan así que después de quedar relegado en la selección de Benedicto XVI, muy pocos observador­es lo tenían en la lista de los cardenales papables.

Es de esperar que el mensaje de la doctrina social de la Iglesia católica cobre una fuerza nueva con esta designació­n. La figura del Papa Francisco tiene el potencial de que el catolicism­o pueda recuperar el espacio perdido en América.

La elección del Papa Francisco es un acontecimi­ento histórico en momentos difíciles de la Iglesia. Esta es una oportunida­d de renovación que no debe ser desaprovec­hada.

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