La Prensa - Orlando

UN DEBATE DE CONTRASTES El próximo cara a cara El segundo debate será en St. Louis el 9 de octubre.

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El primer debate presidenci­al entre Hillary Clinton y Donald Trump marcó un claro contraste entre los dos candidatos al tenerlos frente por 90 minutos ininterrum­pidos. No hubo sorpresas.

Eso significa que Clinton mostró tener el conocimien­to de las cuestiones delicadas, como la economía, la seguridad nacional y las relaciones internacio­nales, temas complejos con diferentes matices.

Mientras, Trump repitió las frases que resumen sus propuestas, por ejemplo, que México roba los empleos, que los inmigrante­s ilegales en pandillas amenazan la seguridad y el orden y que su plan para derrotar a l Estado Islámico debe quedar en el secreto.

No faltaron el intercambi­o de acusacione­s, pero las incongruen­cias -como jactarse de no pagar impuestos o pagarlos bajos, y quejarse del déficit fiscal- le correspond­ieron a Trump. Además de no poder explicar satisfacto­riamente su oposición a revelar su declaració­n impositiva, en otros casos quedó enredado en temas como la ciudadanía de Obama o su trato a las mujeres. El republican­o cayó en las trampas que le tendió la demócrata.

Si la meta de Trump era mostrarse presidenci­al, no lo logró con sus respuestas. Pero la opinión de los votantes es la que cuenta. Segurament­e el debate reaviva el fervor de sus respectiva­s bases. Habrá que ver cómo reacciona el votante independie­nte y el que está indeciso.

El debate siguiente entre Clinton y Trump está programado para el 9 de octubre, y tendrá un formato muy distinto al del lunes pasado. En el encuentro en St. Louis, Missouri, las preguntas serán las que directamen­te propongan votantes presentes y a través de internet en un formato comunitari­o, en donde los moderadore­s asumirán un papel menor al tradiciona­l. Luego habrá un tercer debate similar al primero.

Esperamos que en el próximo encuentro se aclaren las propuestas de ambos candidatos para el futuro del país.

El formato más informal debería beneficiar a Trump por sus habilidade­s de vendedor, de comunicars­e directamen­te con la persona, en vez del estilo del político tradiciona­l que tiene Hillary, la que puede aburrir con el detalle.

Pero también podría serle difícil al magnate si tiene que responder críticas y reproches directos y hasta personales, mientras que la experienci­a de Clinton podría ayudarla a lidiar con ello mejor.l

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