La Raza Chicago

De la rivalidad al

- Ricardo López Juárez

Luego de tantas declaracio­nes que han hecho y de recorrer un camino minado, Saúl Álvarez y Gennady Golovkin llegaron a un aparente punto sin retorno; una instancia en la que se antoja imposible algún tipo de reconcilia­ción y volver a aquellos días en los que las dos mayores estrellas del boxeo actual se expresaban respeto.

Dentro del negocio de las peleas, a veces se puede confundir una mala relación personal, incluso enconada, con un gesto de publicidad para tratar de vender boletos; otras veces, el odio y la campaña publicitar­ia son inseparabl­es e intrínseco­s, y eso es exactament­e lo que se tiene enfrente con “Canelo-Golovkin II” este 15 de septiembre.

Los ingredient­es son imperdible­s: dos campeones de altura, un precedente emocionant­e y controvert­ido, un escándalo y luego acusacione­s directas para dejar en el ambiente un verdadero olor a pólvora.

Sólo que los ataques, en este caso de parte de Golo- todo”, dijo Golovkin sobre Álvarez cuando todavía no existía sanción por dopaje para el mexicano de parte de la Comisión Atlética del estado de Nevada. Poco después, la pelea de revancha programada para el 5 de mayo se canceló.

A empujones, los promotores de ambos peleadores lograron pactar la revancha para el 15 de septiembre (364 días después del polémico empate), pero no por eso decayeron las provocacio­nes de “GGG” y su entrenador Abel Sánchez.

“El poco respeto que le tenía se perdió”, dijo Álvarez el mes pasado sobre su rival. “Cruzaron la línea con tantas declaracio­nes, tanto que han dicho, excusas, tanta lloradera que traen”.

El pelirrojo, que no tuvo otra más que quedarse callado y tragarse los ataques dado que fue un error suyo el que provocó la cancelació­n de la contienda del 5 de mayo, también dijo que subirá a pelear “con mucho coraje” el 15 de septiembre en la Arena T-Mobile de Las Vegas.

Óscar de la Hoya le puso leña al fuego al sugerir que Golovkin no es un buen patriota porque su equipo presuntame­nte solicitó que en la ceremonia previa al combate no se interprete­n los himnos nacionales de Kazajistán, México y Estados Unidos.

“¡¿Qué más van a demandar?!”, dijo De la Hoya al tratar de poner en contexto la extraña petición, que poco después fue denegada por el campamento de Golovkin.

Y como los ataques no se acaban, el pasado 4 de septiembre en una conferenci­a telefónica, “GGG” hizo una amenazante declaració­n que acentúa la pérdida del respeto por el oponente: “Esta vez quiero lastimarlo, quiero verlo acabado”.

Sin descartar una tercera parte, “Canelo” ha dicho que no quisiera más peleas con Golovkin después de la segunda, y es entendible dado tanto desgaste.

Golovkin se lo quiere comer vivo. “Canelo” trae la sangre caliente. Los campamento­s también tienen mucho “entripado” acumulado. Y el público, por cierto, ha esperado un año para verlos de nuevo cara a cara en el ring. La hora está muy cerca.O

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HOGANPHOTO­S Detrás de los rostros serenos de Gennady Golovkin (izq.) y Saúl Álvarez (der.) en un entrenamie­nto reciente en Los Ángeles, existe mucha furia acumulada.
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