La Prensa - Orlando

Atrévete a soñar lo imposible

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ace unos días tuve el privilegio de escuchar a mi querida amiga, Lizette Valarino, hablar en la toma de posesión de la nueva directiva de la Asociación de Mujeres Hispanoame­ricanas Profesiona­les y de Negocios (HAPBWA).

Lizette compartió su historia, enfocándos­e en un jefe que dijo que ella no iba a lograr nada en la vida. Nos contó que, luego de unos días de sentir pena por ella misma, llegó a la conclusión que él estaba equivocado, que ella sí valía mucho y que ella podía lograr lo que se propusiera.

En 1987, su esposo, ella y sus dos hijos llegaron a Orlando con $300 en el bolsillo. Luchando juntos han tenido muchos logros. No se dejaron vencer porque otros les dijeron que “era imposible”.

Escuchándo­la, recordé el cuento sobre El trencito que pudo:

Un trencito pequeño y pasado de moda se encontraba en la estación como reliquia. Las locomotora­s grandes y modernas se reían de él, pero un día había que llevar una carga urgentemen­te y varias locomotora­s estaban llevan- do otras cargas y otras se encontraba­n en el taller arreglando problemas. El gerente de la estación no tuvo otro remedio que pedirle al trencito que llevase la carga.

Cuando el trencito vio el tamaño de la carga tuvo dudas, pero comenzó a decirse, ‘yo sí puedo’. La primera parte del camino iba bien y el trencito se iba sintiendo más confiado hasta que llegó a una montaña. Nuevamente dudó, pero comenzó a repetir esa frase una y otra vez, ‘yo sí puedo’.

La carga era pesada y usó todas sus fuerzas halando, repitiendo su frase, halando, repitiendo…. Poco a poco llegó a la cima y con una gran sonrisa comenzó la bajada repitiendo ‘¡Yo sabía que podía!’. Una y otra vez celebró este logro con esas palabras hasta llegar a su destino con la carga segura.

Entre mis frases favoritas está “nosotros somos nuestro peor enemigo” y “¡lo único que tenemos que temer es el temor mismo!”. Otro pensamient­os preferidos es “¡todo lo puedo con Cristo que me fortalece!”.

La mayoría de las cosas que nos dicen o pensamos que son imposibles, no lo son. Puede que sean difíciles y tardemos en lograrlas, pero en realidad no valoramos mucho aquello que nos viene muy fácil.

Al igual que Lizette, les exhorto a atreverse a soñar lo imposible y a trabajar para lograrlo.

Puede comunicars­e con Eva Pagán Hill, LMHC, al 407-691-4579.

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/ AP Para marcar un gol en la vida, hay que tener fe en uno mismo.
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