El imparable terceto goleador del Barcelona
Messi, Suárez y Neymar han rebasado los 300 goles en conjunto y ratifican ser la tercia de atacantes más mortífera del futbol
Tridente, Mosqueteros, Tres Alegres Compadres, la MSN o como sea y quiera llamársele, la realidad está en que al hablar de Lionel Messi, Luis Suárez y Neymar Jr. nos referimos a la tercia de futbolistas latinoamericanos más gloriosa vista en un equipo de futbol europeo en la época moderna.
El trío de ases sudamericanos alcanzó en la pasada jornada la cifra de 305 goles desde su reunión bajo los colores blaugrana.
Esta máquina destructora encuentra su éxito en el buen rollo existente entre estos cracks, quienes tiran por la borda aquello de las irreconciliables rivalidades deportivas entre miembros de potencias del continente americano como son Brasil, Argentina y Uruguay.
Por el contrario, ellos han dado cátedra de compañerismo y madurez, comportamiento que en un inicio generó escepticismo, incluso al interior de la comunidad futbolera de Cataluña.
En su momento, el holandés Johan Cruyff, considerado el padre formativo de la escuela barcelonista, declaró su incertidumbre ante la contratación de Neymar Jr., de quien enalteció sus artes futbolísticas, pero cuestionó la viabilidad de compatibilidad entre el astro argentino Messi y el entonces recién llegado al Barcelona.
Cruyff veía como un movimiento poco afortunado y condenado al fracaso el fichaje del astro brasileño. “Dos gallos en un gallinero no encajarán”, declaró el ya fallecido exfutbolista y exentrenador, quien en esa ocasión, para beneficio del Barcelona y el futbol en general, se equivocó.
“Antes lo admiraba como futbolista, cuando lo conocí lo valoré todavía más como persona”, dijo entonces Neymar Jr., meses después de conocer a Messi, quien en aquel entonces devolvió las rosas al declarar: “Me avergüenza que me diga en la cara que es muy fanático mío”.
La llegada del rebelde
Luis Suárez cambió las lágri- mas y la rabia por la ilusión. Jugar al futbol cura heridas y devuelve las ganas de vivir retos y eso ocurrió al fenomenal centro delantero uruguayo desde julio de 2014, cuando inhabilitado por un castigo impuesto por la FIFA durante la Copa del Mundo de Brasil, se desvinculó del Liverpool inglés y firmó con el Barcelona.
Suárez tiene algo de chico malo de las canchas. Incorregible y fúrico, su instinto le suele dominar por sobre la razón y en ocasiones cae en provocaciones o toma justicia por cuenta propia de formas muy poco ortodoxas e ilícitas, como aquellas mordidas en Inglaterra o en la mencionada Copa del Mundo, un escupitajo o algún codazo oculto hacia un rival.
Pero estos detalles de callejón cada vez mucho más esporádicos y su inactividad forzada por cuatro meses tras la sanción de FIFA, volvieron a poner signos de interrogación sobre la llegada de un futbolista con condiciones de juego más allá de lo común, pero ciertos rasgos de carácter preocupantes respecto a la integración del grupo.
Sin embargo, Suárez cayó como agua de mayo. Su integración con el grupo fue fantástica y su acoplamiento al dúo de Messi y Neymar Jr. difícilmente pudo resultar mejor.
Tan bueno ha sido el desembarco de Suárez en la costa catalana que hace algunos días, en el triunfo por 3-1 sobre el Athletic con el cual el Barça clasificó a los cuartos de final de la Copa del Rey, marcó con una volea digna de videojuego su gol número 100 como futbolista blaugrana.
Messi, Neymar Jr. y Suárez son un deleite quizá irrepetible en un mismo club y un orgullo del futbol de Latinoamérica.
Han sabido derribar las barreras del nacionalismo y demostrado como la humildad y el respeto profesional puede hacer convivir a tres figuras en torno a un balón.
Se divierten con la pelota como lo hacen tres niños en un jardín y eso, para el futbol moderno, tan estricto en la mecánica y el poder físico, es oro puro.