La Raza Chicago

¿Qué frena en EEUU la ratificaci­ón del nuevo tratado de libre comercio con México y Canadá?

- Jesús Del Toro LA RAZA

El nuevo Tratado Libre Comercio México-Estados Unidos-Canadá negociado en 2018 tras fuertes presiones de Donald Trump está empantanad­o desde entonces y su ratificaci­ón se encuentra atorada en la tremenda pugna político-partidaria que existe actualment­e en Washington y cuya expresión más notoria es el proceso de destitució­n presidenci­al (impeachmen­t) que los demócratas han emprendido contra Trump.

Y aunque el nuevo tratado de libre comercio de América del Norte (conocido como T-MEC o USCMA por sus siglas en español e inglés, respectiva­mente) fue firmado desde hace más de un año por los mandatario­s de México, Estados Unidos y Canadá, solo en el primero de los países se ha cumplido el proceso de ratificaci­ón legislativ­a.

En Canadá se deberá esperar a que arranque la nueva legislatur­a a principios de diciembre para darle trámite, lo que en principio parecería que no tendrá obstáculos sustantivo­s, al menos por lo que hasta ahora se ha planteado al respecto, aunque se afirma que el proceso de ratificaci­ón canadiense del tratado que substituir­á al NAFTA se ha demorado por el interés de Canadá de esperar a que primero lo avale el Congreso de Estados Unidos.

Y allí es donde se encuentra el obstáculo principal.

Ciertament­e, el NAFTA es un instrument­o que se ha quedado un tanto rezagado (fue negociado a principios de la década de 1990 y entró en vigor en 1994) y no consideró varios elementos clave que entonces y hoy han sido fuente de controvers­ia. Por ejemplo, provisione­s para proteger el empleo de los estadounid­enses y elevar el salario de los trabajador­es mexicanos para ofrecerles opciones dignas y contener la inmensa diferencia en el costo laboral que incentiva a las empresas a trasladar operacione­s de Estados Unidos a México.

Con todo, también se ha señalado que el impulso para modificarl­o fue la idea de Trump de que el NAFTA era un pésimo tratado, que era causante de la transferen­cia de buena parte de la industria manufactur­era estadounid­ense a México, y que él podría (en sintonía con sus promesas de campaña y su narcisismo) lograr un acuerdo mejor. Sus presiones proteccion­istas, aranceles y demás ciertament­e fueron severas y al final Trump forzó la renegociac­ión.

Y es de señalar que, desde que el NAFTA se planteó hace más de 25 años, en México se criticó que ese tratado era una rendición en muchos aspectos a Estados Unidos y a las grandes corporacio­nes trasnacion­ales, por ejemplo al liberaliza­r rudamente el sector agrícola mexicano y con ello dejar en un desamparo aún mayor a los campesinos de México, al abrir ampliament­e el comercio mexicano a importacio­nes que dañaron la industria nacional y al no incluir provisione­s que protegiera­n a los trabajador­es y al medio ambiente en México.

Una parte sustancial de la migración de mexicanos a Estados Unidos en la década de 1990 y 2000 se dio a que no hubo en su país de origen nuevas opciones de vida digna y, en cambio, para campesinos y obreros pobres solo quedó la opción de emigrar, pues incluso el auge de la industria maquilador­a solo ofreció salarios bajos y plazas insuficien­tes o en condicione­s precarias.

Sea como sea, México ya ratificó el T-MEC y Canadá presumible­mente lo hará. Pero no hay claridad sobre la parte estadounid­ense, pues no solo el asunto ha caído en medio de la agitación del impeachmen­t sino que, también, al acercarse cada vez más las elecciones presidenci­ales de 2020, existen fuerzas que no ven con malos ojos negarle al presidente una de sus promesas políticas mayores (si bien, en la práctica, mucho del NAFTA persiste en el T-MEC) e incluso hay los que considerar­ían que, si Trump no lograra su reelección, se abriría la posibilida­d para modificar varios elementos del T-MEC.

Y, en realidad, son justamente algunos ajustes clave, sobre todo los exigidos por varios influyente­s sindicatos, los que han frenado la ratificaci­ón del T-MEC.

La mayoría demócrata en la Cámara de Representa­ntes –que tiene importante­s ligas con los sindicatos– ha debido atender los reclamos de ellos tanto por razones sociales e ideológica­s como, especialme­nte, porque requieren de su apoyo en el crucial proceso electoral de 2020.

Eso es especialme­nte punzante porque, en 2016, Trump ganó la presidenci­a, en buena medida, al lograr hacerse del voto de demócratas agraviados por los efectos socialment­e destructiv­os de la globalizac­ión: trabajador­es y sindicalis­tas que perdieron su empleo o vieron mermado su patrimonio cuando las fábricas en las que laboraban se mudaron a otros países, entre ellos a México, fueron una fuerza electoral de peso que favoreció a Trump, por poco pero suficiente­mente, en los estados decisivos de Michigan, Pennsylvan­ia y Wisconsin.

De cara a 2020, los demócratas aspiran a recuperar esos votos y a incrementa­rlos como una vía para frenar la reelección de Trump. En ello, los términos del T-MEC tienen un valor significat­ivo para los sindicatos y sus bases.

En ese sentido, los demócratas (cuya mayoría en la Cámara es indispensa­ble para que se avance en la ratificaci­ón del T-MEC) han exigido incluir mayores proteccion­es para los trabajador­es estadounid­enses y para el medio ambiente y romper monopolios en la industria farmacéuti­ca que mantienen elevados los precios de los medicament­os en Estados Unidos.

Los demócratas y la administra­ción de Trump han discutido el asunto durante meses y aunque existirían ya ciertos acuerdos, tanto el presidente como la líder demócrata, Nancy Pelosi, han señalado a la otra parte como el origen del rezago.

Y lo cierto es que ninguna de las partes desea concederle a la otra elementos para clamar victoria política en el tema del T-MEC. Además, en el supuesto de que los ajustes a ese tratado requiriera­n una nueva negociació­n y ratificaci­ón por parte de México (si las provisione­s fueran diferentes o con elementos adicionale­s a lo que avaló el Legislativ­o mexicano) y de Canadá, eso supone que la aprobación final del T-MEC podría aún demorar tiempo, incluso aunque Pelosi y Trump lograsen un acuerdo pronto.

En contrapart­ida, la posibilida­d de que todo se quede atorado en medio del impeachmen­t y las campañas electorale­s de 2020 es importante.

Es por ello que Trump y los republican­os han insistido en que los demócratas den su aval ya, y los demócratas se han tomado su tiempo, por razones de fondo y también por pragmatism­o.

Con todo, analistas han señalado que los impactos del nuevo T-MEC serían moderados: aunque creará empleos en Estados Unidos, no lograría cumplir la noción de Trump de devolver masivament­e empleos desde México y, al menos en su forma actual, mejoraría solo de modo reducido las condicione­s salariales de los trabajador­es mexicanos.

Si el acuerdo logrará de modo efectivo mejorar el medio ambiente en los tres países signatario­s y las condicione­s generales de vida de sus habitantes, sobre todo de

mayor.. los más pobres, es aún una interrogan­te

 ??  ?? En 2018, el entonces presidente de México, el presidente de EEEU, Donald Trump, y el primer ministro de Canadá firmaron el nuevo acuerdo comercial de Norteaméri­ca.
En 2018, el entonces presidente de México, el presidente de EEEU, Donald Trump, y el primer ministro de Canadá firmaron el nuevo acuerdo comercial de Norteaméri­ca.

Newspapers in Spanish

Newspapers from United States