ROMPIENDO CADENAS

Hay cosas que nos tienen amarrados, atados en nuestra vida y muchas veces no nos dejan progresar ni avanzar. Parece que estuviéramos en nuestra propia cárcel, parece que para muchos de nosotros no existiera el presente ni el futuro. Vivimos en la amargura del pasado.

Pero les tengo una gran noticia, esas cadenas la podemos romper, esas cadenas que no nos dejan progresar ni ver la gloria de Dios en nuestras vidas. Por ejemplo, la cadena del odio es un cáncer interno que nos destruye no solamente a nosotros sino también a los que nos rodean.

Hace unos días hablaba con una señora que había roto esa cadena después de 40 años. Odiaba a su padre porque la había abandonado cuando ella tenía 3 años y vivía en esa cárcel. Su vida había sido llena de amargura. Pero un día conoció a Jesucristo, lo recibió en su corazón, perdonó a su padre, sacó ese odio de su interior y su vida cambió totalmente. Me decía que era como si hubiera nacido de nuevo.

Hoy podemos romper todas las cadenas que nos están estorbando, posiblemente usted está amarrado al vicio de la droga, del alcohol, del sexo, al rencor, al pecado del adulterio. Hoy podemos ser libres, para esto Jesucristo vino a morir en una cruz por todos nosotros. No sigamos esclavos, hoy es el día de victoria y lo mejor de todo es que usted tiene las llaves, la herramienta para romper esas cadenas. Usted decide: sigue preso y amargado o libre y feliz.

Dicen las sagradas escrituras: “No tenemos lucha contra carne y sangre, sino contra principados, potestades y gobernadores de la tinieblas, contra huestes espirituales”. Es su decisión rompámoslas en el nombre de Jesucristo. Dios los bendiga, estaré orando por ustedes, se me portan bien y buen genio.l