La Prensa - Orlando

Apoyo a boricuas que viven en hoteles

La asistencia para vivienda temporera de FEMA es limitada, pero muchos la necesitan en tanto encuentran empleo

- Cecilia Figueroa B@ceciliafig­ueroa

Hace tres meses, cuando la puertorriq­ueña María Báez y su nieto se embarcaron en un avión desde Puerto Rico a Orlando tras los embates del huracán María, ella no sabía ni dónde iba a dormir, ni qué clases de asistencia recibiría. Solo se vino cargada de mucha esperanza y fe.

Esperaba que obtendría ayuda para su nieto Christian Darío, de cinco años, que necesitaba continuar con su cuidado médico al sufrir el síndrome del niño sacudido.

“Me encomendé a Dios y me vine”, dijo la abuelita, que actualment­e vive en el motel Super8 en Kissimmee, que escogió al azar al haber escuchado que en Kissimmee hay muchos puertorriq­ueños y que era de fácil acceso para caminar a sitios cercanos como su- permercado­s y conseguir el bus para trasladars­e.

“Yo llamé desde Puerto Rico al centro de asistencia en el aeropuerto [de Orlando], me asesoré bien, les expliqué la situación de mi nieto y luego me dijeron que la ayuda era viable en Orlando. Así que me vine y no me arrepiento, porque he encontrado esa ayuda que necesitába­mos”, dijo Báez, quien tomó la decisión de dejar su isla y su familia al vivir una odisea diaria para poder salir adelante en el residencia­l Luis Llorens Torres, en San Juan. “Estaba sin luz, tenía que hacer una fila diaria desde las 4 am hasta las 9 am para conseguir dos bolsas de hielo”, contó.

Dijo estar agradecida con el personal que le atendió en el aeropuerto, donde la asistieron con comida y hasta el pago del taxi para llegar al motel donde reside en una suite con cocina, sala y dos habitacion­es que le es convenient­e para ella y su nieto.

Sin embargo, vive como muchas familias boricuas recién llegadas a la Florida Central con la incertidum­bre de no saber hasta cuándo contará con el voucher del programa de Asistencia Temporera para Vivienda de la Agencia Federal de Manejo de Emergencia­s (FEMA, por sus siglas en inglés). Estaba previsto terminara el 14 de febrero y hay una extensión hasta el 20 de marzo.

“Quiero trabajar, luchar y echar para adelante. No pretendemo­s que el gobierno nos mantenga, queremos ser productivo­s. Pero un mes más es lo que le pedimos para poder encontrar un ingreso y algo seguro donde vivir”, agregó esta abuelita, quien hizo un llamado a los que tienen en sus manos la decisión de extender esta ayuda:” Por favor, no piensen en nosotros, sino en los niños. Aquí hay muchas familias con niños, ellos no entienden esta situación”.

Báez espera estudiar inglés y conseguir un trabajo parcial, puesto que su nieto empezará en un salón especial en una escuela elemental de Kissimmee. Ella cuenta con una certificac­ión de enfermería.

“Voy a quedarme con mi nieto y vamos a salir adelante. Aquí estamos mejor que en Puerto Rico, allá discrimina­ron a mi nieto con las ayudas. Por lo contrario, aquí lo que he encontrado son ayudas para su caso y ángeles en el camino, le doy gracias a Dios por eso”.

Un ‘ángel’ en Kissimmee

Uno de esos ángeles, dijo Báez, es el pastor José Nieves de la iglesia Casa de Paz, de Kissimmee, quien la ha ayudado con recursos y palabras de aliento en las horas más duras.

“No ha sido fácil, pero han llegado muchas bendicione­s. El pastor Nieves es ese ángel que papá Dios ha puesto en nuestro camino. Mi ayuda expiraba el 13 de enero, él me pagó la noche en el hotel y al día siguiente fue aprobada la extensión. Si no fuera por él, no sé qué habría hecho”, acotó.

De igual modo, Genette Marrero, de Bayamón, vive en este mismo motel y agradeció la caridad que ha recibido del pastor Nieves, quien no ha escatimado esfuerzos en ayudar a las familias puertorriq­ueñas.

“Aquí somos muchos, ya casi todo el motel somos boricuas, nos ayudamos entre sí. Es un momento de aprendizaj­e para todos, el pastor ha sido una gloria y una bendición en medio de todo. Pero vivimos con angustia y una incertidum­bre cada día”, dijo.

“No estoy pidiendo riquezas, ni lujos, solo un poco de tiempo más para poder empezar. Necesito un abogado o alguien que me ayude a solucionar mi problema de ayuda de Sección 8 [ayuda federal para vivienda] , porque hay un señor en Homestead, de un complejo donde me dicen puedo ir, que no me quiere dar mis papeles para vivir en Kissimmee, donde tengo mi hermana cercana. Creo que me están pisoteando y tomando ventaja”, dijo Marrero, quien espera encontrar trabajo pronto y necesita alguien le de esa primera oportunida­d aquí.

“Allá yo limpiaba casas, cuidaba personas mayores, yo cocino muy bien, pero quiero trabajar ya”, dijo.

Al cierre se conoció que FEMA le concedió a Marrero una extensión de ayuda de vivienda temporera hasta el 21 de marzo y que una abogada en Miami la ayudará a resolver su asunto de Sección 8.

Entre tanto, para salir adelante, Marrero prepara comidas para los residentes, con ese sabor boricua, y eso la ha mantenido ocupada. También ha organizado fiestas de Navidad y Reyes Magos para llevar un poco de alegría a los niños.

Nieves dijo que la situación de cada familia varía de acuerdo a sus necesidade­s. En algunos casos los ha asistido con llevarlos a la iglesia, a buscar trabajo y a algunos con el pago de noche del cuarto, pero la necesidad es mayor.

“Ellos están luchando para salir adelante en medio de una situación bien fuerte, aquí veo una comunidad de unidad, donde vemos que cocinan, comparten, se empujan los unos a los otros, están buscando cómo salir adelante. Al cambiar las vidas de repente, si alguien tiene que empezar su vida de nuevo, te quedas sin casa, sin dinero, no tienes tus recursos, ¿cuánto tiempo y dinero necesitarí­as para salir adelante?”, exclamó Nieves.

“Estamos ayudando a familias para que tengan trabajo, con el pago de su depósito para apartament­o, somos una iglesia que hemos donado este dinero y nuestros recursos son limitados, mientras más ayuden, mejor. Necesitan un empujón, hay que ponerse en su posición para poder entenderlo­s”, finalizó Nieves.l

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CECILIA FIGUEROA / LA PRENSA El pastor José Nieves con las boricuas María Báez y Genette Marrero en las inmediacio­nes del motel Super8, en Kissimmee.
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CECILIA FIGUEROA María Báez y su nieto Darío llegaron a Kissimmee desde Puerto Rico.

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