NO NOS CANSEMOS DE HACER EL BIEN
Muchas veces hemos experimentado el cansancio en nuestra vida, parece que se nos hubieran ido las fuerzas, nos sentimos agotados y no queremos seguir nuestro camino. Muchas veces hemos dicho “ya no más”. El mismo Jesucristo, nuestro Dios hecho hombre, sintió el cansancio cuando salió de Judea de regreso a Galilea y llegando al pozo de Jacob se sentó a descansar.
Debemos seguir luchando, recordemos que el Señor es nuestra fortaleza y renueva nuestras fuerzas como las de un búfalo y nos promete que da fuerzas al cansado y multiplica al que no tiene ninguna y los que esperamos en Él tendremos nuevas fuerzas, caminaremos y no nos cansaremos. Sigamos adelante.
De algo que no nos podemos cansar es de hacer el bien, así no nos den las gracias, así no nos reconozcan o nos paguen mal, sigamos haciendo el bien ya que a su tiempo segaremos (recogeremos) si no desmayamos. No entiendo, y lo digo con mucha tristeza, que hay personas que nunca se cansan de hacer el mal, siempre están listos para hacer el daño. Pero escrito está: apartémonos del mal y hagamos el bien.
La mejor manera de hacer el bien es servir a los demás, nunca esperemos retribución, imitemos a Jesucristo cuando nos dice “Yo he venido para servir y no para ser servido”. Recordemos que al que sabe hacer lo bueno y no lo hace lo es pecado. Todo lo que hagamos o sirvamos hagámoslo de corazón como para Dios y no como para los hombres, sabiendo que del Señor recibiremos la recompensa.
Cómo fuera este mundo diferente si todos nos sirviéramos unos a otros, nos ayudáramos entre sí, amándonos en el amor de Jesucristo que dio su vida por todos nosotros y nunca espera nada de nosotros. Bendiciones, se me portan bien y buen genio.