La Raza Chicago

EL MÉXICO DE HOY, ESTANCADO EN SU PASO AL FUTURO

- Antonio Zavala

Imagínense a México como si fuera una persona obesa cuyas ropas ya no le alcanzan a cubrir su cuerpo: los botones de la camisa brotan y vuelan por el aire, las mangas de la camisa le llegan a los antebrazos y las costuras de los pantalones se desprenden.

México está creciendo a la velocidad de la luz con 127 millones de personas. Todas ellas luchan por ser cobijadas económicam­ente y poder satisfacer sus necesidade­s de vida, protección y justicia.

¿Pero por qué las ropas de este México moderno se rompen y desprenden? Las ropas son las institucio­nes de México, el marco jurídico, el sistema educativo, la justicia que todos buscan y que no encuentran. Son inVXÀFLHQW­HV SDUD VXSOLU \ DFRmodar con igualdad a todos. Los cambios que proponen los de arriba siempre son limita- GRV H LQVXÀFLHQW­HV

Por eso existe tanto conÁLFWR HQ 0p[LFR HQ HVWRV DxRV GHO SHxDQLHWLV­PR +D\ XQ fervor de protestas por los mexicanos que no alcanzan la promesa de México y que quedan fuera del “proyecto de nación” de este sexenio.

En un reciente viaje a México comprobé esto y no es una alucinació­n mía. El México de hoy sólo acomoda y da oportunida­d económica y justicia una tercera parte de los mexicanos.

Las otras dos partes de los mexicanos, unos 85 millones, quedan fuera sin poder caminar hacia el futuro y esperan una prosperida­d que nunFD OOHJD +D\ SREUH]D HQ ORV estados lejos de las grandes ciudades y la justica y oportunida­d económica son apenas XQ VXHxR SDUD PXFKD JHQWH

Uno de los mayores males de México quizá sea su corrupción, la cual me imagino que no se podrá extirpar por milenios. Esta engreída en cada mexicano y aceptada como una costumbre habitual.

Sin ofender a nadie, qui- zás no hay un mexicano que “no trance” y ningún mexicano que no lo acepte como la forma de vida desarrolla­da en este país que siempre está a un paso de llegar al mundo moderno pero nunca llega, ni llegará. Cualquier persona que se opone a la corrupción, en un México desigual y estancado es vista como un hereje digno de ser apedreado.

En los ranchos la gente se sienta en frente de sus casas al caer la noche esperando quizás alguna promesa incumplida de los ministros, magnates y políticos que juegan con México como si estuvieran en el billar y no en la seria tarea de llevar a un inmenso país a encontrar su destino.

La desigualda­d se ve en las calles de las ciudades con mendigos buscando y otros vendiendo baratijas para apenas darle de comer a sus hijos.

Si la vida es buena como dicen y la esperanza existe como se predica, México tendría que cambiar de la raíz para arriba y no de la cúpula para abajo. Es un cambio que debemos exigir todos.O

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