VEJIGANTES
Uno de mis privilegios de abuela ha sido ayudar a Kristi, mi nieta menor, con la asignación de leer y analizar la obra Vejigantes del dramaturgo puertorriqueño Francisco Arriví. ¡Cuán apropiado ha sido leer esta obra al comienzo del mes honrando nuestra herencia hispana!
En esta obra, madre, hija y nieta enfrentan los problemas raciales y culturales puertorriqueños. La obra ataca el racismo del norteamericano sureño viendo a personas blancas compartiendo con personas de tez oscura. Pero más que nada, ataca el racismo dirigido contra sí mismos y aquellos parecidos a ellos por aquellos que se avergüenzan y resienten su herencia mezclada.
Al igual que muchos hispanos, los puertorriqueños somos el resultado de la mezcla de las razas blanca, negra e indígena. Aunque la obra ocurre en 1910 y 1958, hoy vemos como el monstruo del racismo ha resurgido con una fuerza implacable y, tristemente, va dirigido hacia nosotros los hispanos.
Más triste aún es que algunos de nosotros decimos “No se refieren a mí porque yo soy o no soy... legal o ilegal, de ese país o del otro…” y nos hacemos de la vista larga al sufrimiento de nuestros hermanos hispanos. Recuerdo que Papi decía que en los ojos de los racistas todos los hispanos, sin importar nuestra nacionalidad, siempre seremos inferiores a ellos y por esto debemos mantenernos unidos. Como dice el refrán “En la unión está la fuerza”.
Otra gran lección que me enseñó fue que “Nadie es mejor que tú, pero tú no eres mejor que nadie y todos somos iguales ante los ojos de Dios”.
Igual que al final de la obra, cuando las tres mujeres se unen aceptando y honrando quiénes son, todos debemos servirles a nuestros jóvenes de modelos de aceptación y unidad. ¡Honremos nuestra herencia hispana!