La vulnerabilidad y el dolor persisten a dos años de la tragedia
Sobrevivientes y personas cercanas a las víctimas creen que no se ha hecho lo suficiente para prevenir nuevos tiroteos masivos
El 12 de junio marca una fecha muy triste en Orlando sobre todo para las comunidades hispana y LGBTQ. Es un momento para recordar la terrible tragedia ocurrida ese día en 2016 en el club nocturno Pulse durante una noche latina donde 49 personas perdieron la vida y decenas quedaron marcadas para siempre.
Dos años después, la comunidad aún llora la perdida y desea que ese día obscuro nunca hubiera ocurrido. El dolor de esa herida que no ha sanado por completo y ha dejado sentimientos encontrados sobre la seguridad personal en espacios públicos y lugares nocturnos como este.
A dos años del tiroteo en el Pulse, aún se debate sobre el control de armas. La del Pulse no ha sido la última masacre en Estados Unidos y en los últimos 24 meses se han dado situaciones como las tragedias en las escuelas Parkland y Santa Fe y en la ciudad de Las Vegas durante un concierto. Algunos en la nación sienten haber perdido su sentido de seguridad para estar en lugares públicos y al aire libre. Personas sobrevivientes del ataque al Pulse como Adrian López aún se estremecen ante sonidos fuertes como fuegos artificiales o golpes, ya que le recuerdan los tiros.
Desde entonces, grupos activistas han empujado a favor de revisiones a las leyes sobre armas pero no se ha visto un avance sustantivo en la prevención, ya que tragedias como las de Parkland, Santa Fe y Las Vegas han sacudido a otras comunidades desde entonces.
José Navas y su esposo son sobrevivientes de la masacre de Pulse. Navas recibió un tiro en el abdomen, y ha pasado por dos cirugías, una para salvarle la vida y otra ocho meses más tarde para remover la bala que se alojaba en su cuerpo. “Ese fue un momento de liberación, sentía que aún en mi cuerpo había algo que él había tocado con sus manos en algún momento”.
Navas ha dedicado su tiempo después del tiroteo en el Pulse a impulsar mejoras en la leyes sobre portación armas y considera que experiencia sirve para levantar conciencia aunque “aún falta mucho para un cambio, pues los políticos les conviene esas alianzas con la NRA [Asociación Nacional del Rifle] y considero que no han hecho nada para prevenir otra masacre”. Y añade que como comunidad es importantísimo continuar esa lucha para prevenir estas tragedias y unificarse con organizaciones que apoyan un cambio productivo en las leyes sobre armas de fuego. De sus ocho amigos presentes en el Pulse esa noche, solo cuatro sobrevivieron, entre ellos él y su esposo.
Una de sus preocupaciones mayores es su hijo de 15 años, pues después de Pulse ha pasado por el susto de tener una llamada de la escuela
sobre la posible presencia de un paquete explosivo en la escuela de su hijo. “Lo peor es que está ocurriendo a todos niveles y ahora las escuelas y los jóvenes están siendo objeto y victimas también de este terror”, dijo Navas quien asegura que es un tema del que hay que hablar y que poco se escucha de lo que ocurre.
“Realmente no me siento seguro al cien por ciento en ningún lugar, creo que se necesita más seguridad y que no se ha hecho mucho avance, pues estos tiroteos continúan ocurriendo. Cada vez que algo así ocurre es como si tocaran de nuevo esa herida que me dejo Pulse”, concluyó Navas.