JUGADA CRUEL
La oferta inicial de la Casa Blanca para negociar la permanencia de los beneficiarios de DACA es inadmisible.
Es el tipo de propuesta que termina una conversación antes de que comience, por lo excesivo de las demandas. Es una movida para el fracaso.
Se puede decir que también sirve para medir cuán interesado está la otra parte en llegar a un acuerdo. En este caso: ¿cuál es el precio que se está dispuesto a pagar para no dejar expuestos a más de 800,000 soñadores a la deportación?
La administración Trump envió a los demócratas del Senado un carta con una lista de principios de inmigración con propuestas que deberían acompañar a la ley que proteja a los gente de DACA.
El proceso, por el tenor perjudicial de lo ofertado, parece más un chantaje que una negociación. Es como proponer no encarcelar a alguien a cambio de facilitar muchos más encarcelamientos mañana.
La propuesta de la Casa Blanca refleja todo el extremismo del secretario de Justicia Jeff Sessions, y nada de la expresión más moderada del presidente Trump hacia los soñadores. No hay ninguna consideración a los muchos aportes que estos inmigrantes han hecho a la nación.
La Casa Blanca habla de 17 puntos sobre seguridad fronteriza, acciones internas y en uno propone un sistema de inmigración basada en méritos.
Entre estos principios está ampliar las categorías de los deportables como amenaza a la seguridad pública, dar poder a las autoridades para actuar como agentes de inmigración (y darles inmunidad), evaluar a los jueces de inmigración de acuerdo a cifras de deportación, castigar a las jurisdicciones que se definan santuario y acelerar deportaciones.
En una mesa de negociación para una reforma migratoria de esta magnitud por lo menos debería estar presente una regularización para los millones de indocumentados que llevan una vida productiva en nuestro país.
Pero la propuesta de Sessions, y aunque se haya mostrado receptivo ante los Dreamers, también de Trump es un esquema con posiciones extremas, que hacen guiño a las fuerzas antiinmigrantes, pero que no representa nun escenario donde se pueda lograr una negociación. Es una propuesta envenenada que, por añadidura, no solo enfrenta la oposición demócrata completa sino la de varias figuras republicanas moderadas, que apoyan a los Dreamers y rechazan, por ejemplo, reducir la inmigración legal a un sistema por mérito en detrimento de la reunificación familiar.
La realidad, así, es distinta al plan de la Casa Blanca. La causa de las personas traídas al país cuando eran menores de edad goza de un amplio respaldo de popular, con ciudadanía incluida. En el Congreso también hay apoyo bipartidista, detenido por la mezquindad ideológica.
Si se quiere ayudar a los soñadores se requiere un proyecto de ley limpio, sin la contaminación de temas adicionales. Ellos se merecen una legalización plena con justicia y respeto, en concordancia con los valores nacionales. l