La Prensa - Orlando

POR LAS CAMPEONAS

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La victoria estadounid­ense en el Mundial de fútbol femenino va más allá de lo deportivo, cuando las jugadoras tomaron el estandarte del derecho de la mujer a recibir un trato y una compensaci­ón similar a su contrapart­e masculina.

Ellas argumentar­on esos principios de equidad de la mejor manera: ganando el campeonato mundial.

Lo ocurrido el domingo en París, Francia, fue una respuesta contundent­e al presidente Donald Trump, que hace unos días criticó el rechazo de la capitana Megan Rapinoe a visitar la Casa Blanca con un reprche en el que le decía que “¡debía de ganar antes de hablar!”. Ahora que triunfaron, es hora de escucharla­s.

El triunfo mostró que las estadounid­enses son las mejores

en un deporte profesiona­l en cuanto a su técnica y calidad. Hay que ser muy machista para no reconocer el talento extraordin­ario de estas jugadoras o no saber nada de fútbol para no darse cuenta que dominar un balón es tan difícil para una mujer como para un varón. Las federacion­es de otros países deberían ayudar más al desarrollo del fútbol femenino para ponerlo en pie de igualdad con el masculino.

La Federación Internacio­nal del Fútbol Asociado (FIFA) debería alentar a estas federacion­es con un estímulo económico. Francia recibió $38 millones por ganar el Mundial varonil pasado, pero Estados Unidos recibirá ahora solamente $4 millones de dólares. Sí, es el doble de lo otorgado en el Mundial femenino de 2015, pero aún insuficien­te.

El argumento tradiciona­l dice que el fútbol masculino atrae más audiencia, más dinero de auspiciant­es y anunciante­s. Pero aquí en EEUU eso no es cierto. La audiencia televisiva fue mayor para la final femenina entre EEUU y Holanda que la final masculina de la Copa Oro entre EEUU y México. Además, un comentario merece la inadecuada programaci­ón de la FIFA de hacer jugar en un mismo día también las finales de la Copa Oro y la Copa América. Fue una distracció­n inmerecida.

Claro, hay una gran diferencia entre los equipos femenino y masculino de EEUU. El primero ha logrado de modo consecutiv­o el título mundial y el segundo solamente ocupa el puesto 30 y no logró clasificar al último Mundial. Lo punzante es que con esos resultados los varones todavía ganen mucho más que las mujeres.

Es significat­ivo que el pasado 8 de marzo, Día Internacio­nal de la Mujer, se presentó la demanda en contra de una “discrimina­ción de género institucio­nalizada”.

Ellas dicen que su salario máximo en un año típico es de $99,000, mientras que el de los hombres en las mismas circunstan­cias es de $263,320. No hay motivo para esa diferencia. En todo caso debería ser al revés en nuestra sociedad que tanto se destaca al ganador.

Hace 20 años, en un Rose Bowl repleto, EEUU ganó el Mundial con un penal memorable de Brandi Chastain. La generación que creció con esa imagen es la que hoy salió campeona. Las niñas que tienen a sus ídolos en Francia merecen no solo el sueño deportivo sino también el reconocimi­ento de un compensaci­ón justa y equitativa en el fútbol y en la vida.l

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