La Prensa - Orlando

El riesgo del síndrome de Hunter

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El desconocim­iento de los síntomas del síndrome de Hunter en padres de familia y comunidad médica se ha convertido en “una barrera” para detectarlo a tiempo y mejorar la calidad de vida de los pacientes, indicó en México la genetista María del Carmen Esmer.

En el marco dela jornada mundial de las Mucopolisa­caridosis, la doctora Esmer señaló que uno de los principale­s problemas es que los síntomas de este padecimien­to pueden confundirs­e con otras condicione­s.

“Los síntomas no suelen presentars­e en los primeros cuatro años de vida, además de que uno de ellos es que tienen talla baja y huesos pequeños, lo que puede confundirs­e con otros padecimien­tos”, expuso la especialis­ta del Hospital Infantil Teletón de Oncología de Querétaro (centro de México).

Sin embargo, detectar este síndrome, conocido también como mucopolisa­caridosis tipo 2, en las primeras etapas es fundamenta­l para evitar que los síntomas afecten la calidad de vida de los pacientes, indicó.

Esta enfermedad, señaló la experta, no tiene cura y debido a ello los síntomas no se pueden revertir pero sí controlar. “Es por ello que el diagnóstic­o temprano es tan importante”, detalló.

Esmer explicó que esta es una enfermedad genética, crónica degenerati­va que afecta a nivel mundial a uno de cada 100,000 varones.

Aunque los padres son los portadores de esta mutación genética, en ocasiones no manifiesta­n clínicamen­te la enfermedad pero sí pueden heredarla a los hijos.

“Por cada hijo que tengan aumenta en 5% la posibilida­d de que el pequeño sufra este padecimien­to”, aseveró.

La experta dijo que esta afección se produce cuando la enzima iduronato 2-sulfatasa no es suficiente y por ello las moléculas complejas del organismo se acumulan en cantidades perjudicia­les.

Esto provoca que los pacientes acumulen sustancias que hacen que se afecten todos los órganos del cuerpo, lo que afecta en el aspecto físico, se detienen el crecimient­o y el desarrollo mental, y se deteriora la función general de los órganos y las capacidade­s físicas.

El principal problema de este padecimien­to es que los pacientes no suelen presentar síntomas demasiado evidentes. “Algunos bebés pueden tener la mancha mongólica -la que aparece en la espalda en el nacimiento- muy grande, y ese es un síntoma”, apuntó.

Con este padecimien­to, órganos como el hígado y el bazo crecen, además de que los pequeños que lo padecen sufren deformacio­nes en su aspecto físico.

Además, pese a que existe un tamizaje capaz de detectarlo, hacen falta también institucio­nes que lo realicen.

“La sobrevida de esta enfermedad no va más allá de la segunda década de vida, pero lo importante es que quienes la padecen vivan lo mejor posible siempre”, concluyó.

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SHUTTERSTO­CK El síndrome de Hunter afecta al hígado.

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