DEMOS UN BUEN FRUTO
Dicen las Sagradas Escrituras que el árbol bueno da buen fruto, pero el árbol malo da mal fruto. Algo muy simple pero de un gran significado: en qué lado del jardín espiritual estamos en este momento, qué clase de árbol somos en este instante.
El fruto de la carne (del pecado) es el adulterio, fornicación, inmundicia, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, iras, contiendas y más, pero el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.
Recordemos que el Señor Jesucristo no dice que Él es la vid verdadera y el Padre el labrador y nosotros los pámpanos y que debemos llevar mucho fruto, pero del bueno, y de la única manera que podemos llevar buen fruto es cuando permanecemos en Él. Pero el pámpano que no da fruto será cortado y echado al fuego, y que en esto vamos a Glorificar a Dios, llevando mucho fruto.
Recuerdo la historia de Caín y Abel cuando le ofrecieron a Dios su fruto, Caín trajo una ofrenda, no fue la mejor, pero Abel trajo la mejor de sus ovejas y El Señor miró con agrado la ofrenda de Abel.
¿Qué clase de fruto hay en nuestra canasta espiritual en este momento, estamos glorificando a Dios?
Todos tenemos nuestra conciencia y sabemos que estamos haciendo mal o que estamos haciendo bien, no miremos la canasta del vecino, ya que para criticar y juzgar somos profesionales, miremos nuestra propia canasta y saquemos todo fruto malo que hay en ella.
Démosle al Señor lo mejor, amémosle con todo nuestro corazón, obedeciéndole en todo, seamos como el árbol del Salmo 1:
«Será como árbol plantado junto a corrientes de agua, que da fruto a su tiempo y su hoja no cae y todo lo que hace prosperará”.
Se me portan bien y buen genio.l