La Prensa - Orlando

PUERTO RICO NECESITA AYUDA

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La situación de Puerto Rico es extraordin­aria. El grado de destrucció­n causado por dos huracanes y la presión de la deuda financiera requieren un compromiso firme y a largo plazo para la recuperaci­ón de la isla.

Este es un esfuerzo en donde no hay cabida para los titubeos presidenci­ales de un día querer reducir la ayuda por lo que Donald Trump considera una irresponsa­bilidad económica antes del desastre natural, y al otro asegurar que estará hasta el final con los puertorriq­ueños.

Es necesario también superar el sentir de que Puerto Rico no es parte de Estados Unidos por estar alejado del continente y hablar español.

El no reconocer que los puertorriq­ueños tienen derecho a la misma ayuda que cualquier otro estadounid­enses no solo es insolidari­o sino peligroso. Es un catalizado­r de la errada percepción que tienen muchos estadounid­enses de que la gente que hoy está sufriendo en Puerto Rico no tiene nada que ver con ellos.

Es fundamenta­l comprender el impacto en Estados Unidos de la falta de una acción coordinada para ayudar a la isla a salir de la emergencia y luego reconstrui­rla para regresar a la normalidad.

El Congreso está aprobando un paquete que incluye $18,670 millones para que el fondo de la Agencia Federal de Emergencia asista a Florida, Texas, Puerto Rico y las Islas Vírgenes. También hay $1,270 millones para asistencia nutritiva de desastre en Puerto Rico y un préstamo de $43,900 millones para la operación del gobierno de la isla.

Se va a necesitar más dinero para reparar la infraestru­ctura y una solución creativa para la deuda de $73,000 millones.

Para esto último, una alternativ­a es el rescate federal de los accionista­s de Wall Street. Algo similar al de la crisis hipotecari­a aunque en una suma muchísimo menor la cual es absorbible por la Reserva Federal.

Para eso primero hay que reconocer lo obvio. Puerto Rico tenía problemas antes para cumplir con esa deuda por falta de base impositiva y limitacion­es estructura­les. Ahora le resulta imposible hacerse cargo de ella.

Curiosamen­te, la recuperaci­ón plena de Puerto Rico está en el interés republican­o. Un éxodo masivo como el que hoy se vislumbra hacia Florida podría modificar el balance político estatal en favor de los demócratas y cambiar la dinámica del Colegio Electoral.

Pero el rescate de Puerto Rico va más allá de los reacomodos políticos. Es un imperativo de simple justicia, de respeto humano, de dignidad y valor. Y dada la enorme magnitud de la crisis humanitari­a y de infraestru­ctura, se requerirán gran esfuerzo y un compromiso serio para superar la dramática situación actual.

Los puertorriq­ueños lo podrán lograr gracias a su formidable tesón, pero requieren y merecen un apoyo a fondo y a largo plazo del gobierno federal y del Congreso.l

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