EL DESALENTADOR PANORAMA DEL CENSO 2020
El censo nacional es una de las bases de nuestra democracia. Con sus datos se redistribuyen escaños en la Cámara de Representantes y fondos de cerca de 215 programas federales para que representen y cubran adecuadamente las necesidades de la población.
El conteo que se realizará en 2020 está en problemas. Es un mal presagio para las minorías, para las personas que no hablan inglés y otros grupos de residentes estadounidenses que tradicionalmente son difíciles de contar.
Desde el inicio es difícil la misión de cumplir con el deber constitucional de contar cada 10 años la población de Estados Unidos. El Congreso en 2010 ordenó que el conteo de 2020 no cueste más que el anterior, a pesar del aumento de salarios y que haya más gente que tabular.
Ya en febrero pasado la Oficina de Contraloría del Congreso agregó al Censo a su lista de áreas federales en alto riesgo, pues los costos estimados no eran confiables y la tecnología planeada no había sido probada.
Luego, contrario a lo normal, el presupuesto para la Oficina del Censo se redujo en 2017 en vez de incrementarse a medida que se acerca la fecha del conteo. Y aumentó el estimado del costo de la tecnología necesaria para mantener bajo el precio general de la operación.
Luego llegó la renuncia del director del Censo, John Thompson. Su partida dejó un serio vacío, y se teme que su reemplazo caiga en el proceso lentísimo de nominaciones federales que sigue la Casa Blanca. Mientras tanto, en vez de ampliarse paulatinamente la operación, se cancelaron numerosas pruebas y se retrasó la apertura de oficinas regionales.
Todo esto es muy preocupante porque perjudica el conteo y especialmente los esfuerzos para tabular un 35% de la población que no regresa el formulario por correo. En general estos son las minorías, los inmigrantes y los más pobres.
La falta de fondos creará, por ejemplo, que se cuente muchos menos latinos de los que hay y, por consiguiente, se cuente de más a otros grupos.
Esto significa que la comunidad hispana no recibiría la parte que le corresponde de una asistencia federal que fue de $446,700 millones en 2008, ni se crearían distritos electorales de acuerdo a su representación a lo largo del país.
El subconteo y el sobreconteo es un problema continuo que se suele reducir con acciones posteriores. Estas mismas son las que hoy se ven seriamente amenazadas.l