La Prensa - Orlando

AMOR DE HERMANOS

- Eva Pagán Hill

Al escribir esta columna estoy esperando ansiosamen­te la visita de mi “hermanito” y mi bella sobrina. Él nació cuando yo tenía casi 13 años y recuerdo todas las maldades que me hacía, pero Mami le perdonaba todo. Por años me refería a él como “el niño Mesías nacido libre de pecados”. Hace unos años me dijo que le dolía que yo lo llamase así. Todavía me hace maldades, pero a medida que crecimos también nuestro amor de hermanos fue creciendo.

Nuestra querida hermana mayor murió hace años y ambos la extrañamos y recordamos con gran cariño.

La relación entre hermanos ha sido estudiada por años. Han encontrado que los factores que influyen en crear o complicar los lazos de hermandad incluyen el orden en que han nacido, como los padres los tratan, la personalid­ad de cada hijo(a), personas y experienci­as externas.

La rivalidad entre hermanos se refiere a la competenci­a por el afecto, atención y aprobación de los padres. Esta competenci­a es más intensa mientras más cercana la edad o el sexo de los hermanos.

La recomendac­ión es que los padres tomen tiempo para desarrolla­r una relación individual con cada hijo(a). Reconocer que cada hijo(a) tiene caracterís­ticas únicas y especiales puede evitar conflictos duraderos entre ellos(as).

Tristement­e, al llegar a la adultez muchos hermanos(as) se distancian, dejan de hablarse por asuntos que podrían resolverse con un poco de paciencia y buena fe. Peor aún, al morir los padres, muchos terminan en corte peleando como enemigos por dinero o cosas materiales. No se dan cuenta que están dándole ese ejemplo a sus hijos de cómo comportars­e con sus hermanos(as).

Yo me siento bendecida al haber tenido dos hermanos fabulosos. También agradezco que hace años decidimos que nuestra relación valía más que dinero y propiedade­s.l

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