La Prensa - Orlando

UNA TRAGEDIA CONVERTIDA EN AGRADECIMI­ENTO

- Diana M. Font

Les voy a contar cómo el peor día de mi vida se convirtió en el mejor. No vengo a predicar religiones ni nada por el estilo pero sí voy a contarles algo muy personal de lo cual no hablo con frecuencia y necesito traer a colación. Existe el mundo del club de motoras. Existen muchas y tienen reglas que seguir. Son una familia. Mi familia y está siendo mal interpreta­da.

Gracias a Dios tuve la dicha de ser madre de un varón que hoy día es un hombre de bien, sin malas mañas o vicios. Para mí es una dicha que sea un hombre bueno pero según él es una maldición porque muchas veces las mujeres preferimos alguien que nos maltrate… Esa no soy yo.

Para mí, nuestro deber como padres es criarlos hasta que puedan valerse por sí mismos. Mi hijo nació en Nueva York y cuando tenía dos años me lo llevé para Puerto Rico para criarlo mejor como madre soltera luego de divorciarm­e. Desde pequeño siempre decía que se iba para la Fuerza Aérea y le pedí que fuera a la universida­d primero. Estudió dos años y no pude cambiarle la idea y partió el día antes de cumplir sus 21 años hacia su rumbo en la vida. Al darme el empty nest syndrome me mudé para la Florida donde mi hijo al salir de la Fuerza Aérea vino a vivir. Al poco tiempo se integra a un club de motoras y me escandaliz­ó pensando “por qué y Cristo Amado por favor protégelo” pensando que iba a cambiar su manera de ser. Al tiempo hago un BBQ en casa y los invite a todos y me adoptaron como la ‘Mamá’ .

El Día del Veterano, 11 de noviembre de 2014, mi hijo me informa que va a llevar la motora a lavar (donde las muchachas lavan los autos y las motoras en bikini). Por ser veterano era gratis para él. Les dije que era un hombre normal… Salió a las dos de la tarde y casi al llegar al lugar…. un estudiante de Full Sail de 19 años hace un viraje en ‘U’ en la Semoran y casi University y me lo impacta “porque no lo vio”. Gracias a Dios es obligatori­o utilizar casco en su Club y con todo eso mi hijo termina con vaso desbaratad­o (hubo que ponerle seis pintas de sangre al llegar al hospital), cuatro costillas rotas, tres vértebras, la nariz, la clavícula, la muñeca y brazo derecho, pelvis se rompió en dos lugares como mariposa y trauma cerebral en la parte posterior y delantera del cerebro. Le pregunté a la doctora qué servía luego de darme las noticias. A la media hora tuve alrededor de 20 integrante­s de los capítulos de Tampa, Daytona y Miami a mi lado. Mi hijo estuvo en el hospital cuatro meses y costó $1.4 millones de dólares mantenerlo vivo.

Mi hijo murió de un paro respirator­io (a los dos meses) después de haber salido de intensive, pero Jesús me lo acompañó hacia su cuerpo diciéndole “no es tu tiempo aún, tienes que regresar”. Han pasado tres años largos y luego continuamo­s con la historia. Feliz Día de Acción de Gracias. Abraza a tus seres queridos y dale gracias a Dios por todo lo bueno y lo malo. Lo malo viene por algún motivo y hay que saber cómo manejarlo. Gracias a mi otra familia logré pasar un tiempo amargo esperanzad­a y acompañada. Disfruta y dale gracias por lo que tienes y por lo que no tienes y no te hace falta.

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