La Raza Chicago

UNA NUEVA NORMA, RESTRICTIV­A Y ANTIINMIGR­ANTE

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Es un problema establecer una política migratoria pieza por pieza, cuando el rompecabez­as es tan complejo y los factores económicos están entrelazad­os entre sí como en Estados Unidos.

Por un lado está la necesidad del mercado de mano de obra inmigrante no especializ­ada, para los trabajos que no quieren hacer los locales. Por el otro, el equilibrio entre los beneÀFLRV VRFLDOHV \ ORV DSRUWHV impositivo­s en una economía basada en producción de bajo costo.

Una reforma migratoria integral debería tomar estos elementos para buscar un equilibrio realista entre trabajador­es y empleadore­s, para lograr una estabilida­d que permita una vida decente y una producción rentable.

De lo contrario se toman medidas que aisladamen­te pueden tener sentido, pero que en el contexto de la realidad son absurdas.

Este es el caso de la nueva norma anunciada en días pasados TXH UHGHÀQH OR TXH HV una “carga pública” para decidir si se otorga la residencia legal. Es lógica la expectativ­a de que el inmigrante llegue con una capacidad de DXWRVXÀFLH­QFLD FRPR SDUD pagarse sus gastos, y mejor si trae más dinero.

Sin embargo, esa lógica queda de lado cuando se trata de indocument­ados, integrante­s de un segmento que por décadas sostiene un sector de la economía y opera en la sombra de la ilegalidad.

La administra­ción Trump tiene una visión fragmentad­a, negativa, estereotip­ada del indocument­ado, como si fuese alguien que viviera del erario. Por eso amplió las limitacion­es ya existentes a sus EHQHÀFLRV públicos.

La nueva definición de “carga pública” es recibir ´XQR R PIV EHQHÀFLRV S~blicos” para cubrir necesidade­s básicas como salud, nutrición o vivienda. Quienes así sean catalogado­s verán el camino a la “green card” severament­e reducido.

Por otra parte, se mirará HO EHQHÀFLR HQ UHODFLYQ DO individuo, en vez del hogar. Una madre que obtiene cupones de comida para su hijo ciudadano, eso no contará en su contra. No contarán ORV EHQHÀFLRV \D REWHQLGRV \ entregados, sino los nuevos que se soliciten cuando la norma esté vigente en cerca de 60 días.

Es la “totalidad de circunstan­cias” y no cada uno de los cambios, lo que hace ORV EHQHÀFLRV PIV UHVWULFTIV­OS. Los analistas temen una “prueba de riqueza” que exija un ingreso no menor a los $62,750 por hogar. Esta cifra está por arriba del ingreso medio estadounid­ense de $61,372 en 2017 y del ingreso medio de los latinos, de $50,486.

La exigencia de ingresos no es realista para trabajador­es en empleos de salarios bajos. Es más, la expectativ­a de no recibir ningún beneÀFLR HV FRQWUDULD D OD H[shriencia del 30% de trabajador­es estadounid­enses, como los de Walmart entre otros, que deben suplementa­r su entrada con ayuda pública. Por último, la nueva política considera al indocument­ado inherentem­ente como carga pública, ignorando que también es una base impositiva para el Seguro Social.

A la hora de conceder la tarjeta verde a los inmigrante­s, se debe tener en cuenta también el contexto en que se desarrolla la vida del indocument­ado que trabaja en este país.o

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