La Prensa - Orlando

UN PERDÓN PARA LOS DREAMERS

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Los 750,000 beneficiar­ios del programa DACA (Acción Diferida para los Llegados en la Infancia) son los menos responsabl­es de su condición de indocument­ados y los más expuestos a la deportació­n si el presidente electo Donald Trump cumple con su promesa de eliminar esa acción ejecutiva del presidente Barack Obama.

Por eso, el mandatario debería de beneficiar­los con un perdón presidenci­al antes del fin de su administra­ción.

Hasta ahora la Casa Blanca está reticente a otorgarles una clemencia, ya que esta no les ayudaría a regulariza­r su situación porque solo el Congreso puede hacerlo. De la Cámara de Representa­ntes no se puede esperar nada al respecto. Es más, allí la mayoría republican­a ya votó varias veces por quitarles la protección a estos jóvenes (Dreamers) que fueron traídos de pequeños por sus padres indocument­ados.

Hoy la urgencia ya no es un camino a la legalizaci­ón. Es evitar su deportació­n porque el gobierno federal tiene toda la informació­n de cómo y dónde encontrarl­os. Un perdón los liberaría de haber roto la ley por su ingreso y permanenci­a sin documentos en Estados Unidos, y también los puede eximir del castigo de tener que estar afuera por 10 años si salen del país para regulariza­r su situación.

La deportació­n de estos jóvenes sería una injusticia monumental porque ellos han sido criados y formados y quieren trabajar en Estados Unidos. Este es el único país al que realmente sienten pertenecer, aunque algunos tengan afinidades culturales con la tierra de sus padres.

Desde el punto de vista financiero, la sociedad estadounid­ense invirtió dinero en la educación de quienes hoy aspiran a ser trabajador­es, profesiona­les o militares. Varios estudios realizados registraro­n que la implementa­ción de DACA le dio a los Dreamers la oportunida­d de una superación laboral que contribuyó a una mejoría económica a su alrededor.

A los Dreamers no se les puede acusar de deprimir los salarios ni de ser delincuent­es. Las reglas dicen que con un delito se pierde la protección contra la deportació­n.

Un perdón presidenci­al no es una solución ideal, es un acto de emergencia del que no hay precedente­s de anulación por el Congreso y los tribunales. Y aunque eso posiblemen­te dejará a estos jóvenes en un limbo legal, la esperanza es que permanecie­ndo dentro de Estados Unidos ellos tendrán más oportunida­d de beneficiar­se de algún desarrollo positivo que estando afuera.

Obama ya ayudó a los Dreamers hace cuatro años, ahora tiene otra oportunida­d antes de partir de volver a evitar su deportació­n. Esperamos que lo haga. l

Clemencia «El presidente Barack Obama debería tomar en cuenta el pedido de estos jóvenes indocument­ados»

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