SOLIDARIDAD CON LAS VÍCTIMAS DE HARVEY
El efecto devastador del huracán Harvey requiere la ayuda de todos los estadounidenses. La compasión para los damnificados, un techo para los que perdieron todo y el dinero para la reconstrucción.
Todavía es temprano para evaluar los daños. Hay que esperar a que las aguas bajen para saber cuántas personas quedaron atrapadas en sus hogares, cuántas sobrevivieron pero lo perdieron todo. La dimensión de lo destruido y el análisis de lo que se pudo haberse hecho y no se realizó.
El huracán Harvey causó más precipitación en Houston en pocos días que la que cae en más de un año. La ciudad que tiene una historia de inundaciones -seis desde 1994- nunca estuvo lista para recibir un fenómeno de esta magnitud.
Los canales se desbordaron. El agua que caía era mayor que la que se podía expulsar, lo que aceleró la inundación de vecindarios. Houston es una planicie con depresiones, lo que dificulta el desague. La falta de planeamiento urbano y el crecimiento desordenado por falta de regulaciones agravó más aún la situación.
Vale preguntarse el porqué la virulencia de este fenómeno en este momento. Se sabe que hay una elevación del nivel del mar, que las aguas del Golfo de México están inusualmente calientes y la humedad de la atmósfera también es mucho mayor. Estos elementos del calientamento global son factores para incrementar el poder del huracán.
La visita del presidente Trump a Texas fue una buena señal de los esfuerzos del gobierno federal para ayudar a los damnificados. Pero todo está por empezar.
Se estima que se necesitará mucho más que los $50,000 millones que se destinaron al huracán Sandy en 2012. No se cree que este Congreso ponga los mismos obstáculos que hizo con el expresidente Obama, pero habrá la presión de recortes al presupuesto para equilibrar el gasto adicional.
Harvey también obliga a una revisión a los draconianos recortes en el plan de gastos de la Casa Blanca. Será difícil justificar los cortes de fondos al Programa Federal de Seguro de Inundación de FEMA.
Finalmente, nos preocupan los reportes sobre los indocumentados afectados, que por temor a las deportaciones, se quedaron en sus casas.
La autoridades estatales y de inmigración avisaron que no se pedirán documentos en los refugios ni que se harán redadas allí. Para muchos es difícil creer en esas palabras cuando vienen de la misma gente que hasta hace una semana los quería expulsar por verlos a todos como criminales.
Este es un ejemplo de la pér- dida de confianza de una comunidad. Esa que tanto temen los jefes policiales al oponerse a la política migratoria promovida desde Washington.
Los desastres naturales ponen a prueba el espíritu solidario de la gente. La ayuda a veces heroica que personal de seguridad y personas comunes y corrientes han derrochado en Houston y otras zonas es un aliento de humanidad y orgullo. A ello debe seguir el apyo solidario del gobierno y de los estadounidenses.
Done si puede a instituciones de confianza. Y exija a políticos y autoridades que velen con solidaridad justicia por el bien de la comunidad. Aquí, en Houston, en todo el país.l