LEGADO
Hace unos días asistí a la Celebración de Vida honrando a Samuel Haiman, padre de mi amiga Samí. Familiares y amigos acudieron para ofrecer sus pésames, pero más importante para compartir el legado de Sam en sus vidas.
Hubo una proclama del alcalde y asambleístas sobre su labor en pro de los niños y jóvenes por medio de los deportes, su lucha a favor del reciclaje y de los cinturones de seguridad.
Entre lágrimas y risas, los presentes lo describieron como buen amigo y ejemplo de ética, integridad y servicio comunitario. Algunos compartieron cómo han aplicado sus enseñanzas en su vida personal y profesional. Sus hijas compartieron cómo las hizo sentirse amadas y cómo las apoyó e inspiró a seguir sus sueños.
Pero fueron las palabras compartidas por su hijo las que inspiraron esta columna. Al cometer un error, Sam le dijo: “Todos cometemos errores y todos hacemos cosas bien. Lo importante es que al mirar hacia atrás al final de nuestras vidas, sean más las cosas buenas que hemos hecho y menos los errores”. ¡Qué palabras sabias!
Vivimos en tiempos en que se valora más lo que tenemos que lo que hacemos. Al glorificar el materialismo, el consumismo, el individualismo y otros “ismos” nos hemos aislado y convertido en “hacedores” en vez de “seres” humanos. El negativismo y la desconfianza en nosotros mismos y en los demás nos consumen.
Hombres y mujeres como Sam nos enseñan que la vida puede ser mejor cuando damos de nosotros y extendemos la mano amiga, nuestras vidas se enriquecen y nuestra salud mental mejora.
Ahora es el momento de evaluar nuestras vidas y preguntarnos cuál es el legado que nosotros queremos dejar cuando llegue el momento de nuestra muerte. Hagamos lo posible porque nuestro legado este lleno de actos buenos.