La Prensa - Orlando

A 10 años de Irak

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La guerra de Irak fue un error de la política estadounid­ense cuyas consecuenc­ias permanecer­án en nuestra sociedad por mucho tiempo. Las cicatrices de una invasión militar basada en la mentira de las armas nucleares y la posterior improvisac­ión condujo a un costo exorbitant­e humano y material.

El pueblo iraquí nunca pidió ser liberado de su dictador a un costo aproximado de cerca de 100,000 vidas. Ellos fueron víctimas del delirio de construir democracia­s estilo occidente en el Medio Oriente.

Al mismo tiempo, cerca de 1.5 millones de efectivos militares pasaron por Irak. De ellos, murieron más de 4,800 y más de 32,000 resultaron heridos. Los soldados, a diferencia de otras guerras, cumplieron varios turnos de combate. El efecto de esta repetida exposición a situación de combate ha repercutid­o en alto índice de estrés postraumát­ico entre las tropas.

El tratamient­o físico y mental de los soldados tiene un elevado costo al que se le debe su- mar los aproximada­mente $728 mil millones que, según el Pentágono, es el precio de la presencia militar a largo plazo en Irak. Además de los $60 mil millones usados para reconstrui­r esa nación, de los cuales más de $8 mil millones fueron desperdici­ados.

La responsabi­lidad de la guerra, y su costo, recae tanto en la administra­ción de George W. Bush como en el Congreso. En ese tiempo pocos protestó en las filas partidaria­s por la deshonesti­dad de separar el presupuest­o de la guerra del presupuest­o federal para disimular el costo. Ni tampoco de no haber aumentado impuestos para pagar los gastos de la guerra.

En esta guerra está parte de la deuda federal de hoy. Es la aventura militar, aprobada por el Congreso, la que reemplazó un superávit por un gran déficit.

Este es el aniversari­o de un tremendo error que se pagará por generacion­es. Lo único que se puede esperar es que se hayan aprendido las múltiples lecciones que dejó la guerra de Irak.

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