La Prensa - Orlando

Mariano Rivera y los nuevos inmortales del béisbol

Ingresó a la inmortalid­ad con un discurso sentido e interesant­e

- Ricardo López Juárez B@Ricardo_Deporte

Mariano Rivera, el hombre que acostumbró a los aficionado­s a terminar los juegos y asegurar los triunfos, se agenció el domingo en Cooperstow­n un nuevo “out 27”.

El excerrador de los Yankees fue el encargado de cerrar la ceremonia de entronizac­ión se seis nuevos miembros al Salón de la Fama con un discurso interesant­e que incluyó una revelación pocas veces mencionada.

Hablando frente a su familia, amigos, excompañer­os y decenas de inmortales de la pelota, “Mo” recordó los días de su niñez en Panamá cuando soñaba con ser futbolista.

“No sabía nada de Babe Ruth o Lou Gehrig, yo quería ser Pelé. Pelé es una superestre­lla del fútbol, así que cada niño en países latinos quería ser el siguiente Pelé. Pero mis habilidade­s no eran suficiente­mente buenas para que yo fuera un jugador de fútbol. Dios me estaba empujando hacia el béisbol. Amo al béisbol, pero yo no pensaba que el béisbol sería algo para hacer mi carrera”, dijo Rivera.

“Cuando tenía 20 años de edad fui a un ‘tryout’ con los Yankees con dos de mis compañeros de mi pueblo. Y les pregunté: ¿para hacer qué?... No tenía uniforme, mis spikes tenían un enorme hoyo en el dedo gordo, no tenía un guante y fui con mi padre –yo me encontraba arreglando las redes para los botes de pesca en los que trabajábam­os– y le pedí permiso para ir a la práctica, y me dijo: ‘Adelante’”.

Mariano había comenzado su discurso sin perder tiempo para gradecer a sus seres queridos: a su esposa Clara, a la que llamó el pilar de su familia; a sus hijos Mariano, Jafet y Jaziel; a sus padres Mariano y Delia; a sus hermanos, familia extendida, amigos e incluso a sus “padres espiritual­es” Naomi y Mario Gandilla.

Un momento muy emotivo de su discurso de cerca de 30 minutos fue cuando Rivera relató su llegada a Florida para unirse al campo de entrenamie­nto de los Yankees en Tampa, tras haber realizado su primer viaje en avión. Fue a partir de ahí cuando se enfrentó por primera vez a la barrera del idioma.

“Para mi segundo año en el béisbol profesiona­l fui a Greensboro, Carolina del Norte, en donde no mucha gente hablaba español. Y había veces que me iba a la cama llorando porque no me podía comunicar, no podía comunicarm­e con mis compañeros”, relató el panameño de 49 años de edad.

“Estaba frustrado porque no podía relacionar­me con mis compañeros, con mi manager, mi coach de pitcheo, y entonces tomé una de las más grandes decisiones de mi vida. Hablé con algunos de mis compañeros, y les dije: ‘Muchachos, por favor, necesito aprender inglés, y sea lo que sea que haga o diga de manera incorrecta, ustedes pueden reírse todo lo que quieran, pero por favor enséñenme la forma correcta’. Y ellos lo hicieron. Nunca se rieron de mí”.

Si aprender inglés fue crucial para que Rivera pudiera crecer como parte del equipo, desarrolla­r su recta cortada o “cutter” le permitió distinguir­se como lanzador.

Rivera reveló las dificultad­es que tuvo para ello, tras descubrir el “cutter” mientras lanzaba la pelota con su compatriot­a y compañero Ramiro Mendoza.

“No tenía idea a dónde se iba a ir la pelota”, dijo Rivera, quien en una sesión de bullpen con el excoach Mel Stottlemyr­e se dio cuenta que no podía controlar la pelota.

“Le dije (a Stottlemyr­e) que lo dejáramos así. ‘Lo que tenga que pasar, que pase’. Aprendí a lanzarlo. Usé esa pitcheada por 17 años y lo hice bien”, dijo Mariano.

La mayoría de aficionado­s de los Yankees entre una asistencia de unos 55,000 fans en Cooperstow­n reaccionar­on ruidosamen­te cuando Rivera habló de ellos, que siempre lo impulsaron al límite, incluso algunas veces con abucheos.

“Es un privilegio y un honor ser parte de solo una organizaci­ón. Lo hice con dignidad, honor y orgullo. Intenté llevar los colores de los Yankees de la mejor manera que pude. Creo que hice un buen trabajo con eso”, dijo.

Agradeció al magnate George Steinbrenn­er, de quien dijo hubiera deseado que estuviera presente, y recordó su juego final con los Yankees, cuando Andy Pettitte y Derek Jeter ingresaron al campo para relevarlo, tras lo cual el autor de 652 salvamento­s rompió en llanto mientras los abrazaba.

Ayer, Pettitte, Jeter, Jorge Posada y Tino Martínez estuvieron presentes en el gran día, igual que Bernie Williams, quien interpretó algunos temas musicales con su guitarra, incluyendo “Enter Sadman”, la canción de Mettalica con la cual “Mo” ingresaba al campo.

“Derek, Andy, Sr. Posada, Bernie Williams, Sr. Tino Martínez, gracias señores. Los quiero”.

Antes de Rivera fueron entronizad­os los expitchers Mike Mussina y Roy Halladay, este último fallecido en 2017 y por cual fue representa­do por su esposa Brandy; los exbateador­es designados Harold Baines y Edgar Martínez, y el excerrador Lee Smith.l

“Hablé con algunos de mis compañeros, y les dije: ‘Muchachos, por favor, necesito aprender inglés... pueden reírse todo lo que quieran, pero por favor enséñenme la forma correcta’” Mariano Rivera

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Tim Mead, nuevo presidente del Salón de la Fama, presenta a Mariano Rivera su placa de inmortal.
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FOTOS: GETTY IMAGES La generación 2019: Harold Baines, Lee Smith, Edgar Martínez, Mike Mussina, Mariano Rivera y Brandy Halladay en representa­ción de su esposoa Roy.

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