Trump da giro sobre México
El candidato republicano muestra deferencia hacia Peña Nieto pero no cede en su idea de construir un muro fronterizo
Estaba frente a las cámaras de video, los flashes y las grabadoras, pero el candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, miraba hacia abajo mientras una traductora bajita, morena y vestida con un impecable traje azul traducía el mensaje del presidente Enrique Peña tras el sorpresivo encuentro.
“Los mexicanos merecen el respeto de todos”, espetó Peña. “Podemos no estar de acuerdo en diversos temas, pero su presencia aquí señor Trump muestra que tenemos coincidencias”. El magnate asentaba, la cabeza de arriba abajo, las manos cruzadas, los pies juntos y en punta. “Los mexicanos en Estados Unidos son gente trabajadora, honesta, que respeta la familia… que contribuye con la prosperidad y el desarrollo de EEUU y México”.
De frente al pedestal de Trump se encontraba la canciller Claudia Ruiz, la responsable de garantizar a través del Servicio Exterior Mexicano los derechos de los migrantes en Estados Unidos que hace un año fueron agredidos por el empresario que los llamó “narcotraficantes” y “violadores”.
Pero él no la veía, cerraba los ojos, movía la melena que tanto escarnio causa en las redes para escuchar al mandatario mexicano hablar de las bondades del Tratado de Libre Comercio que el magnate ya no criticó sino que sugirió actualizar, de la disminución del flujo migratorio mexicano y el incremento del de otros países por lo que hay un reto compartido con los mexicanos.
Pero no hay que olvidar, agregó Peña: “Que del norte al sur hay un flujo ilegal de armas y flujo en efectivo que alimenta a los cárteles”.
El republicano tomó el micrófono cuando llegó su turno y habló con voz bajita y pausada de sus amigos que vienen a México, de los mexicanos que trabajan para él y hasta le dio la mano al presidente llamándolo “amigo” pero no se disculpó de los insultos e improperios que vociferó en el pasado para ganar popularidad en su campaña.
Insiste en el muro
En cambio insistió en que debe haber un muro entre México y Estados Unidos, pero cuando se le preguntó quién lo pagaría simplemente dijo: “No hablamos del pago”.
Elocuente miraba de vez en cuando a su interlocutor y cerraba el dedo índice y pulgar en un círculo cuando pretendía ser contundente.
“La felicidad de nuestros países van a mejorar si paramos inmigración no autorizada. Es un desastre, se tiene que resolver rápidamente. No es justo para la gente del mundo. Una frontera segura es importante y beneficiosa, fundamental para EEUU y México”. Luego reconoció que el encuentro al que fue invitado por el presidente mexicano fue constructivo y hasta dictó cinco puntos en los que él cree que se debe trabajar: mejorar la inmigración, la seguridad de la frontera (construir un muro), desmantelar a los carteles del narcotráfico, cuidar la industria manufacturera, y renovar el Tratado de Libre Comercio.
Mientras, la Coalición Binacional contra Donald Trump, integrada por activistas binacionales, realizó en el Monumento a la Revolución de la Ciudad de México una manifestación de repudio a la visita del republicano a este país.“Queremos que Peña, al menos se conduzca con dignidad y solicite a Trump una disculpa pública”, dijo María García, fundadora de la Coalición, poco antes de la cita.
“Es una maniobra electorera: lo que quiere es el voto latino”, dijo José Jacques, activista y exdiputado migrante. “Lo que quiere Trump es que lo vean como un temerario, que digan: sí insulta a los mexicanos y luego va y se mete a la boca del lobo y regresa”.
“Más presidencial”
La visita de Trump a México y su reunión con Peña Nieto, presentó al excéntrico y controvertido magnate como una figura más cercana a un estadista tradicional, dándole una pátina más “presidencial” a los ojos de votantes moderados en los Estados Unidos.
No obstante, está por verse el efecto que pueda tener sobre su base más recalcitrante, para la cual ha sido siempre importante la “firmeza” y el desparpajo de Trump al tocar temas delicados como inmigración, asuntos raciales y relaciones con el vecino país de México, sobre todo después que el republicano se mostró deferente hacia Peña Nieto, lo llamó “mi amigo” y dijo que ya hablarían “después” de quien pagaría por el muro fronterizo.
Si bien Trump reiteró su deseo de construir un muro, la retórica utilizada ayer fue muy diferente en fondo y en forma a la que ha venido usando durante meses. Por ejemplo, trató el tema migratorio y la inmigración indocumentada como algo “en lo que ambos países deben trabajar juntos por su mutuo beneficio”.
En vez de reiterar que multaría a empresas “que se lleven trabajos de Estados Unidos”, dijo que habría que trabajar con México “para mantenerlos en el hemisferio” y beneficiar a ambos países. En vez de criticar a un juez mexicoamericano, como hizo antes, ahora indicó que los mexicoamericanos de primera, segunda y tercera generación que él conoce están “por encima de todo reproche” y son “amazing”. En vez de decir que México “perjudica a Estados Unidos” enviando a drogadictos y violadores, dijo que “la inmigración ilegal nos hace daño a ambos”.
Analistas consultados están de acuerdo en que el objetivo de Trump no era congraciarse con los mexicanos ni con el voto hispano, pues eso parece imposible a estas alturas de la competencia, sino cambiar un poco la imagen de extremismo y racismo que lo ha perseguido, y atraerse así a algunos moderados.