LA PROMESA DEL ESPÍRITU SANTO
En el calendario cristiano tenemos grandes celebraciones durante el año a las cuales por su puesto les damos la importancia que se merecen.
Por ejemplo, la Navidad, época en que celebramos el nacimiento de nuestro Salvador Jesucristo. Luego viene el gran día de Resurrección, Jesucristo tenía que morir por todos nosotros pero resucitaría el tercer día, el Alfa y el Omega vive para siempre.
Pero hay una gran fiesta en nuestro calendario a la cual no le damos la importancia que se merece como es la promesa del Espíritu Santo, realizada más de 800 años antes del nacimiento de Jesucristo, cuando el profeta Joel, inspirado por el Espíritu Santo, escribió: “Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne .... ”.
Esta gran promesa fue confirmada antes que sucediera por el mismo Jesucristo estando en medio de nosotros. Salió de su propia boca cuando dijo: “Y yo rogaré al Padre y os dará otro consolador para que esté con vosotros para siempre, el Espíritu Santo”.
Y así como todas la profecías se han cumplido al pie de la letra, esta también se cumplió en el día de Pentecostés, cuando descendió sobre todos los que estaban reunidos orando y todos fueron llenos del Espíritu Santo.
Y lo grandioso de esta promesa es que todos podemos recibir el Espíritu Santo y ser templos del Espíritu, es Jesucristo viviendo en nosotros a través de Él. Recordemos que no los podemos separar, es Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu y estos tres son uno, lo dice en 1 Juan 5:7-8, gran misterio.
Así lo prometió Jesucristo: “Vendremos y haremos morada en él”.
Somos una generación muy bendecida, hoy usted también puede ser parte de esta promesa, recibiendo a Jesucristo como su Salvador.
Bendiciones, se me portan bien y buen genio.