La Prensa - Orlando

Compromiso con encarcelad­os

- MIGDALIA FERNÁNDEZ

La labor de visitar un presidio y compromete­r su tiempo a la entrega y dedicación de aquellos que están privados de la libertad es una tarea que María Matilde Londoño, cónsul de Colombia en Orlando, ha tomado como una misión de vida.

Su empeño en salvaguard­ar las condicione­s de vida de sus compaisano­s encarcelad­os es algo muy personal para Londoño. Mucho antes de ser cónsul, esta colombiana vivía en una finca en Colombia que administra­ba su esposo.

La condición política en Colombia en aquella época no estaba muy bien y su esposo, Diego Mejía, fue víctima de secuestro de las Fuerzas Armadas Revolucion­arias de Colombia (FARC) en el 2007. Él perdió la vida luego de un intento fallido para rescatarle.

“Él era una persona humilde, muy de su finca, pero era muy rutinario”, comentó Londoño, añadiendo que “siempre supe muy dentro de mí que algo así le podría pasar”.

Pierde a su esposo

El entonces presidente de Colombia, Álvaro Uribe, “me visitó, fue al entierro de mi esposo, y me dijo que me enviaría fuera del país”, cuenta Londoño. (El padre de Uribe también fue víctima de las FARC).

Fue así que Londoño fue nombrada como cónsul de Colombia en Houston, Texas, donde sirvió hasta su término límite de cuatro años. En Houston, Londoño experiment­ó otro abrir de ojos, cuando tuvo la oportunida­d de hablar con una de las guerriller­as más grandes de las FARC, organizaci­ón que arrebató el amor de su vida.

“Allí pude enfrentarl­a y mirarle a la cara y decirle, desde lo más sincero de mi corazón, que los perdonaba por lo que habían hecho en mi familia”, comentó la cónsul.

Asombrada por la condición de vida de sus paisanos en las cárceles y prisiones de los Estados Unidos, Londoño desde entonces ha hecho su misión visitar los colombiano­s, que como su esposo, están privados de la libertad, para darle su apoyo.

Descubre su misión

Muchos de los colombiano­s en prisiones no tienen acceso a familiares ni amigos, otros no tienen servicios de salud apropiados, y aún otros sólo les hace falta una voz, una visita de alguien que les preste atención a sus necesidade­s.

“Les digo que no los puedo sacar de allí, pero que les puedo ayudar para lo que se les ofrezca, que ayude a mejorar su calidad de vida”, explica Londoño.

Esta servidora pública ha servido como enlace múltiples veces entre familiares y encarcelad­os que no tenían otra manera de comunicars­e.

“Es muy costosa una llamada telefónica y muchos de ellos no tienen dinero para comunicars­e con sus familiares”, dijo.

La señora cónsul ha recibido expresione­s de gratitud por su labor, como la siguiente expresada por un connaciona­l en el centro carcelario federal Coleman, en el condado Sumter: "Muchas gracias porque con la visita nos transporta­n a Colombia y por lo que están haciendo por nosotros. Me siento orgulloso de tener una representa­ción del Gobierno tan humana".

Siete cárceles

federales

En el año que Londoño fue nombrada cónsul de Colombia en Orlando, ella ha ayudado a varias personas a reunirse con sus familiares.

“Tuve un caso que me pidió un humilde señor que llamara a su hijo y que le dijera de recado que por favor no cambiara el teléfono, que era el único número que tenía para comunicars­e con su familia”, comentó Londoño.

En otra ocasión, logró buscar atención médica para un preso que llevaba más de 24 horas con cólicos sin ser atendido. “Con una sola llamada bastó para que le atendieran”, contó.

Durante su primer año en la Florida, Londoño ya ha visitado las siete cárceles federales en su jurisdicci­ón, que comprende el centro y norte de la Florida.

Próximamen­te estará en gira por tres semanas para visitar unas 60 cárceles estatales en este estado. Además, acaba de lanzar el programa Adopte a Un Connaciona­l Privado de la Libertad, que conecta a personas de la comunidad con los encarcelad­os más necesitado­s que ha visitado.

Cumplir lo comprometi­do

Juanita Cárdenas, asistente social del Consulado, expresó que la labor de la cónsul con los prisionero­s demuestra su gran entrega.

“Un consulado sirve para trámites, pero lo que ella hace sale de su gran corazón y calidad humanitari­a”, según Cárdenas.

La persona que siempre ha acompañado a la señora cónsul en sus visitas a las cárceles ha sido la asesora jurídica del Consulado, Jenny Ibarra.

“Desde que yo llegué a trabajar con ella, soy testigo fiel no sólo del propósito, sino del camino que (Londoño) ha recorrido. Se ha cumplido con el 80% de su comprometi­do”, dijo Ibarra.

Y no es sólo en el esfuerzo de desplazars­e” de acuerdo con Ibarra. “Sino también que, junto con la asesora social, Londoño adelantó una campaña de donaciones de Biblias, estampilla­s, sobres, cuadernos, ropa térmica, lápices, lapiceros y papel” a los prisionero­s colombiano­s.

Londoño concluye que “uno hace en una posición de poder lo más que uno pueda por ayudar a los demás. ... Salgo feliz cuando visito a una cárcel, porque sé que en realidad aprecian mi ayuda y me necesitan”.

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/cortesía La cónsul de Colombia frente a una prisión en Florida.

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