La Raza Chicago

Los últimos tintoreros están en Oaxaca

- Zaira Cortes zaira.cortes@eldiariony.com

La centenaria costumbre a punto de desaparece­r por la extinción del caracol púrpura, del cual se extrae el tinte que se usa en las nahuas y huipiles

Los pies desnudos de Habacuc Avendaño han escalado SRU GpFDGDV ODV ÀORVDV URFDV de las playas de Puerto Ángel, Oaxaca. Los húmedos rincones albergan al apreciado caracol púrpura pansa. Su secreción (tixinda en mixteco) se utiliza para teñir los hilos de algodón puro que han dado fama mundial a las nahuas y huipiles de Pinotepa de Don Luís.

En peligro de extinción

“Se está muriendo esta tradición junto con el caracol”, dijo el artista, mientras enredaba en su brazo una madeja teñida en un púrpura brillante.

Habacuc contó que para teñir una madeja se necesita la ‘leche’ de unos 300 caracoles. Los mixtecos de Pinotepa de Don Luís, un municipio cercano a Puerto Ángel, despegan al molusco de las piedras a la orilla de la playa con una espiga de madera, para no lastimar su membrana. Luego proceden a ‘ordeñarlo’.

“Se estruja despacito para no matar al caracol y luego se devuelve a su escondrijo húmedo para que se vuelva a pegar a la piedra”, dijo. “Respetamos la vida de estos animalitos”.

Los artistas llaman ‘leche’ a la secreción del caracol por su aspecto espeso y blanco. Una vez que la tintura entra en contacto con el algodón, el tejido se torna amarillo y luego verde por el proceso de oxidación.

La tejedora Margarita Avendaño denuncia la escasez de los materiales para confeccion­ar sus productos.MARIELA

“Se debe secar al sol para que agarre el color púrpura. Cuando hay muchos caracoles se tiñe una madeja en un día, pero si no, puede ser que hasta cuatro días”, explicó Habacuc, quien recordó que en 1956, cuando se inició en este arte ancestral, las playas de Puerto Ángel estaban repletas de caracoles. Pero en los último años, los restaurant­es del área sirven el púrpura pansa con el molusco conocido como ‘lengua de perro’, considerad­o un manjar.

“El gobierno tiene que prohibir el consumo de púrpura pansa. No pueden permitir que se extinga”, sentenció.

El año pasado, en Pinotepa de Don Luis sólo sobrevivía­n nueve tinteros, todos ancianos. Habacuc explicó que una política del Parque Nacional Huatulco les impide transmitir el conocimien­to a los más jóvenes.

“Nuestros nietos quieren aprender, pero no nos dejan enseñarles porque son menores. Los del gobierno dicen que se pueden lastimar por andar en las piedras”, se lamentó.

El último lugar del mundo

Pinotepa de Don Luis es el último lugar en el mundo que preserva la tradición de teñir con secreción de caracol. Los meses permitidos para recolectar caracoles son de mayo a octubre, cuando alcanza su última fase de desarrollo.

Una vez que la madeja está teñida, las tejedoras la hilan en el telar de cintura. La maestra tejedora Margarita Avendaño, la mayor de la Cooperativ­a de Tejedoras Tixinda, integrada por 60 mu- jeres, narró que desde los 12 años aprendió el arte de crear huipiles y nahuas.

“Cada día estoy más vieja y me da coraje que ya no puedo tejer como antes”, dijo con los ojos húmedos. “Los difuntos se entierran con sus enredados (tejidos) allá en Pinotepa, pero yo no quiero eso. Mi deseo es que la gente lo admire y los aprecie”.

Una nahua puede costar unos $800 dólares, pero los turistas y originales de México declinan pagar el precio.

“Uno termina regalando el trabajo. Tenemos hambre y unos cuantos pesos nos ayudam a comprar lo más indispensa­ble. Comer carne es un lujo”.

Para más informació­n puede visitar en internet la página de Facebook Mexican Dreamweave­rs www.face book.com/mexicandre­a mweavers.O

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MARIELA LOMBARD Habacuc Avendaño explicó el proceso de teñir el algodón que usan en sus tejidos.
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