EN LA EDUCACIÓN: JAMÁS CONFORMARNOS
Con el regreso a clases, los estudios y el sistema educativo se vuelven la conversación de preferencia de muchas familias. El anhelo de todos los padres es que sus hijos tengan acceso a una educación que les proporcione las herramientas para un mejor futuro sin importar sus orígenes socioeconómicos.
Los padres de la Florida no son la excepción y saben que la educación de nuestros niños no debe ser limitada a estándares que no sirven a propósitos de aprendizaje efectivos.
Es por esto que me opongo a “Common Core”, por ser una medida que obliga a los estados a adherirse a los estándares del currículo que se imponen a nivel nacional. Lo mejor sería conferir poderes a los padres, a las comunidades locales y a los estados de la nación. Es el derecho legítimo de un padre el decidir sobre la educación que recibirá su hijo o hija y esa decisión es mejor hecha a nivel local y estatal.
La base de la enseñanza que se establece de K a 12 es sumamente importante, por eso necesitamos un sistema de educación que ofrezca opciones genuinas a nuestros estudiantes. Las “Becas Florida Tax Credit” reflejan estos esfuerzos pues están basadas en ayudar a niños cuyas familias tienen bajos ingresos, dando a la vez opciones y poder de decisión económica a los padres a escoger si desean enviar a su hijo a una escuela privada.
Esa es una de las razones por la cual he luchado contra los esfuerzos de suprimir estas becas que han ayudado a tantas familias de bajos recursos.
Recientemente la Corte de Apelaciones del Primer Distrito dictaminó en contra de los esfuerzos por prohibir esta becas.
Esta justa decisión crea un precedente favorable para programas que brindan mayores oportunidades a familias de bajos ingresos.
De igual forma, las becas McKay han sido un alivio para los estudiantes con discapacidades y un camino a la esperanza de una mejor educación K-12 para este grupo. McKay cubre diferentes discapacidades como la intelectual, un problema de lenguaje, una deficiencia auditiva, problemas visuales, padecimientos ortopédicos, trastorno del espectro autista, entre otras discapacidades documentadas.
Por otro lado, cuando hablamos de educación superior, yo he experimentado en carne propia la intensidad de pagar préstamos estudiantiles. En ocasiones los préstamos estudiantiles son un mal necesario y no por esto los jóvenes deben abandonar los estudios.
Por esto participé en el proyecto de ley “Right to Know” en el cual las universidades deben informar cuánto puedes ganar después de que te gradúas; así sabrás con antelación si vale la pena o no adquirir un préstamo. Este proyecto de ley protege el derecho del estudiante de saber a qué se expone antes de decidir por una carrera que quizás no le proveerá los beneficios que espera.
Para los que deciden estudiar en una universidad acreditada y necesitan de becas por las altas matriculas, he peleado defendiendo exitosamente la beca “Bright Futures” cuando se encontraba bajo una investigación injustificada por parte de la administración de Obama.
Afortunadamente estudiar una carrera en una universidad acreditada no es la única opción disponible en esta época.
Hay muchas carreras técnicas que son mejor pagadas que una carrera tradicional, esto es una realidad. Muchas de estas carreras se encuentran en el sector privado, en la industria automotriz, por ejemplo.
Yo exhorto al sector privado a que cree programas de estudios para sus trabajadores. La industria privada se beneficiaría tanto como los que trabajan en ella.
La educación no es una opción, sino una necesidad. No hay mejor forma de asegurar a nuestras futuras generaciones que mediante un sistema educativo y mientras le continuemos dando a los padres mayores opciones continuaremos viendo mejoras.
Eso requiere ideas innovadoras, reformas continuas y el deseo, sobre todo, de no conformarnos.