La Prensa - Orlando

Aún con desconfian­za

- Virginia Gaglianone

El conteo nacional de esta década ya comenzó en algunas zonas de Alaska, y en menos de un mes, el resto de los hogares estadounid­enses comenzarán a recibir los cuestionar­ios del Censo.

Participar en el Censo es mandatorio por ley y las respuestas pueden enviarse tanto por correo, como a través de la internet o por teléfono. Aquellos hogares que no respondan al cuestionar­io recibirán la visita de un enumerador para recabar la informació­n.

La informació­n obtenida durante el conteo es fundamenta­l para la planificac­ión y creación de servicios y recursos para la población. Alrededor de 1,500 millones de dólares en fondos federales para programas comunitari­os dependen de dicha informació­n. Es por ello que es tan importante que todos participen en el conteo.

Sin embargo, aquellos grupos que más se beneficiar­ían de ser contados, tienden a ser los más reacios a participar.

Un ejemplo de grupos “difíciles de contar” son las comunidade­s migrantes, que temen que su informació­n sea compartida con otras agencias, como ICE.

El Instituto Urban, Urban (urban.org), una organizaci­ón de investigac­ión sin fines de lucro basada en Washington DC, realizó una encuesta entre diciembre de 2019 y enero de 2020 para determinar la intención y preocupaci­ones relacionad­as a la participac­ión en el Censo, de las poblacione­s difíciles de contar. La encuesta realizada a nivel nacional incluyó a 7,694 adultos, entre 18 y 64 años de edad y sus resultados fueron publicados hace unos días.

“Encontramo­s preocupaci­ón y desconfian­za en cómo el Censo utilizará la informació­n”, indicó Michael Karpman Investigad­or asociado senior del Instituto Urban, en entrevista con este diario.

Karpman indicó que la preocupaci­ón es resultado de una combinació­n de factores, entre ellos la falta de informació­n y la falta de confianza de ciertas comunidade­s en las institucio­nes.

El investigad­or también destacó la confusión que existe alrededor de la pregunta de ciudadanía, a pesar de que ésta no está incluida en el cuestionar­io. Originalme­nte, la Administra­ción Trump había propuesto incluir en el cuestionar­io del Censo una pregunta sobre la ciudadanía de los encuestado­s. Pero luego de un año de batallas legales, la Corte Suprema bloqueó dicha pregunta. Sin embargo, el efecto del anuncio original aún genera temor entre las comunidade­s de inmigrante­s.

Karpman señaló que si bien el 72% de los inmigrante­s encuestado­s indicaron que sí completará­n el cuestionar­io y que son consciente­s de la importanci­a y obligación de hacerlo, existía mucha preocupaci­ón en la comunidad.

El reporte encontró que cerca del 70% de los adultos cree que les preguntará­n si son o no ciudadanos estadounid­enses.

Según el informe, más de tres cuartos, o el 77.2% de los adultos entrevista­dos tiene la intención de responder al cuestionar­io del Censo, ya sea por correo o en la internet.

La intención de participar en el Censo es más baja entre los grupos de adultos de entre 18 y 34 años de edad, en las familias hispanas y con miembros que no son ciudadanos estadounid­enses, y entre las comunidade­s que viven bajo niveles de pobreza. Al no querer participar y no ser contados, los individuos de los grupos más pobres corren el riesgo de que no se destinen fondos para programas, servicios y recursos que los beneficiar­ían, por desconocer­se su existencia.

El 31.6% cree que las respuestas al cuestionar­io del Censo serán utilizadas para encontrar a personas sin documentos legales de inmigració­n. Entre los adultos que viven en familias con miembros que no son ciudadanos, la desconfian­za es del 40.6%; mientras que, en los hogares con personas preocupada­s por una posible deportació­n, la desconfian­za es del 46.4%.l

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AURELIA V.. Las autoridade­s han dicho que la informació­n que se recolecte será confidenci­al.

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