La Raza Chicago

EL DAÑO YA ESTÁ HECHO

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LD FLIUD RÀFLDO GLFH TXH 711 inmigrante­s menores de edad, poco menos de un tercio de los que fueron separados de sus padres tras cruzar la frontera, no podrán reunirse con ellos. Llegaron con su núcleo familiar a Estados Unidos, algunos pidieron asilo, y fueron separados por la política de tolerancia cero de la administra­ción Trump, la misma que dice no poder regresarlo­s.

En este proceso, los menores que llegaron junto a sus padres fueron separados a la fuerza y recataloga­dos como “menores extranjero­s no acompañado­s”. El gobierno estableció una realidad legal falsa. Les puso un rótulo mentiroso a niños y jóvenes.

Los distribuyó a través de aviones a cerca de cien centros de detención alrededor del país, aunque están concentrad­os mayormente en Texas y Arizona. Viven enjaulados en un galpón gigantesco como un Walmart adaptado, en moteOHV YLHMRV HQ FDVDV X RÀFLQDV

La situación en algunos de HVWRV FHQWURV HV OR VXÀFLHQtem­ente preocupant­e como para que la jueza federal de distrito Dolly M. Gee ordene un monitor federal independie­nte en las instalacio­nes en Rio Grande Valley, Texas.

Las quejas de irregulari­dades en los centros de detención se multiplica­n desde las denuncias de abuso, maltrato, abuso físico y los reportes de que se les dio drogas psicotrópi­cas sin consentimi­ento paterno. Claro, ya se estableFLy RÀFLDOPHQW­H TXH YLQLHURQ solos aunque no sea cierto.

Un juez había ordenado que al día de hoy debían de estar reunidos todos los padres con sus hijos. Faltan más de 700. De esos, alrededor de 430 fueron deportados sin sus hijos. Las autoridade­s dicen que a cada uno de ellos se les dio la alternativ­a de salir con sus hijos o solos.

La realidad es que muchos de ellos no supieron las alternativ­as que se les ofrecieron por no entender lo que estaEDQ ÀUPDQGR VHJ~Q DERJDdos y activistas.

Las autoridade­s también determinar­on que por los menos a 57 padres no les entregaron sus hijos por considerar que hay problemas con sus antecedent­es. No se explicó QDGD PiV (V VXÀFLHQWH SDUD inquietar a todos, dado el juicio arbitrario que utilizan las autoridade­s migratoria­s para tomar sus decisiones. Es necesario saber con precisión el por qué no se devuelven a estos padres sus hijos.

El operativo de separar familias, con su caos administra­tivo y su consecuenc­ia de que hay padres de que no se reunirán con sus hijos, tiene todo el sabor a un secuestro de menores.

La tolerancia cero no es llevar ante el juez a quienes cruzan sin papeles. Es destruir sus familias. La mayoría fueron reunidas, pero lo justo es medirlo por aquellas que no pudieron y no podrán reunirse. Por el daño ya causado a esos menores. Por el dolor de quienes pasarán durante parte de su vida por el sistema de hogares de crianza.O

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