FOBIA MIGRATORIA
El Estatus de Protección Temporal (TPS) es una norma migratoria que ayuda a inmigrantes de algunos países con problemas serios. La decisión de otorgarlo y extenderlo tiene un efecto humanitario para el beneficiado y político para el que la brinda.
Esto es demasiada sutileza para la administración Trump que ve todo lo relacionado a inmigración con el mismo prisma. Ese que define a los inmigrantes como un peligro a la seguridad pública y rapaces que le arrebatan empleos a los estadounidenses. La miopía de la Casa Blanca se impone a lo largo del gobierno, los ideólogos desplazan a la gente que sabe sobre el tema.
Este es el caso con la decisión de eliminar el TPS para los haitianos, hondureños, nicaragüenses y salvadoreños. La fobia inclinó la balanza en favor de interpretaciones estrictas que, vistas desde una órbita más realista, va en contra de los objetivos que se quiere lograr.
Así, se abre la deportación para cientos de miles personas que llevan décadas en este país con el fin de reducir la presencia inmigrante. El resultado podría una mayor inmigración a mediano y largo plazo.
Una serie de documentos dados a conocer la semana pasada en un tribunal muestra que los analistas de inteligencia del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) advirtieron en su momento que dar fin TPS iba a conducir a un aumento en la inmigración.
La Oficina de Análisis de DHS estimó que las personas de esas nacionalidades se quedan en el país o tienen los ingresos para regresar ilegalmente. Los salvadoreños y hondureños son los que tienen “el mayor indice de regreso migratorio ilegal”. Esto no es nuevo. Las administraciones pasadas recibieron el mismo reporte a la hora de analizar la extensión o final del TPS. En esos casos se usó la extensión como una válvula de escape para las presión social y económica en la región.
En noviembre pasado la secretaria interina de DHS, Elaine Duke, extendió el TPS para los hondureños, lo que causó el desagrado del exsecretario de DHS y ahora jefe de gabinete John Kelly. Al poco tiempo fue reemplazada por Kirstjen Nielsen quien obedece los lineamientos de la Casa Blanca.
El regreso de cientos de miles de personas a Centroamérica representa una importante perdida de fondos que hoy se reciben a través de las remesas y una multitud de desempleados que aumentarán más las tensiones internas.
La desestabilización de la región es perjudicial para los intereses estadounidenses. La inmigración es más que el movimiento de un individuo a través de una frontera. Detrás de ella hay una serie de causas y consecuencias que se pagan un precio alto si son ignoradas.
La obsesión fronteriza de Casa Blanca le impide ver el fenómeno migratorio en su totalidad. Trump ignora los analistas de DHS como lo hace con los servicios de inteligencia cuando hablan de Rusia y los científicos que advierten sobre el cambio climático.•